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Caminando por el bosque,
una pequeña Lagartija
subió a un gran árbol y
después, como era muy
pequeña, no supo cómo
bajar.
Al mismo tiempo, una
Jirafa, que estaba en el
bosque alimentándose de
las hojas de los
árboles, especialmente
de las más delicadas que
eran sus favoritas, iba
a comer unas hojitas
cuando escuchó un
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ruido diferente.
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Era la pequeña Lagartija
que lloraba porque no
podía bajar del árbol.
La Jirafa buscó y
encontró a la Lagartija
entre las hojas – ¡y
justo entre las hojas
que estaba a punto de
masticar!
- ¿Qué estás haciendo
aquí en lo alto? ¿Quién
eres tú?
La Lagartija dejó de
llorar y miró a quien le
estaba hablando.
- ¡¿Quién eres tú toda
pintada?!... – preguntó
ella.
- Yo pregunté primero y
soy mayor. Tengo
preferencia. ¿Quién eres
tú?
La pequeña Lagartija
miró aquella cara tan
grande junto a ella, vio
la enorme boca y decidió
responder:
- ¡Yo soy Lagartija! ¿Y
usted?
- ¡Ah! ¡Yo soy Jirafa!
¿Pero por qué estás
llorando, pequeña?
- ¡Ah, doñaJirafa!
Es una larga historia.
¡Perdí a mi mamá y ahora
no sé cómo volver a
casa! ¡Por eso estoy tan
triste! Buá… buá… buá…
Y se puso a llorar de
nuevo.
La Jirafa, que no podía
aguantar más el
lloriqueo, dijo:
- ¡Deja de llorar,
pequeña Lagartija! Voy a
ver qué puedo hacer por
ti. ¡Aquí en el bosque,
tenemos un sistema de
comunicación muy bueno!
¡Uno grita y los demás
escuchan!
- ¡Ah!... ¡Qué
interesante! - exclamó
la Lagartija, dejando de
llorar.
- ¡Pues sí! ¡Entonces,
voy a preguntar si
alguien conoce a tu
familia!
Y la Jirafa, levantando
aún más el cuello, se
puso a emitir sus
sonidos. Pero éstos eran
tan fuertes para la
pobre Lagartija que se
tapó sus delicados
oídoscon sus dos
patitas.
- ¡Socorro! ¡No aguanto
esos gritos!... –
prensaba ella,
escondiéndose en una
grieta del árbol.
Terminada la
comunicación, la Jirafa
buscó a la pequeña y no
la encontró.
- ¡Lagartija!
¡Lagartija! ¿Dónde
estás?...
Y empezó a buscarla por
todos lados, en las
ramas más altas, las más
bajas, hasta que vio un
bichito acurrucado, con
la cabeza escondida
entre dos hojitas.
- ¡Ah! ¡Finalmente te
encontré, pequeña
Lagartija! Bien. Hablé
con los otros animales
del bosque, pero ninguno
conoce a tu mamá. Ellos
van a buscarla y, si la
encuentran, la traerán
aquí. ¿Está bien?
- Gracias, Doña Jirafa.
¿Pero qué hago ahora?
- Quédate quietecita,
alimentándote de estas
hojitas que te gustan.
Pero pasaron los días y
no aparecía la mamá de
la Lagartija. Hasta que
ella pidió:
- Doña Jirafa, usted que
camina tanto por ahí,
¿no podría llevarme en
su lomo?
Tal vez encuentre a mi
mamá. ¡Prometo no
incomodarla!
La Jirafa aceptó y
fueron juntas por el
bosque. La pequeña
Lagartija no descansaba
un minuto, observando
todo a su alrededor,
preocupada por encontrar
a su madre.
Hasta que, algunos días
después, en cierto
momento, al pasar cerca
de un árbol, la pequeña
Lagartija vio un pequeño
bulto conocido, y pidió
a su amiga:
- ¡Doña Jirafa! Por
favor, ¿puede parar un
poquito? Creo que vi a
mi mamá en ese árbol que
acabamos de pasar.
La Jirafa se detuvo y la
pequeña Lagartija
examinó el lugar,
encontrando a su mamita:
- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Soy yo,
tu hija!
Doña Lagartija dejó de
trabajar cuando escuchó
aquella voz tan
conocida: |
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- ¡Es mi hija! ¡Pequeña
Lagartija!
¿Dóndeestás?
De repente, Doña
Lagartija vio un enorme
cuello y se asustó:
- ¿Qué es eso? ¡Una
Jirafa enorme! ¡Que Dios
me ayude!
Pero, de lo alto de la
cabeza de Doña Jirafa,
surgió su hijita
contenta:
- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Aquí
estoy! ¡Mira, en la
cabeza de Doña Jirafa!
La mamá Lagartija miró y
acabó descubriendo a su
hija en medio de los
pelos de la jirafa:
- ¡Hija mía! ¿No tienes
miedo de caerte de ahí?
- ¡No, mamá! Doña Jirafa
es mi amiga. Hace días
que estamos buscándote.
¡Québueno que te
encontramos, mamá!
Doña Jirafa abrió su
gran boca en una inmensa
sonrisa:
- ¡Qué felicidad haberla
encontrado, Doña
Lagartija! Su hija
estaba muy preocupada.
- Gracias, Doña Jirafa,
por todo lo que hizo por
mi hija, y estaré
agradecida siempre.
La Jirafa sonrió de
nuevo y dijo:
- Siempre he pensado que
todos tenemos que
ayudarnos mutuamente.
Por eso, siempre que
puedo, presto ayuda a
quien está en
dificultades. Así,
cuando yo lo necesite,
tendré también a alguien
que me ayude. Entonces,
vayan con Dios. ¡Les
deseo muchas
felicidades!
Doña Lagartija miró a la
enorme Doña Jirafa y
respondió:
- Me gusta su actitud,
Doña Jirafa. Y voy a
comenzar a actuar así
también. Por eso, si
necesitaayuda algún día,
puede contar con
nosotros, ¿verdad, hija?
- ¡Claro, mamá! ¡Mi
amistad con Doña Jirafa
ahora es para siempre!
La Jirafa fue por un
lado y las dos
Lagartijas fueron por el
otro, pero muy contentas
por la amistad que
habían hecho.
MEIMEI
(Mensaje psicografiado
el 29/06/2015.)
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