Obra central:
Estudiando
“Nuestro Hogar”
Autoria:
Carlos A.
Baccelli e
Inácio Ferreira
(Espíritu)
Sinopsis:
En este libro,
el Dr. Inácio
Ferreira aborda
algunos de los
temas que, de
manera magistral
e inédita, son
estudiados por
André Luiz en la
obra “Nuestro
Hogar”, la
primera obra de
André
psicografiada
por el médium
Francisco
Cândido Xavier.
Editora: LEEPP.
Como en otras
obras, ese
Espíritu
fascinador que
se titula Dr.
Inácio Ferreira
continúa, por el
médium Carlos
Antônio
Baccelli, su
faena de atacar
a los espíritas
serios, de
ridiculizar el
Espiritismo,
intentando
disminuirle el
valor, a través
de diálogos
triviales,
chulos y, a
veces, impropios
para comentarios
en círculos de
algún
afinamiento
espiritual.
Ahora, tras
intentar
minimizar la
figura de Chico
Xavier a través
de la obra
“Chico Xavier
Responde”,
intenta
minimizar su
obra de mayor
impacto:
“Nuestro Hogar”.
Quién lee el
título de la
obra imagina que
tendrá en la
mano un estudio
serio, del punto
de vista
espiritual,
sociológico,
esperando unos
detalles más
avanzado de cómo
se desarrollan
las actividades
allá.
Como se sabe,
“Nuestro Hogar”
es una comunidad
formada por
Espíritus
desencarnados,
donde intensas
actividades de
socorro, de
educación
espiritual y de
preparación de
nuevas
encarnaciones
son llevadas a
efecto. Pero, la
decepción del
lector se
acentúa a medida
que lee esa
parodia infeliz,
que presenta
diálogos
pueriles,
vaciados en el
mismo lenguaje
rastrero,
incompatible con
la seriedad y
dignidad de la
doctrina
espírita,
conforme sus
obras
anteriores.
*
Colocaremos las
palabras del
libro en negrita
y nuestros
comentarios en
tipo normal.
Luego en el
inicio, el
pseudo Dr.
Inácio
transcribe un
diálogo en que
sus
interlocutores
lo adulan, y él,
como siempre, no
pierde la
oportunidad de
vanagloriarse:
– ¡Tal vez por
el lenguaje
utilizado, mi
modo espontáneo
de ser – no
consigo ser el
Inácio que
muchos quieren
que yo sea!
– ¡No es sólo
por el lenguaje,
no! – observó la
compañera – El
problema es que
el señor es
directo en lo
que dice: no
efectúa rodeos
con la palabra.
(20)
Una afirmación
atribuida a
André Luiz: “No
adiestró órganos
para la vida
nueva”, es usada
en una
conversación
propia de mesa
de bar, entre
Manoel Roberto y
Domingas, que
dice: “¡Tengo
que controlarme
para no atacar
las ollas... de
la Tierra! ¡Si
no fuera por la
relativa
aclaración que
poseo, estaría
vampirizando a
los invetéranos
comedores de
carne pimentada!
Después de un
breve intervalo,
Manoel Roberto
testimonió:
- Confieso que,
por mi parte, no
adiestré los
órganos
sexuales…No
preciso decir
más. ¿O preciso?
(21)
El Dr. Inácio no
esclarece cómo
funciona ese
correo del Mundo
Espiritual, que
le lleva cartas
de la Tierra y
las coloca sobre
su mesa...
... revolviendo
papeles sobre la
mesa, me deparé
con la carta que
una hermana me
hubo dirigido de
la Tierra.
- Dr. Inácio, -
escribía ella -,
quedo encantada
(sic) con su
amor a los
animales...
