Parte 2
e final
Aquí
vemos
uno de
los
puntos
importantes
del
Control
Universal
que es
el de
ser los
médiums
extraños
unos a
los
otros.
Kardec
afirma
haber
recibido
comunicaciones
(¿correspondencias?)
de cerca
de mil
centros
espíritas
serios y
que
puede
percibir
“los
principios
sobre
los
cuales
esa
concordancia
se
establece”,
lo que,
dentro
del
contexto,
está
relacionado
con la
cuestión
del
principio
inteligente
en los
animales.
Recordemos
que en
esa
época ya
había
sido
publicada
la
segunda
edición
de El
Libro de
los
Espíritus
(18.03.1860),
por lo
tanto,
nos
parece
que para
asuntos
“espinosos”
Kardec
ampliaba
cada vez
más su
base de
consulta,
incluso
porque,
con
apertura
de
nuevos
centros
espíritas,
pudo
haber
condiciones
más
favorables
de
estudiar
estos
casos a
través
del
intercambio
con
ellos.
El
segundo
artículo,
de esa
revista,
tiene el
título
de
“Autoridad
de la
Doctrina
–
Control
Universal
de la
Enseñanza
de los
Espíritus”.
Veamos
este
trecho:
Por
grande,
bella y
justa
que sea
una
idea, es
imposible
que ella
una,
desde el
inicio,
todas
las
opiniones.
Los
conflictos
que de
ella
resultan
son la
consecuencia
inevitable
del
movimiento
que se
opera;
son aún
necesarios
para
mejor
hacer
resaltar
la
verdad,
y es
útil que
ocurran
en el
comienzo,
para que
las
ideas
falsas
sean más
listamente
gastadas.
Los
Espíritas
que
conciban
algunas
de
ellas,
temerosos
deben,
pues,
estar
perfectamente
tranquilos.
Todas
las
pretensiones
aisladas
caerán,
por la
fuerza
de las
cosas
delante
del gran
y
poderoso
criterio
del
control
universal.
No es a
la
opinión
de un
hombre
que se
unirá,
es la
voz
unánime
de los
Espíritus;
no
será un
hombre,
no más
nosotros
que de
otro,
que
fundará
la
ortodoxia
espírita;
no será,
no más,
un
Espíritu
viniendo
a
imponerse
a
quienquiera
que sea:
será
la
universalidad
de los
Espíritus
comunicándose
sobre
toda la
Tierra
por
orden de
Dios;
ahí está
el
carácter
esencial
de la
Doctrina
Espírita;
ahí está
su
fuerza,
ahí está
su
autoridad.
Dios
quiso
que su
ley se
asentara
sobre
una base
incuestionable,
fue por
eso que
no la
hizo
reposar
sobre la
cabeza
frágil
de un
único
hombre.
(KARDEC,
1993h,
p.
104-105,
negrita
nuestra).
Queda,
por lo
tanto,
claro
que el
cuestionamiento
debe aún
surgir,
y la
discusión,
además
de ser
algo
saludable,
puede
evitar
que
sigamos
por una
trilla
llena de
pedregullos.
Sin
embargo,
lo que
hemos
visto es
compañeros
queriendo
imponer
sus
opiniones
o
hallándolas
ser las
únicas
que
deben
prevalecer,
sin
darse
cuenta
de que
también
las
opiniones
de ellos
es
individual,
que
además
de no
tener
fuerza
de ley,
pueden
ser
justas o
no.
Avancemos.
Ahora
tenemos
en mano
la
Revista
Espírita
1867,
de la
cual
transcribiremos
tramos
de dos
artículos.
El
primero
es, en
verdad,
una
pequeña
nota en
que se
menciona
el
periódico
Progrès
Espiritualiste:
Un nuevo
periódico
apareciendo
dos
veces
por mes,
desde el
15 de
abril,
en el
formato
del
antiguo
Avenir,
al cual
él
anuncia
adhesión.
El
Avenir
fue
hecho el
representante
de ideas
a las
cuales
no
podíamos
dar
nuestra
adhesión.
