¿Por qué es
imperioso
divulgar las
enseñanzas de
Jesús?
Delante de las
críticas que vez
u otra leemos u
oímos en nuestro
propio medio, es
bueno acordar
los motivos por
los cuales
autores e
instituciones
espíritas dan
especial
énfasis, en sus
obras y
programas, a la
divulgación de
las enseñanzas
traídas por
Jesús.
Antes de
mencionarlas, es
importante
recordar lo que
Allan Kardec
escribió a
propósito del
advenimiento del
Consolador
prometido por
Jesús,
consonante
apuntes hechos
por el
evangelista Juan
en los capítulos
14,15 y 16 del
Evangelio que
lleva su nombre.
Escribió Kardec:
Diciendo:
"Pediré a mi
Padre y él os
enviará otro
Consolador,
Jesús claramente
indica que ese
Consolador no
sería él, pues,
al contrario,
diría: Volveré a
completar lo que
os tengo
enseñado. No
sólo tal no
dijo, como
agregó: Al fin
de que se quede
eternamente con
vosotros y él
estará en
vosotros. Esta
proposición no
podría referirse
a una
individualidad
encarnada, una
vez que no
podría quedarse
eternamente con
nosotros, ni,
aún menos, estar
en nosotros;
comprendámosla,
sin embargo, muy
bien con
referencia a una
doctrina, la
cual, con
efecto, cuando
la tengamos
asimilado, podrá
estar
eternamente en
nosotros. El
Consolador es,
pues, según el
pensamiento de
Jesús, la
personificación
de una doctrina
soberanamente
consoladora,
cuyo inspirador
hay que ser el
Espíritu de la
Verdad.
El Espiritismo,
como se quedó
demostrado (cap.
1, nº 30),
realiza todas
las condiciones
del Consolador
que Jesús
prometió. No es
una doctrina
individual, ni
de concepción
humana; nadie
puede decirse su
creador. Es
fruto de la
enseñanza
colectiva de los
Espíritus,
enseñanza a que
preside el
Espíritu de
Verdad. Nada
suprime del
Evangelio: antes
lo completa y
elucida. Con el
auxilio de las
nuevas leyes que
revela,
conjugadas esas
leyes a las que
la Ciencia ya
descubriera,
hace que se
comprenda lo que
era
ininteligible y
se admita la
posibilidad de
aquello que la
incredulidad
consideraba
inadmisible."
(El Génesis, cap.
XVII, n. 39 y
40.)
Sabemos,
obviamente, que
la Iglesia y las
demás
denominaciones
cristianas no
admiten el
paralelo que
Kardec
estableció entre
la doctrina
espírita y el
Consolador
prometido. Eso,
sin embargo, no
nos importa. No
actuamos, ni
jamás
actuaremos,
conforme desean
nuestros
detractores.
Efectivamente,
aunque el
advenimiento del
Espiritismo no
fuese el
cumplimiento de
la promesa hecha
por Jesús, es
innegable que él
rellene todas
las condiciones
registradas en
el Evangelio de
Juan – y es
exactamente de
ahí que vienen
determinadas
características,
así como las
razones por las
cuales el
Evangelio no
podría, como
quieren algunos,
quedarse al
margen de las
consideraciones
espiritistas.
Aquí están,
didácticamente
expuestas:
1º) El
Consolador se
quedará
eternamente con
vosotros.
“Si me amáis,
guardad mis
mandamientos. Y
yo rogaré al
Padre, y él os
dará otro
Consolador, para
que se quede con
vosotros para
siempre; el
Espíritu de
verdad, que el
mundo no puede
recibir, porque
no lo ve ni lo
conoce…” (Juan
14:15-17.)
2º) Él os
enseñará todas
las cosas y os
acordará de todo
que os tengo
dicho.
“Quien no me ama
no guarda mis
palabras; luego,
la palabra que
oísteis no es
mía, pero del
Padre que me
envió. Os tengo
dicho eso,
estando con
vosotros. Pero
aquel
Consolador, el
Espíritu de
Verdad, que el
Padre enviará en
mi nombre, ése
os enseñará
todas las cosas,
y os hará
acordar de todo
cuanto os tengo
dicho.” (Juan
14:24-26.)
3º) El
Consolador
testificará de
mí.
“Si yo entre
ellos no hiciese
tales obras,
cuales ningún
otro tiene
hecho, no
tendrían pecado;
pero, ahora, las
vieron y me
odiaron a mí y a
mi Padre. Pero
es para que se
cumpla la
palabra que está
escrita en su
ley: Me odiaron
sin causa. Pero,
cuando venga el
Consolador, que
yo de parte del
Padre os he de
enviar, aquel
Espíritu de
verdad, que
procede del
Padre, él
testificará de
mí.” (Juan
15:24-26.)
4º) Ellos os
guiará en toda
la verdad.
“Aún tengo mucho
que deciros,
pero vosotros no
lo podéis
soportar ahora.
Pero, cuando
venga aquel
Espíritu de
verdad, él os
guiará en toda
verdad; porque
no hablará de sí
mismo, pero dirá
todo lo que
tuviera oído, y
os anunciará lo
que hay de
venir. Él me
glorificará,
porque hay de
recibir de lo
que es mío, y lo
ha de
anunciaros.”
(Juan 16:5-16.)
Delante del
expuesto, no es
difícil
comprender por
qué las
enseñanzas
evangélicas y
los grupos de
estudio de la
doctrina
espírita son
elementos
comunes en las
actividades de
los centros
espíritas que se
consideren y
buscan actuar
según las
directrices
establecidas en
las obras de
Allan Kardec, el
codificador de
la doctrina
espírita.
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