(95)
A partir de ahí,
el Dr. Inácio
usa cinco
páginas del
libro en que
pretende
estudiar
“Nuestro Hogar”,
para discurrir
de manera sin
compromiso con
la seriedad
esperada en una
obra espírita,
sobre gatos y
reencarnación,
terminando con
esa afirmación
irresponsable,
capaz de
confundir a
cualquier
neófito que
esté interesando
en informarse
sobre evolución
espiritual,
cuando afirma
que el espíritu
que estaciona en
un gato puede
pasar
directamente a
animar un cuerpo
humano:
Así como Sonia
(una gata que
fue de él cuando
encarnado)
puede estar en
una de esas
morenas que
desfilan en la
Avenida Nuestra
Señora de
Copacabana, en
Rio de Janeiro,
su Lênis –
¿quién sabe? –
puede estar en
uno de esos
recién-nacidos
aún sin nombre,
a la espera de
sus brazos, que,
como los míos,
también se
frustraron para
la bendición de
la maternidad en
esta vida. ¡Yo
tengo plena
convicción de
que usted se
derretirá toda,
al oír a uno de
esos niños
llamarla mamá o
abuela!
(100)
Sólo en el
capítulo 13, ya
en la página 108
del libro, es
que se forma un
grupo para
estudiar
“Nuestro Hogar”.
Hasta aquí,
diálogos
proscritos,
entremezclados
con auto-elogios
o de
intimidación del
Dr. Inácio:
– ¿El señor,
entonces, va a
continuar
escribiendo? –
indagó por
último.
– Yo no soy
hombre de
intimidarme,
querido.
¡Adelante
bien!
(107)
Es importante
que se atienda a
los diálogos
establecidos
entre el Dr.
Inácio, el Dr.
Odilon, Domingas
y Manoel
Roberto. Todos
están en el
mismo plano
espiritual y
tejen
comentarios
sobre las
sensaciones de
los espíritus en
el Mundo
Espiritual, como
si allá no
estuvieran,
todos, inclusive
los 150
participantes
del panel,
sujetos a las
mismas
condiciones:
– Un poco más
adelante – ricé
–, en este
segundo
capítulo, en el
sexto párrafo,
André Luiz
considera
textualmente: “Persistían
las necesidades
fisiológicas sin
alteración.”
El auditorio
estaba en
suspenso.
(115) ¿Será que
no tenían noción
de la propia
condición de
espíritus
desencarnados?
¿Necesitarían
estudiar eso en
un seminario?
¿La obra en
análisis no se
destina al
estudio de
“Nuestro Hogar”?
El “estudio”
prosigue como se
fuera una
conversación
informal entre
desocupados...
¿Será que los
150
participantes
estarían allí
para oír un
“diálogo”
relajado?
Obsérvese esa
afirmación al
Dr. Odilon que,
según el Dr.
Inácio, é un
orientador,
distorsionando
la ley de causa
y efecto:
– Conocí a una
persona que
tenía vanidad
del timbre de la
propia voz...
Desgraciado, con
toda certeza, si
ya no aconteció,
irá a renacer
mudo o con una
voz igual a mí:
¡más ronca,
imposible!
(130)
A continuación,
completamente
fuera de
contexto, tal
vez para llenar
páginas del
libro,
transcribe la
carta atribuida
al Senador
Públio Lentulus,
terminando el
capítulo con
esta
justificación de
la salida del
asunto:
- ¿Ustedes están
viendo como la
gente va lejos,
cuando se
dispone a
estudiar
cualquier tema
de la Vida a la
luz de la
Doctrina, que es
Fe Razonada?
(132)
Prosiguiendo,
gastando páginas
con bromas,
malgastando el
tiempo de quien
compró un libro
en la búsqueda
de aclaración,
pues a pesar de
tener la obra el
título
Estudiando
“Nuestro Hogar”,
en el capítulo
que toca la
cuestión del
vestuario de los
desencarnados,
nada añade de
aclaración.
Sólo bromas y
auto-elogio:
– ¡Mire, Doctor,
en su compañía,
yo quedaría
hasta doscientos
(años en el
Umbral); sin
embargo, sin el
señor, ni un
sólo día!
