La sabiduría de
la
“epístola de
paja”
Es sabido, entre
los cristianos,
que Martinho
Lutero, al
referirse a la
Epístola de
Santiago, uno de
los libros que
componen el
Nuevo
Testamento, la
llamó,
peyorativamente,
de “epístola
de paja”.
Uno de los
motivos es que
ella sería
contraria a las
ideas de Paulo
relativas a la
justificación
por la fe y no
tendría, en la
visión de
Lutero, la
necesaria
fundamentación
en el Evangelio.
(¹)
Antes de
comentar el
asunto,
recordemos lo
que Santiago
escribió en el
cap. 2 de su
epístola:
“Hermanos míos,
qué aprovecha si
alguien decir
que tiene fe, y
no tuviera las
obras?
¿Por ventura la
fe puede
salvarlo?
Y, si el hermano
o la hermana
estuviesen
desnudos, y
tuviesen falta
de víveres
cotidianos,
Y alguno de
vosotros
decirles: Id en
paz, aguantaos,
y hartaos; y no
darles las cosas
necesarias para
el cuerpo, ¿qué
provecho vendrá
de eso?
Así también la
fe, si no
tuviera las
obras, es muerta
en sí misma.
Pero dirá
alguien: Tú
tienes la fe, y
yo tengo las
obras; enséñame
tu fe sin tus
obras, y yo te
enseñaré mi fe
por mis obras.”
(Santiago
2:4-18.)
En el cap. XV d’
El Evangelio
según el
Espiritismo,
titulado
“Fuera de la
caridad no hay
salvación”,Allan
Kardec insirió,
luego en la
apertura, dos
conocidas
parábolas
contadas por
Jesús.
La primera,
popularmente
llamada de
Parábola del
Juicio Final
(Mateos, cap.
XXV, vv. 31
hasta 46), es la
misma que
nuestro
colaborador
Americo Domingos
NunesFilho
comenta en el
Especial que
integra la
presente edición
y es uno de sus
relieves.
La segunda
parábola del
Buen Samaritano
(Lucas, cap. X,
vv. 25 hasta
37).
Ambas tratan del
tema salvación,
que es tan caro
a los teólogos
cristianos y a
los religiosos
en general,
aunque su
significado para
protestantes,
evangélicos y
católicos sea
bien diferente
de lo que, sobre
el asunto,
entienden los
espiritistas.
En las dos
parábolas Jesús
destaca la
importancia de
la acción del
bien y de las
obras de caridad
como
ingredientes
fundamentales a
la llamada
salvación:
Tuve hambre y me
disteis de
comer…
Tuve sed y me
disteis de
beber…
Carecí de techo
y me
hospedasteis…
Estuve desnudo y
me cubristeis…
Estuve enfermo y
me visitasteis…
Estuve en la
cárcel y
vinisteis a
verme…
Un hombre, que
bajaba de
Jerusalén a
Jericó, dio en
manos de
ladrones, que lo
despojaron, lo
cubrieron de
heridas y se
fueron,
dejándolo medio
muerto. Un
samaritano que
iba de camino,
llegando al
lugar donde
yacía aquel
hombre y
teniéndolo
visto, fue
tocado de
compasión.
Acercándose,
echó aceite y
vino en sus
heridas e hizo
un curativo;
poniéndolo sobre
su caballo, lo
llevó a una
hospedería y lo
cuidó. En el día
siguiente sacó
dos monedas y
los dio al
mesonero,
diciéndole:
Tenga mucho
cuidado con este
hombre, y cuanto
gastasteis a
más, yo le
pagaré cuando
regresar…
No existe, en
todas las
epístolas que
componen el
Nuevo
Testamento,
ninguna que
posee tan gran
afinidad con el
pensamiento de
Jesús cuanto la
que escribió
Santiago.
(²)
Llamarla de
“epístola de
paja” oculta
ciertamente
otros motivos y
produce, con
toda certeza,
consecuencias
dañosas a la
evolución
espiritual de
los que adoptan
semejante idea.
Es también
probable que
esté en ese
hecho la razón
por la cual las
religiones
protestantes en
general,
incluyendo ahí
las llamadas
iglesias
evangélicas, no
tienen dado a
las obras y a la
caridad
evangélica el
énfasis que
ellas merecen y
que Jesús, con
toda claridad,
mencionó en las
parábolas a que
nos reportamos.
Como
acertadamente
dice nuestro
colega Americo
Domingos
NunesFilho,
Jesús nos enseñó
que la salvación
se procesa, sí,
a través del
amor en acción y
no por medio
simplemente de
una fe que, tal
cual un árbol
estéril, no
produce
frutos.
(¹) Sobre la
crítica de
Lutero a la
epístola de
Santiago,
confiera:
http://joao15-12.blogspot.com.br/2011/11/epistola-de-palha.html
(²) Sobre el
asunto lea:
http://www.oconsolador.com.br/11/editorial.html
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