No es
una
razón
para que
esas
ideas no
tengan
su
órgano,
a fin de
que cada
uno esté
de modo
a
apreciarlas,
y que se
pueda
juzgar
de su
valor
por la
simpatía
que
ellas
encuentran
en la
mayoría
de los
Espíritas
y su
concordancia
con la
enseñanza
de la
generalidad
de los
Espíritus.
El
Espiritismo
no
adoptando
sino los
principios
consagrados
por la
universalidad
de la
enseñanza,
sancionado
por la
razón y
por la
lógica,
siempre
caminó,
y
siempre
caminará
con la
mayoría;
es lo
que hace
su
fuerza.
No hay,
pues,
nada que
temer de
las
ideas
divergentes;
si ellas
son
justas,
prevalecerán,
y serán
adoptadas;
si son
falsas,
caerán.
(KARDEC,
1999, p.
191,
negrita
nuestra).
Queremos
llamar
la
atención
para el
“siempre
caminará
con la
mayoría”,
pues
piensan
algunos
que
Universalidad
significa
unanimidad
de la
enseñanza,
incluso
porque
esta
palabra,
algunas
veces,
es
utilizada
pareciendo
tener
este
sentido;
pero, a
nuestro
modo de
ver,
significa
la
“mayoría”
y no
“todos”.
De las
consideraciones
de
Kardec
en el
artículo
“Fernande
– novela
espírita”,
transcribimos:
Se
espanta,
finalmente,
de ver
Fernande,
Espíritu
avanzado,
sostener
esta
proposición
de otro
tiempo:
“Laura
se hace
madre;
Dios
tuvo
piedad
de ella,
y llamó
a él ese
niño. A
veces
ella
viene a
volverla
a ver.
Ella es
triste,
porque
estando
muerta
sin
bautismo,
no
gozará
jamás de
la
contemplación
divina.”
Así, he
ahí un
Espíritu
que Dios
llama a
él, y
que es
para
siempre
infeliz
y
privado
de la
contemplación
de Dios,
porque
no
recibió
el
bautismo,
cuando
no
dependió
de él
recibirlo,
y que la
falta es
del
propio
Dios que
lo llamó
muy
pronto.
Fueron
esas
doctrinas
que
hicieron
tantos
incrédulos,
y se
esperan
hacerlas
pasar
con el
favor de
las
ideas
espíritas
que
toman
raíces,
engañan;
se
aceptarán
las
ideas
espíritas
de lo
que es
racional
y
sancionado
por la
universalidad
de la
enseñanza
de los
Espíritus.
Si hay
aún ahí
de la
transacción,
ella es
inhábil.
Colocamos
a ese
respecto
que,
sobre
mil
centros
espíritas
donde
las
proporciones
que
acabamos
de
criticar
serían
sometidas
a los
Espíritus,
de ellas
novecientos
noventa
serán
resueltas
en
sentido
contrario.
Fue la
universalidad
de la
enseñanza,
sancionada,
además
de eso,
por la
lógica,
que hizo
y que
completará
la
Doctrina
Espírita.
Esta
doctrina
agota,
en esa
universalidad
de la
enseñanza
dada
sobre
todos
los
puntos
del
globo,
por
Espíritus
diferentes,
y en
centros
completamente
extraños
unos a
los
otros,
y que no
sufren
ninguna
presión
común,
una
fuerza
contra
la cual
lucharían
vanamente
las
opiniones
individuales,
sea de
los
Espíritus,
sea de
los
hombres.
La
alianza
que se
pretendía
establecer
de las
ideas
espíritas
con
ideas
contradictorias,
no
pueden
ser sino
efímeras
y
localizadas.
Las
opiniones
individuales
pueden
conectar
a
algunos
individuos,
pero
forzosamente
circunscritas,
ellas no
pueden
conectar
la
mayoría,
a menos
de tener
la
sanción
de esa
mayoría.
Repelidas
por el
mayor
número,
son sin
vitalidad,
y se
extinguen
con sus
representantes.
Es decir
el
resultado
de un
cálculo
todo
matemático.
Si,
sobre
mil
centros,
hay 990
de ellos
donde se
enseña
la misma
lección,
y diez
de una
facción
contraria,
es
evidente
que la
opinión
dominante
será la
de 990
sobre
1000,
quiere
decir,
la casi
unanimidad.