(139)
En los capítulos
siguientes,
prosigue en un
relato de
conversación
banal,
entremezclado de
citas de tramos
de “Nuestro
Hogar”, sin, sin
embargo, tejer
comentarios
dirigidos a la
mayor
comprensión del
libro.
Anuncia una ida
a la Fundación
Emmanuel a fin
de tratar de un
asunto muy
serio, pero lo
que hacen, él y
su grupo,
acompañados del
Director de la
Fundación, es
venir a la
Superficie a
visitar una
institución
espírita. Luego,
comenta y
existencia de
perros y
caballos,
referidos por
André Luiz, no
resistiendo a la
tentación de
hacer sus
comentarios:
– Caballos y
perros que,
además de comer,
hacen sexo...
– ¡Yo sabía que
el señor
llegaría ahí! –
comentó Domingas.
(254)
A continuación,
vuelve a dar en
la tecla de la
reencarnación en
el Mundo
Espiritual:
– ¿Qué diríais
vosotros si
aquí, en el
Mundo
Espiritual, los
hombres pudieran
relacionarse
sexualmente,
como se
relacionan, sin
función
reproductora?
Volviéndome en
la dirección de
Rodrigo,
interrogué:
– ¿Usted sabe de
alguno de sus
compañeros, o
usted mismo, que
no haga sexo por
aquí?
– No, Doctor, no
me pida nombres.
Pero no sé de
nadie – se
relajó el
inteligente
muchacho,
llevando a los
compañeros a
sonreír.
(255)
A continuación,
comenta el hecho
de haber huertos
en “Nuestro
Hogar”,
concluyendo que
si hay
reproducción
vegetal, hay
también la
humana, olvidado
de que los
frutos de un
árbol no
constituyen una
individualidad:
– ¡Eso es una
clase de
botánica! Bromeó
Domingas.
– Muchos dirán
que es
pornografía...
¡Una banana para
ellos, de
preferencia
verde!
(256)
El mismo error
de
interpretación
el Dr. Inácio
comete cuando
comenta la
existencia del
íbis, aquella
ave semejante al
urubu. Se sabe
que esas aves,
como perros y
caballos, se
manifiestan en
el Mundo
Espiritual con
sus
periespíritus,
conforme se da
con los hombres,
pero también ahí
el Dr. Inácio
siembra
confusión:
– Sin embargo,
querida mía, la
especie
mencionada por
André Luiz,
íbis viajor,
como dijo, es
nativa del Mundo
Espiritual,
aunque en
ninguna de las
especies, con
que esa ave
zancuda se
parece en la
Tierra, revela
las mismas
características,
o sea: “devoraron
las formas
mentales,
odiosas y
perversas,
entrando en
lucha franca con
las tinieblas
umbralinas”…
(258/259)
Siempre huyendo
de hacer
comentarios
sobre “Nuestro
Hogar”, como es
propuesto en el
título de la
obra, Dr. Inácio
transcribe el
siguiente
diálogo, con el
joven Rodrigo,
acerca del baño:
– ¡Aquí tomo más
baño de lo que
tomaba allá
debajo, cuando,
tantas veces,
llegando sudado
del fútbol!...
– ¡Yo no sabía
que estábamos
conversando con
un goleador!
– ¡Portero,
Doctor – yo era
portero! Mi
madre tenía que
pelear conmigo
para que yo no
durmiese sin el
baño…
– ¡Y goleador
apestoso!
– ¡Tenis pestoso
más! Yo era
portero de
fútbol de
salón...
– Entonces, su
madre, Rodrigo,
es una santa:
aquel gol dentro
de casa, a la
noche...
(262)
Y el diálogo
humorístico
continúa:
– ¿Viste, mi
hijo, como soy
portador de
enfermedad
contagiosa?
– ¡Quién me hubo
dado poseer, por
lo menos, la
mitad de las
enfermedades del
señor!
– ¡Pronto! Ahora
está empujándome
la bolsa... Y lo
peor, no, lo
mejor es que
espíritu también
tiene eso...
