Las influencias
del campo
material sobre
la
energía eterna
El plan
material, de
hecho,
influencia
notablemente la
vida del
Espíritu
reencarnado, en
perfeccionamiento.
La suma de los
sentimientos
diversificados e
intensificados;
las sensaciones
generadas por el
cuerpo físico,
ahora con dolor,
hambre, frío,
calor, junto con
las experiencias
vivenciadas con
el núcleo más
próximo, familia
y amigos y,
consecuentemente,
con los otros
núcleos
sociales; aun el
bagaje moral que
el Espíritu trae
consigo –aunque
esto también
dependa de
cierto
posicionamiento
social que
favorezca o deje
de hacer en su
actual
existencia – son
factores en
efecto
influyentes para
el desarrollo de
la criatura
humana en su
nueva
encarnación.
Algo muy
eminente en las
vivencias de una
persona es que
sólo será trazo
definitivo en su
íntimo lo que se
aprehendió por
completo, lo que
verdaderamente
consiguió
asimilar, pues,
caso no sea así,
ese Espíritu, en
contacto con las
numerosas
vicisitudes
comparadas a las
contables
ocasiones
benéficas, en
cuestión de muy
poco tiempo,
revelará el
estancado nivel
donde aún se
encuentra.
De esta manera,
el contexto
cultural y el
biológico
influyen sobre
el ser
reencarnado. La
cultura en la
cual está él
insertado en
mucho
determinará su
desarrollo. La
manera, también,
de cómo el
cerebro se
desarrolle y se
forme será una
posibilidad más
favorable o no
para la persona
en cuestión,
pues los genes
que determinan
las proteínas
participantes
del desarrollo
del cerebro
influencian en
la forma como
alguien se
comportará.
Es, de hecho,
sorprendente y
maravillosa la
observación
realizada por
medio de
investigaciones
científicas en
búsqueda del
entendimiento de
lo que es un ser
humano, o sea,
el alma
revestida de su
periespíritu,
más el cuerpo
material, su
nuevo
instrumento de
trabajo.
La Perfección
Divina está en
todo. La
perfección de
los pequeñitos,
de los
invisibles
detalles es
loable e
incomparable.
En la etapa
donde la mayoría
de nosotros se
encuentra, sin
duda, somos muy
influenciados
por la materia,
aunque nuestra
mayor aspiración
deba ser la
liberación por
medio del
progreso. Somos
influenciados
desfavorablemente,
con mayor
insistencia,
debido a la
imperfección de
nuestros
pensamientos,
sentimientos y
actos, pero que
en un
determinado
tiempo, con
esfuerzo y
elevación,
dejaremos de
tenerla.
Si las
consecuencias de
las
imperfecciones
del organismo y
del Espíritu se
hacen
inevitables, es
necesario tener
en mente que
todo ser humano
es, antes de
todo, espíritu,
energía eterna,
y serán valiosos
siempre el
empeño y la
determinación en
perfeccionar su
esencia. Una
actitud
contraria a eso
sería una
rendición y un
evidente retraso
en nuestro
progreso
espiritual.
La vida, en su
totalidad, es
riqueza
infinita; las
oportunidades a
nosotros
concedidas,
luces vivas de
amor. No debemos
ni podemos
desperdiciarlas.
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