¡Pues
bien!
estamos
ciertos
de hacer
una
parte
muy
amplia
en las
ideas
divergentes,
llevándolas
a un
centésimo.
No
formulando
un
principio
antes de
estar
asegurado
por el
consentimiento
general,
estamos
siempre
en
consonancia
con la
opinión
de la
mayoría.
(KARDEC,
1999, p.
230-231,
negrita
nuestra).
Refuerza
el hecho
de que
no es
cuestión
de
unanimidad,
pero,
sí, de
“la
mayoría”,
para
considerarse
algo
nuevo,
especialmente
como un
punto
doctrinario.
En La
Génesis,
en el
artículo
“Doctrina
de los
ángeles
caídos y
de la
pérdida
del
paraíso”
hay la
siguiente
nota
explicativa:
Cuando,
en la
Revue
Spirite
de enero
de 1862,
publicamos
un
artículo
sobre la
interpretación
de la
doctrina
de los
ángeles
caídos,
presentamos
esa
teoría
como
simple
hipótesis,
sin otra
autoridad
fuera de
la de
una
opinión
personal
controvertida,
porque
nos
faltaban
entonces
elementos
bastantes
para una
afirmación
perentoria.
La
expusimos
a título
de
ensayo,
con
miras
para
provocar
el
examen
de la
cuestión,
decidido,
sin
embargo,
a
abandonarla
o
modificarla,
si fuera
preciso.
Presentemente,
esa
teoría
ya pasó
por la
prueba
del
control
universal.
No sólo
fue
bien-aceptada
por la
mayoría
de los
espíritas,
como la
más
racional
y de más
concordancia
con la
soberana
justicia
de Dios,
más
también
fue
confirmada
por la
generalidad
de las
instrucciones
que los
Espíritus
dieron
sobre el
asunto.
Lo mismo
se
verificó
con la
que
concierne
al
origen
de la
raza
adámica.
(KARDEC,
2007y,
p. 262,
grifo
nuestro).
Muy
interesante
Kardec
dice, en
su
justificación,
que “No
sólo fue
bien-aceptada
por la
mayoría
de los
espíritas”,
pues
valora
la
opinión
también
de los
encarnados
sobre
determinado
punto,
probablemente,
conectada
a la
cuestión
de la
lógica y
de la
razón.
Esa
ciertamente
es la
razón
por la
cual
siempre
publicaba
alguna
cosa
esperando
ver la
reacción
que ella
provocaría
en los
espíritus.
Nuevamente
resaltamos
que
“generalidad”
no es
unanimidad,
para que
quede
bien
entendida
esa
cuestión.
Creemos
que dos
otras
palabras
de
Kardec,
que el
compañero
Elio
Mollo,
web Era
del
Espíritu
(www.eradoespirito.net),
nos
recordó,
vía
email,
pueden
añadir
algo
importante
a
nuestro
estudio.
La
primera
consta
de El
Libro de
los
Médiums,
cap.
III,
ítem 35:
[…] Los
que
deseen
conocer
todo de
una
ciencia
deben
necesariamente
leer
todo
lo que
se halle
escrito
sobre la
materia,
o, por
lo
menos,
lo que
haya de
principal,
no
limitándose
a un
único
autor.
Deben
aún
leer los
pro y
los
contra,
las
críticas
como las
apologías,
enterarse
de los
diferentes
sistemas,
a fin
de poder
juzgar
por
comparación.
Por ese
lado,
no
preconizamos,
ni
criticamos
obra
alguna,
ya que
no
queremos,
de
ningún
modo,
influenciar
la
opinión
que de
ella se
pueda
formar.
Trayendo
nuestra
piedra
al
edificio,
nos
colocamos
en las
hileras.
El dice
que con
Kardec
cierra
el texto
merece
una
buena
reflexión
por
todos
nosotros:
“no
alimentamos
la
ridícula
pretensión
de ser
el único
distribuidor
de luz”.
La
segunda
se
encuentra
en la
obra
Catálogo
Racional
–
obras
para
fundarse
una
biblioteca
espírita;
eso debe
parecer
griego
para
muchos
espíritas;
pero,
sí,
querido
lector,
Kardec
publicó
una obra
con este
título.