(Literalmente,
abriendo un
paréntesis,
dejadme aquí
apreciar la cara
de los ortodoxos
que, con
certeza, estarán
exclamando, casi
con espuma por
la boca:
¡Blasfemia! ¡Pornografia!
¡Mistificação! ¡Espíritu
chulo! Anátema!
¡Para la
hoguera! Sabe
cuál es mi
respuesta: ¡ah,
ah, ah, ah!...)
(264)
Conforme ya fue
dicho, el libro
es constituido
de diálogos
proscritos, de
bromas y de
referencias
desairosas a
espíritas y al
Movimiento
Espírita, cuando
no es un
discurso
adulador al Dr.
Inácio:
– El personal lo
estima mucho,
Doctor – ponderó
Domingas. – ¡ara
cada uno que le
tuerce la nariz,
el señor tiene
mil que le
sonríen!
– Yo no merezco,
no...
– ¡Merece, sí!
– ¿La nariz
torcida?
– El señor se
está refiriendo
es a él?
– ¿Pensó que
fuera el qué,
Domingas?
– ¡Ese Inácio!
Dios lo hizo y
rompió la forma
– suspiró
Modesta.
– ¡Rompió de
arrepentimiento!
¡Y lo peor es
que me hizo
inmortal: ahora
tiene que
aguantarme por
la Eternidad!...
(268/269)
Algo difícil de
ser entendido es
el hecho de que
Espíritus –
habitantes del
Mundo Espiritual
– se reúnan, en
un seminario,
para recibir
aclaraciones
básicas de
hechos que viven
habitualmente,
como
alimentación,
higiene, uso de
vestuario, etc.
Inicialmente, el
grupo era de
150, pero
creció:
– Domingas,
vosotros estáis
engañándome...
¡Aquí hay más de
453 personas!
(271)
En ese capítulo,
anunció que iría
a hablar sobre
el agua en
“Nuestro Hogar”,
pero sólo tejió
comentarios
filosóficos y
bíblicos,
terminando así:
- ¡Entonces,
podemos concluir
que, en verdad,
la
desencarnación
es un fenómeno
de
deshidratación!
(273)
En los capítulos
siguientes, nada
de estudio sobre
“Nuestro Hogar”.
El Dr. Inácio
recibe en su
consulta, como
si fuera en la
Tierra, clientes
citados. Su
mesa, en
desorden, se
encontraba
abarrotada de
cartas llegadas
de la Tierra, a
las cuales él
debería
responder. Sólo
no explicó como
ellas llegaron
ni como
seguirían las
respectivas
respuestas...
Continuando,
relata
conversaciones
sin ninguna
conexión con el
título del
libro, citando
tramos de la
obra de André
Luiz, pero sin
cualquier
esclarecimiento
serio.
Comentando la
entrevista que
André Luiz tuvo
con Clarêncio –
que daría
enseñanza a
serias
reflexiones – no
pierde la
oportunidad de
hacer humor de
mal gusto, tras
citar la postura
del Ministro, en
vez de citar su
enseñanza:
–
Clarêncio, con
todo, se levantó
sereno y habló
sin
afectación”...
– ¿El señor que
observó en esta
frase? ¡Ella no
tiene nada! –
objetó la señora
de inteligencia
vivaz.
Mirando de un
lado para otro,
nuevamente
vigilando los
movimientos de
Odilon, comenté:
– Con el perdón
de la palabra,
yo observé las
nalgas...
– ¡¿Las nalgas?!
– casi que
preguntaron en
coro.
– ¡Está claro!
¡Si Clarencio se
“levantó” es
porque él estaba
sentado! ¡Y se
estaba sentado,
los espíritu
tiene nalgas!
¿Concuerdan?
– ¡Interesante!
– hizo nuestro
arañado y
humanizado
“disco de
vinilo”...
– ¡¿Interesante
el qué?! ¡¿Las
nalgas?! –
balbuceó uno de
los más
chistosos,
llevando todo el
mundo a la
carcajada.
