La
expresión
que
titula
el
presente
abordaje
inspiró
la
elaboración
de libro
con el
mismo
título,
que
lanzamos
hace
algunos
años.
Ella es
de
autoría
del
Codificador
del
Espiritismo,
Allan
Kardec,
y consta
de su
discurso
del 1º
de
noviembre
de 1868,
proferido
en la
Sociedad
Parisiense
de
Estudios
Espíritas,
constante
de la
Revista
Espírita
de
diciembre
de 1868.
Refiriéndose
a la
comunión
de los
pensamientos,
en un
brillante
texto,
en
valiosas
consideraciones
y
ampliando
sus
lúcidos
comentarios,
en
determinado
tramo,
él
afirma:
La
caridad
es el
alma del
Espiritismo.
Y
después
alarga
su
razonamiento
comentando
sobre la
caridad.
Por lo
expuesto,
el
lector
puede
concluir
conmigo
el
objetivo
de la
obra a
que nos
referimos,
destacando
ese
carácter
incomparable
de la
Doctrina
Espírita:
exactamente
el
estímulo
que
ofrece,
en bases
seguras,
para el
perfeccionamiento
en las
relaciones,
usando
la
caridad
como
guía y
aún la
importancia
de su
presencia
para
consigo
mismo.
Invito
al
lector a
reflexionar
sobre
los
contenidos
presentados
en la
citada
obra y
pensar
realmente
en la
importancia
de la
caridad,
en toda
su
amplitud,
para
entender
juntos
sobre lo
que el
contenido
doctrinario
del
Espiritismo
es capaz
de
inspirar
por
todas
partes.
En la
secuencia
de la
frase
arriba
transcrita,
el
Codificador
del
Espiritismo
escribió,
con gran
belleza:
“(...)
ella (la
caridad)
resume
todos
los
deberes
del
hombre
para
consigo
mismo y
para sus
semejantes,
razón
por qué
se puede
decir
que no
hay
verdadero
espírita
sin
caridad
(...)”.
(R.E.
dic.
1868)
Si,
observemos
juntos:
a) ella
resume
todos
los
deberes
del
hombre
para
consigo
mismo y
para con
sus
semejantes;
b) se
puede
decir
que no
hay
verdadero
espírita
sin
caridad.
Referida
conclusión
debe
guiar
nuestros
pasos.
Ya que
nos
decimos
adeptos
del
Espiritismo,
he ahí
el guía
seguro
de
comportamiento,
de
acción,
de
directriz
para sí
mismo y
en las
relaciones.
En ese
punto no
podemos
dispensar
lo que
afirmo
el
Espíritu
Simeón(1),
en el
mismo
sentido:
“(...)
Si
vosotros
os decís
espíritas,
sedlo
pues;
olvidad
el mal
que se
os pudo
hacer, y
no
penséis
sino una
cosa: el
bien que
podéis
realizar.
(...)
Feliz,
pues,
aquel
que
puede
cada
noche
adormecer
diciendo:
Nada
tengo
contra
mi
prójimo.”
La
recomendación
de
Simeón
es clara
y en la
misma
orientación
de la
caridad,
inclusive
para el
interior
de cada
uno, una
vez que,
recomendando
olvidar
el mal,
nos
alivia
de las
angustias
derivadas
de las
amarguras
guardadas
y,
dirigiendo
en el
sentido
del bien
que se
puede
realizar,
abre los
conductos
de la
caridad.
Trechos
preciosos
Pensando
en eso,
nos
sentimos
muy
motivados
a traer
en el
presente
texto
algunos
trechos
preciosos
extraídos
de la
Revista
Espírita.
a)
“(...)
