La ciencia, la
filosofía
y el
amor
Hay los que
apenas se dicen
médicos; hay los
que cuidan del
cuerpo físico;
hay los que
hacen de la
medicina un
negocio rentable;
hay los que ven
el paciente como
fardo o un ser
menospreciado –
pobres corazones,
aún no
comprendieron
nada; hay los
que, por medio
de la medicina,
alcanzaron una
posición social
privilegiada;
hay los buenos
médicos y hay
los que
entendieron la
grandeza de la
oportunidad
recibida y aman
la vida y a sus
semejantes. De
estos últimos,
un conocido
ejemplo: Adolfo
Bezerra de
Menezes.
No se puede ser
un buen
profesional si
el interés es
sólo monetario,
y mucho menos
tener un buen
corazón si no es
capaz de
reconocer el
dolor de quien
le pide auxilio.
Sin duda, no
sería posible
caminar en la
atmosfera
terrena si no
hubiera los
nobles Espíritus
a fortalecernos
y ser, bien
próximos,
notables
ejemplos para
nuestros días.
Dr. Bezerra de
Menezes fue para
todos nosotros,
cuando en el
cuerpo físico,
no solamente
bendito médico,
pero eminente
profesor cuanto
a la más
relevante
lección que
Jesús nos legó:
“Amad a su
prójimo como a
sí mismo.” (Mateos
22:39).
Tal vez Bezerra
de Menezes tenga
hecho aún más,
tenga amado a su
prójimo arriba
de sí propio.
Cuando la
nobleza de la
vida es
asimilada, es
natural que el
objetivo también
sea elevado y
generoso. Y
cuando el
corazón entiende
que esta tenue
ramificación,
que es una
existencia, está
unida al curso
de un universo
perfecto y
completo, creado
por Dios, las
irrelevantes
situaciones
tienden a
disiparse, para
dar lugar a la
bondad, a la
comprensión, a
la caridad, a la
ayuda, a la
enseñanza, al
amparo, a la
ternura, a la
generosidad, a
la tranquilidad
y,
consecuentemente,
al sentimiento
más grande y más
noble: el amor.
Dr. Bezerra de
Menezes
consolidó la
base de su
vivencia en tres
edificantes
baluartes: la
filosofía, la
ciencia y el
amor.
Cuanto a esta
última, leemos
en El
Evangelio según
el Espiritismo,
cap. XV, el
mensaje que el
apóstol Paulo
escribió
teniendo por
título:
“Fuera de la
caridad no hay
salvación”.
Y esa enseñanza
fue seguida
conformemente
por Bezerra de
Menezes, que ya
asimilara las
bondadosas e
imprescindibles
cualidades que
caracterizan los
Espíritus nobles
y, de esta
manera, pudo
ofrecer a
innúmeras
personas no
solamente la
ayuda para el
cuerpo físico,
pero el amparo
bendito para el
alma.
Comprendiendo
que la Tierra es
escuela para
nuestro
desarrollo y los
Espíritus,
alumnos en esta
importante
etapa, cuya
necesidad de
asistencia es
demasiado
evidente, se
torna bastante
natural que
quien más tiene
para donar así
lo haga para los
compañeros con
mayor necesidad
de auxilio.
Fue lo que hizo
ese bendito
hermano que,
mediante una
respetable
existencia,
vivió la
simplicidad de
un corazón
amoroso y nos
dejó un legado
de enseñanza de
cómo puede un
Espíritu
desarrollarse
valiéndose de
los
conocimientos
conquistados y
practicando, de
manera
extraordinaria,
la caridad para
con los hermanos
desproveídos,
sea físicamente,
sea
espiritualmente
– los llamados
necesitados del
amparo del alma,
sobre todo los
carentes de ese
alimento notable
llamado amor.
Dr. Bezerra de
Menezes es el
tema del
Especial que
integra esta
misma edición y
constituye uno
de sus realces.
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