– ¡El Ministro
Clarencio no
estaba allá
levitando, no! –
dijo, buscando
controlar al
grupo. – ¡Como
cualquier
mortal, él
estaba sentado!
¿Eso
nos lleva a
deducir el qué?
– ¡Que no faltan
sillas en el
Mundo
Espiritual! –
respondió
alguien.
– ¡Ni camas,
porque André
Luiz estaba
acostado! –
observó otro.
– ¡Que espíritu
no es una
humareda, que
ande deslizando
por ahí! – se
entrometió uno
más.
– ¡Y que,
evidentemente –
dijo yo –, con
todo respeto,
que el Ministro
no estaba
despojado de la
región glútea!
– ¡Interesante!
Y enmendé:
– ¡Que él es
humano! ¡Que
somos todos
humanos! ¡A
menos que, de
entre vosotros,
haya alguien
desprovisto de
los músculos
glúteo máximos,
medios y
mínimos!
– ¿Doctor –
preguntó la
Coordinadora,
casi no
conteniéndose –,
el señor va a
colocar eso en
libro?
– ¡¿El qué?!
¡¿Los glúteos?!
¡¿Voy, sí, por
qué no?!...
– El personal de
contra...
– Deje al pueblo
discutir si el
espíritu tiene
nalgas o no.
¡Domingas, eso
parece no tener
importancia
ninguna, pero es
muy importante
para la
comprensión de
la anatomía de
los difuntos,
que somos
nosotros!
¿Tenemos o no
tenemos el
derecho de
mantener
nuestras nalgas,
y tan
endurecidas
cuánto sea
posible?
– ¡Interesante!
– atajó el
boquiabierto
compañero.
– ¡Cualquier
cosa, la gente
puede organizar
un paseito,
Doctor!
– ¡Rápido! Hay
gente
infiltrada
aqui!...
– Y con cintas,
con decires a la
altura de…
– ¡Alto ahí! –
apartad, con el
grupo a
contorsionarse.
– ¡Reivindico
para mí el
derecho de
sugerir a los
referidos a ser
estampados en
defensa del
bumbum, pues al
fin de cuentas,
estamos
desencarnados,
pero no
descarnados!
A esa altura,
con la
aproximación de
Odilon y
Modesta,
atraídos por
nuestra
algarabía
juvenil,
entramos en
silencio.
– ¿Sobre qué
conversaban –
preguntó Modesta
–, que sonreía
tanto?
– ¡Déjennos
participar
también! – nos
sorprendió el
Instructor,
pasando
amistosamente el
brazo sobre mi
cuello.
– Saben qué es –
intenté
explicar,
guiñando para el
grupo –,
nosotros
estábamos
hablando sobre
la fisiología
compleja de
ciertos músculos
esqueléticos
que, no
perteneciendo,
propiamente, a
la región
lumbar, ni
tampoco a la
parte posterior
del muslo…
– Ah, Doctor,
simplifique:
¡sobre las
nalgas! –
exclamó Odilon,
a quien
positivamente
nada escapaba.
Entre sonrisas
que se
multiplicaron,
confieso que
sólo pude
escuchar la
fantasmagórica
voz,
repitiendo hecho
una campanilla:
–
¡Interesante!...
(343/346)
Así el Dr.
Inácio termina
su libro
“Estudiando
Nuestro Hogar”.
Esa obra, como
tantas otras
escritas por ese
Espíritu
fascinador que
se posesionó de
las facultades
del médium, es
una agresión a
la Doctrina
Espírita, a la
noble figura de
Francisco
Cándido Xavier,
a André Luiz y a
su obra
magistral.
Debe ser
recordado que
esa obra se
destinase a
esclarecer
pormenores de la
vida en el Mundo
Espiritual, ella
debería ser
dirigida a
encarnados y no
a desencarnados
que, en
auditorios,
estarían oyendo
esclarecimientos
y comentarios al
respecto de
aquello que ya
constituían la
realidad de
ellos.