Amar al
prójimo
es,
pues,
abjurar
todo
sentimiento
de odio,
de
animosidad,
de
rencor,
de
envidia,
de
celos,
de
venganza,
en una
palabra,
todo
deseo y
todo
pensamiento
de
perjudicar;
es
perdonar
a los
enemigos
y
retribuir
el mal
con el
bien; es
ser
indulgente
para las
imperfecciones
de sus
semejantes
y no
buscar
la biga
en el
ojo del
vecino,
cuando
no se ve
a través
del
suyo; es
esconder
o
disculpar
las
faltas
ajenas,
en vez
de
complacerse
en
ponerlas
en
relieve,
por
espíritu
de
maledicencia;
es aún
no
hacerse
valer a
costa de
los
otros;
no
buscar
hundir a
nadie
bajo el
peso de
su
superioridad;
no
despreciar
a nadie
por el
orgullo.
He
ahí la
verdadera
caridad
benevolente,
la
caridad
práctica,
sin la
cual la
caridad
es
palabra
vana; es
la
caridad
del
verdadero
espírita,
como del
verdadero
cristiano;
aquella
sin la
cual
aquel
que
dice:
Fuera de
la
caridad
no hay
salvación,
pronuncia
su
propia
condena,
tanto en
este
como en
el otro
mundo
(...)”
(R.E.,
diciembre
de 1868,
en el
mismo
Discurso
de
Kardec,
arriba
referido.)
b)
“(...)
Seguidme;
conozco
todas
las
desdichas,
todos
los
dolores,
todos
los
sufrimientos,
todas
las
aflicciones
que
asedian
a la
Humanidad.
Yo soy
la madre
de los
huérfanos,
la hija
de los
viejos,
la
protectora
y el
sostenimiento
de las
viudas;
yo trato
de las
heridas
infectadas;
yo cuido
de todas
las
enfermedades;
yo doy
las
ropas,
el pan y
un
abrigo a
aquellos
que no
los
tienen.
Yo subo
a los
más
miserables
sótanos,
en la
humilde
choza;
golpeo a
la
puerta
de los
ricos y
de los
poderosos,
porque,
por
todas
partes
donde
vive una
criatura
humana,
hay bajo
la
máscara
de la
felicidad
amargos
y
angustiosos
dolores.
¡Oh!
¡Cómo mi
tarea es
grande!
(...)
venid a
mí: yo
soy la
caridad.
(...)
El
Espiritismo
tiene
por
divisa:
Amor y
Caridad,
y todos
los
verdaderos
espíritas
vendrán,
en el
futuro,
a
ajustarse
a este
sublime
precepto
predicado
por
Cristo
(...)
Seguidme,
pues,
hermanos
y os
conduciré
en el
reino de
Dios,
nuestro
Padre.
Yo soy
la
caridad.”
–
(Adolphe,
Obispo
de
Argelia,
ejemplar
de
febrero
de 1862,
en el
mensaje
La
Caridad.)
c)
“(...) A
partir
del día
en que
el
hombre
extendió
la mano
a otro
hombre,
él
practicó
un acto
de
caridad
(...)
dad a
los que
sufren,
a los
que
esperan;
a esas
madres,
a esos
niños
abandonados,
a todos
los
desheredados
y haréis
una obra
verdadera.
Pero
todo eso
no pasa
de la
caridad
banal,
que
todos
los
hombres
practican
(...) El
espírita
debe ver
más
lejos;
por el
estudio
y por la
intención
el
espírita
debe
sondear
esos
dolores
ocultos,
vergüenzas,
dolorosas
que
corroen
tantas
naturalezas
bellas y
excelentes,
tantos
mártires
del
deber,
de la
conciencia,
tantos
desterrados
de la
prueba
humana
(...)
¡Ah!
para
estos
tened
corazón,
atenciones
delicadas,
palabras
consoladoras
(...)
Sí,
sondead
hábilmente
las
llagas
de todos
esos
desheredados,
id a
ellos;
consolad,
dad
vuestro
corazón,
vuestro
bolsillo,
vuestra
mano,
vuestro
apoyo,
pues
el
mérito
de la
caridad
espírita
es saber
buscar
delicadamente;
he ahí
la obra
escogida
y el
sentido
íntimo
del
epígrafe
querido
del
maestro:
Fuera
de la
caridad
no hay
salvación.
Cuatro
palabras
deben
ser la
base de
la
lengua
espírita:
perdón,
amor,
solidaridad,
caridad”.