Veamos
lo que
él dice
en el
inicio
del
capítulo
“Obras
Contra
el
Espiritismo”:
Prohibir
un libro
es señal
de que
se lo
teme.
El
Espiritismo,
lejos de
temer la
divulgación
de los
escritos
publicados
contra
sí y
prohibirles
la
lectura
a sus
adeptos,
llama la
atención
de estos
y del
público
para
tales
obras,
a fin
de que
puedan
juzgar
por
comparación.
[…].
(KARDEC,
2004, p.
85,
negrita
nuestra).
En esas
dos
palabras,
se
destacan
esos
puntos:
“es
prohibido
prohibir”;
“no se
debe
criticar
(negativamente)
obra
alguna”;
“no
limitarse
a la
lectura
de un
sólo
autor”;
“leer
todo,
sea a
favor o
contra”;
“debemos
juzgar
por
comparación”
y cabe
“al
lector
separar
la
cizaña
del
trigo”.
Infelizmente,
nada de
eso es
observado
por la
gran
mayoría
de los
espíritas
de esa
tierra
de los
tupiniquins.
Creemos
que,
aquí,
tenemos
buenas
informaciones
sobre
las
cuales
debemos
reflejar
con más
cariño,
pues,
casi
todos
nosotros,
estamos,
de forma
alguna,
queriendo
imponer
nuestras
ideas a
los
otros
sobre
esa
cuestión
del
CUEE.
Para
nosotros,
quedó
bien
claro la
cuestión
de no
poder
desconsiderar
la
opinión
de
eminentes
estudiosos,
debemos
oírlos,
sí, pero
eso no
quiere
decir
que
siempre
estén
ciertos,
sólo que
debemos
dar una
mayor
atención
a lo que
dicen. Y
que
muchos
compañeros,
sin
tener
opiniones
contrarias
de otros
Espíritus,
niegan
los
puntos
presentados
por
otros,
combaten
ciertas
ideas
venidas
por
algunos
de
ellos,
contrariando
lo que
el
Codificador
orienta.
Por otro
lado,
cuando
presentamos
a una
persona
de esa,
o sea,
un
estudioso
de la
doctrina,
para
justificar
algún
punto
que
hallamos
correcto,
vemos
una
negación
sistemática
de lo
que él
piensa,
para con
eso,
hacer
prevalecer
la
opinión
de quien
niega el
punto,
es algo
como que
un tiro
por la
culata,
pues, si
quién
niega no
acepta
la
opinión
de un
estudioso,
¿por qué
nosotros,
que le
oímos o
leemos,
deberemos
aceptar
la de
él, ya
que
también
lo que
piensa
es una
opinión
individual?
Infelizmente,
no pocos
son los
que se
comportan
como
siendo
los
dueños
de la
verdad;
a esos,
dirigimos
esta
frase de
Kardec:
“El
hombre
que
juzga
infalible
su razón
está muy
cerca
del
error”.
(KARDEC,
2007a,
p. 38).
Referências
bibliográficas:
KARDEC,
A. A
Gênese.
Rio de
Janeiro:
FEB,
2007e.
KARDEC,
A.
Catálogo
racional
– obras
para se
fundar
uma
biblioteca
espírita.
São
Paulo:
Madras:
USE,
2004.
KARDEC,
A. O
Livro
dos
Espíritos
–
primeira
edição
de 18 de
abril de
1857.
São
Paulo:
IPECE,
2004.
KARDEC,
A. O
Livro
dos
Espíritos.
Rio de
Janeiro:
FEB,
2007a.
KARDEC,
A. O
Livro
dos
Médiuns.
Rio de
Janeiro:
FEB,
2007b.
KARDEC,
A.
Obras
Póstumas.
Rio de
Janeiro:
FEB,
2006a.
KARDEC,
A.
Revista
Espírita
1858.
Araras,
SP: IDE,
2001a.
KARDEC,
A.
Revista
Espírita
1864.
Araras,
SP: IDE,
1993h.
KARDEC,
A.
Revista
Espírita
1866.
Araras,
SP: IDE,
1993i.
KARDEC,
A.
Revista
Espírita
1867.
Araras,
SP: IDE,
1999.
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