Caminando por una senda
de tierra, en medio del
bosque, Lucía iba
tranquila. Vivía por los
alrededores y se dirigía
a la escuela, distante a
unos quinientos metros
de su casa.
De pronto, en medio dela
vegetación, apareció
arrastrándose una enorme
y amenazadora serpiente.
Colocándose en medio
del camino, se enroscó y
se quedó esperando.
Al principio, asustada,
la niña se detuvo. Pensó
en volver a casa. Sin
embargo, en ese momento
se acordó de todo lo que
ya había aprendido. Su
mamá siempre le decía
que todo en la
Naturaleza era creación
de Dios y que debemos
respetar cualquier forma
de vida: humana, animal
o vegetal.
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Entonces, armándose de
valor, teniendo cuidado
de mantener una buena
distancia, se dirigió al
reptil, diciendo:
- Amiga Doña Serpiente.
No tengo nada contra
usted. Al contrario,
todos somos hermanos,
porque somos hijos de un
mismo Padre, que es
Dios. Estoy yendo a mi
escuela y necesito pasar
por este lugar, que
usted está ocupando. Si
tuviera la gentileza de
dejarme pasar, le estaré
muy agradecida.
La voz de la niña,
serena y dulce,
tranquilizó al animal,
que la observaba con sus
ojitospequeños.
Entonces, pareciendo
entender lo que se le
había dicho, serpenteó
por la tierra
lentamente,
desapareciendo en medio
delas matas.
Lucía, agradeciendo a
Dios por la protección
que le había dado,
continuó su camino a la
escuela.
Durante horas, se dedicó
a lasactividades
escolares,
olvidándosedel incidente
Más tarde, casi a la
horade que tocara la
señal de salida, llegó
alguien. Era un hombre
que había socorrido a un
niño. Todavía asustado,
les contó:
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- Venía a caballo por el
caminito, cuando vi a un
niño a la distancia,
frente a mí. Tenía un
palo en la mano, y
jugaba golpeando los
árboles al bordedel
camino, asustando a los
pajaritos y persiguiendo
a los animales pequeños.
Me di cuenta que una
enorme serpiente
apareció frente de él.
Quise advertirle del
peligro, gritar para que
se quedara quieto, sin
hacer movimientos
bruscos, pero no
|
tuve tiempo. El
muchacho, ágil,
levantó el palo,
intentando
aplastar a la
serpiente. Pero
ella fue más
rápida y dando
un salto certero
y lo picó. |
- Y el muchacho, ¿cómo
estás? - preguntó la
profesora, angustiada.
- Afortunadamente, fue
socorrido a tiempo. Se
encuentra en el hospital
de la ciudad, recibiendo
atención médica. Como él
tenía una mochila de la
escuela, por el horario,
llegué a la conclusión
de que era un estudiante
que había faltado a
clase, y se la traje a
usted. ¡Aquí está! –
dijo él, entregando la
mochilaa la profesora.
- ¡Es de Roberto! ¡Ya me
parecía extraño que no
haya venido a la escuela
hoy! Muchas gracias,
señor. ¿Y sus padres ya
fueron informados?
- Precisamente por eso
vine aquí. No sé dónde
vive. Si me dice la
dirección del muchacho,
iré a avisarle a su
familia.
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La profesora le explicó
dónde vivía Roberto y el
buen hombre se
despidióapresurado.
Apenas salió el hombre,
Lucía comentó:
- ¡Debe ser la misma
serpiente que encontré
hoy en el camino!
- ¿Es cierto? ¿Has
visto una
serpiente? ¡Cuéntanos! ¿Cómo fue? – quiso
saber la profesora.
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Y Lucía, delante de la
clase quela escuchaba
con atención, contó lo
que le había sucedido,
cómo se comportó frente
al peligro y cómo la
serpiente se alejó sin
molestarla. |
El silencio se hizo en
la sala. Todos estaban
perplejos y pensativos.
Quedó muy claro cómo el
comportamiento de cada
uno había determinado
una reacción diferente
del animal. El respeto
Lucía y la agresión de
Roberto generaron
diferentes
consecuencias.
La profesora, complacida
con la lección, añadió:
- Si Roberto hubiera
venido a la escuela,
como era su deber, ahora
no estaría
sufriendonipreocupando a
sus padres. No hay nada
más que decir. La clase
ha terminado.
TIA CÉLIA
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