(Bernard,
en el
mensaje
La
caridad,
ejemplar
de
octubre
de
1869.)
La
bondad
es,
siempre,
el
indicio
de um
alma
bella
Recomendamos
aún la
lectura
integral
del
texto
¡Abridme!
–
Llamamiento
de
Cárita,
que
Allan
Kardec
colocó
en la
primera
página
del
ejemplar
de
diciembre
de 1865.
Por la
belleza
integral
del
texto,
dejamos
de hacer
cualquier
trascripción,
recomendando
al
lector
que
vaya
directamente
al
original
de la
publicación.
Concluimos
con el
expresivo
mensaje
y
entrevista
de San
Vicente
de Paul,
constante
del
ejemplar
de
agosto
de 1858
de la
misma
Revista
Espírita.
Extraemos
tramos
parciales,
obviamente,
recomendando
con todo
énfasis
al
lector
investigar
el texto
integral.
Destaca
el noble
Espíritu
en el
mensaje:
a) “Sed
buenos y
caritativos,
he ahí
la llave
de los
cielos
que
tenéis
en
vuestras
manos;
toda la
felicidad
eterna
está
concluida
en esa
máxima:
amaos
unos a
los
otros.
El alma
no puede
elevarse
a las
regiones
espirituales
sino por
la
dedicación
al
prójimo;
no
encuentra
felicidad
y
consuelo
sino en
el
impulso
de la
caridad;
sed
buenos,
sustentad
a
vuestros
hermanos,
dejad de
lado esa
horrible
llaga
del
egoísmo.
(…)”
b)
“(...)
vuestros
males no
provienen
sino del
abandono
voluntario
en que
dejáis
ese
resumen
de las
leyes
divinas.
Leed,
pues,
esas
páginas
ardientes
de la
dedicación
de
Jesús, y
meditadas.
(...)”
c)
“(...)
La
caridad
es la
virtud
fundamental,
que debe
sostener
todo el
edificio
de las
virtudes
terrestres;
sin
ella,
las
otras no
existen;
sin
caridad,
no hay
fe ni
esperanza;
porque,
sin la
caridad,
no hay
esperanza
en una
suerte
mejor,
ningún
interés
moral
que nos
guíe.
Sin la
caridad,
no hay
fe,
porque
la fe no
es sino
un rayo
puro que
hace
brillar
un alma
caritativa.
(…)
d)
“(...)
La
caridad
es el
ancla
eterno
de la
salvación
en todos
los
globos:
es la
más pura
emanación
del
propio
Creador;
es su
propia
virtud,
que él
da a la
criatura.
(...)”.
Y
destacamos,
parcialmente,
de la
entrevista
concedida
por el
mismo
Espíritu
y
publicada
por
Kardec
en la
secuencia
del
mensaje
en el
mismo
ejemplar
citado:
En la
respuesta
a la
cuestión
2:
“Podéis
discernir
aquellos
que
pueden
trabajar,
y
entonces
la
caridad
os
obliga a
hacer
todo
para
proporcionarles
trabajo;
pero
hay,
también,
pobres
mentirosos
que
saben
simular
el jeito
de las
miserias
que no
tienen;
es para
estos
que es
preciso
dejar a
Dios
toda la
justicia.”
= La
cuestión
se
refiere
a la
miseria
fingida
o al
posible
valor al
vicio y
a la
pereza.
En la
respuesta
a la
cuestión
4: “Es,
sobre
todo, en
la
manera
por la
cual se
presta
el
servicio,
que la
caridad
es
verdaderamente
meritoria;
la
bondad
es,
siempre,
el
indicio
de un
alma
bella”.
= La
cuestión
se
refiere
a la
manera
de
practicar
la
caridad.
En la
respuesta
a la
cuestión
7:
“Imitad
a Jesús;
Él os
dijo
todo
eso;
escuchadlo
más que
nunca”.
= La
cuestión
se
refiere
a la
caridad
cristiana.
(1)
Capítulo
X, item
14, de
O
Evangelho
Segundo
o
Espiritismo.
Nota do
autor:
Las
reseñas
en
negrita
son del
articulista.
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