El periespíritu, también
llamado cuerpo
espiritual, cuerpo
astral, psicosoma,
modelo organizador
biológico (MOB), entre
otras denominaciones,
corresponde al cuerpo
semimaterial que sirve
de intermedio entre el
Espíritu propiamente
dicho y el cuerpo
material. Además del
periespíritu propiamente
dicho, el llamado doble
etérico o cuerpo vital
también constituye una
estructura semimaterial,
en este caso más
materializada que el
periespíritu propiamente
considerado, funcionando
como estructura
intermediaria entre el
periespíritu y el cuerpo
físico.
Considerando la
constante búsqueda por
la llamada “salud
integral” del Espíritu
encarnado, periespíritu
y doble etérico no
pueden ser descuidados
en nuestros estudios y
consideraciones.
Periespíritu: nueva
frontera de la medicina
El Doctor Décio Iandoli
Júnior afirmó en cierta
ocasión que “el
periespíritu es la nueva
frontera de la
medicina”. Realmente, el
concepto de salud viene
evolucionando
significativamente, no
siendo más asociado tan
solamente a la ausencia
de enfermedad, sino
también a la llamada
promoción de salud en
los más diferentes
niveles de actuación
humana. En ese contexto,
la Doctrina Espírita
suministra importante
contribución, pues
esclarece la composición
triple del ser humano
encarnado
(Espíritu/Periespíritu -
incluyendo, en ese
abordaje simplificado,
el doble etérico/Cuerpo
físico), y sus
consecuentes
implicaciones en
términos de señales y
síntomas, y, hasta
incluso, en términos de
comportamiento social
por parte del individuo
en cuestión.
Waldo Vieira afirma que
“raramente nosotros
tenemos encuentros
interpersonales neutros
fluidicamente.
Normalmente, alguien
dona y alguien recibe".
Note que tal información
no habla respecto a una
obsesión propiamente
dicha, pues alguien que
“sorbe”,
inconscientemente,
nuestras emanaciones
fluídicas puede ser un
individuo que desea el
bien para nosotros y que
nunca más iremos a
encontrar. Por lo tanto,
el caso en pantalla no
se caracteriza por ser
una “influencia
persistente”, como es el
caso de la obsesión,
sino de una transfusión
fluídica inconsciente.
En nuestro medio algunos
dicen: “Soy una
esponja fluídica”
Tal proceso muchas veces
causa gran malestar al
donante fluídico, que
acostumbra afirmar: “¡Yo
soy un para-rayos! ¡Yo
soy una esponja
fluídica!”. Ese tipo de
reclamación ocurre
porque el donante
fluídico puede presentar
dolores de cabeza bien
características,
somnolencia, pereza,
inexplicable mal humor,
indisposición, entre
otros, sin la presencia
de ningún Espíritu
desencarnado obsesor. Si
consideráramos que
algunos individuos
pueden sufrir ese tipo
de proceso muchas veces
una única semana (a
través del contacto con
diferentes ambientes y/o
personas), percibiremos
cuan seria puede ser la
cuestión del llamado
“magnetismo humano” para
la salud integral de
todos nosotros.
Es interesante notar que
los individuos que
poseen mayor facilidad
de emanación fluídica,
la cual genera la
exteriorización del
fluido vital comúnmente
llamado “ectoplasma”,
acaban sufriendo más con
esas “transfusiones
fluídicas”
inconscientes. En ese
contexto, los llamados
“magnetizadores” y/o
médiums curadores” son
individuos que necesitan
tener un cuidado
replegado para no sufrir
frecuentemente procesos
de desvitalización y, lo
que es peor, asimilación
de fluidos negativos
difíciles de ser
“desasimilados”.
Informados de esa
realidad, la cuestión
pasa a girar en torno a
los mecanismos de
defensa que debemos
utilizar para que
evitemos sufrir impactos
negativos indeseados.
¿Siendo así, que es
preciso hacer para
mantener un equilibrio
interno
fluídico-energético,
siendo menos
susceptibles a esos
tipos de
“vampirizaciones”
inconscientes?
La importancia del
hábito del Evangelio en
el hogar
La Doctrina Espírita nos
esclarece sobre el
hábito de la oración y
la reflexión sobre los
objetivos superiores de
la vida; la lectura
diaria de mensajes
edificantes moralmente
(sugerimos “El Evangelio
según el Espiritismo”,
los libros de mensajes
sobre versículos
evangélicos de Emmanuel,
los libros de mensajes
edificantes de André
Luiz, entre otros); el
hábito del Evangelio en
el hogar, como mínimo
una vez por semana (y,
si es posible,
diariamente); la
frecuencia al centro
espírita (como mínimo
una vez por semana y
preferentemente dos o
tres veces), más allá,
obviamente, del esfuerzo
en la transformación
moral para mejor – son
los recursos
fundamentales para
elevar vibratoriamente
nuestras condiciones
espirituales y, por
consecuencia, mejorar
fluídicamente el
periespíritu/doble
etérico, aunque estemos
sometidos a influencias
y contactos que afecten
nuestras energías.
Además de los tópicos
comentados en el párrafo
anterior, el
recibimiento de pases
magnéticos, que pueden
ser recibidos en las
supra-citadas reuniones
en el centro espírita,
contribuirá bastante
para que impregnaciones
negativas oriundas de
compañeros que emanan
fluidos más groseros
sean desasimiladas.
Matthieu Tubino, autor
del libro “Un fluido
vital llamado
Ectoplasma” y “Salud y
Ectoplasma/ la acción
del ectoplasma: visión
práctica y disertaciones
filosóficas”, enfatiza
la eficiencia de los
pases dispersivos para
mejoría de una serie de
síntomas en adultos y
niños.
Técnicas utilizadas con
éxito
De cualquier manera,
algunas técnicas han
sido utilizadas con
significativo éxito,
buscando un estado
constante de
“autodefensa fluídica”,
que haga menor nuestra
susceptibilidad
magnética. Jacob Melo
(“El Pase”; “Cúrese y
Cure por los Pases”;
“Manual del Pasista”; y
“La cura de la depresión
por el magnetismo”) y
Waldo Vieira
(“Proyecciones de la
Conciencia”/Librería
Allan Kardec
Editora-LAKE), entre
otros autores, sugieren
que el paseo, la ducha
(“ducha magnética”) y la
respiración
diafragmática son
recursos interesantes
para que consigamos
mantener un equilibrio
fluídico individual, aún
cuando tengamos contacto
frecuente con ambientes
fluídicos más negativos.
Ese equilibrio fluídico
individual, en el caso,
está directamente
relacionado a las
condiciones energéticas
del periespíritu y del
doble etérico.
Así, la búsqueda por la
llamada salud integral
no es restringida a
Espíritu y Cuerpo físico
sólo, sino también
engloba el trabajo por
la salud del
Periespíritu y del Doble
Etérico, así como las
interacciones entre cada
una de esas estructuras
del ser humano.
El creciente estudio del
magnetismo humano, el
cual fue recomendado por
Allan Kardec, desde
Franz Anton Mesmer y de
los otros autores
clásicos (Marqués de
Puységur; Deleuze; Du
Potet; Lafontaine;
Hector Durville, entre
otros) hasta los
estudiosos
contemporáneos, debe
ser, por lo tanto, un
tópico considerado
dentro de las metas de
profundización
doctrinario de
dirigentes,
conferenciantes,
adoctrinadores y médiums
espíritas, como uno de
los diversos temas que
necesitamos en nuestros
estudios individuales y
en los realizados por
las casas espíritas.
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