Carnaval es un término
procedente de una fiesta
romana y egipcia en
homenaje al Dios
Saturno, cuando carros
alegóricos (a caballo)
desfilaban con hombres y
mujeres. Eran los
carrum navalis,
de ahí el origen de la
palabra "carnaval". Hay
también quién interprete
la palabra conforme las
primeras sílabas de las
palabras de la frase:
carne nada
valle. Como fiesta
popular, podría ser un
acontecimiento
“cultural” presumible,
si no fueran los excesos
cometidos en nombre de
la “alegría”. Cuando se
pretende alcanzar esa
“alegría” a través del
placer desajustado y de
los excesos de toda
orden, el resultado es
la insatisfacción
íntima, el vacío
interior provocado por
el desequilíbrio moral y
espiritual.
Si no fuesen por los
excesos, el carnaval,
como festival de nexo
sociorracial, podría
hacerse un
acontecimiento
relativamente admisible;
obviamente, no admitir
eso sería incidir en
inadvertencia de
intransigencia. Sin
embargo, es urgente el
recordatorio de André
Luiz para que el
Espírita “se aparte de
fiestas lamentables,
como las que señalan el
pasaje del CARNAVAL,
inclusive las que se
destaquen por los
excesos de gula,
desequilibrio o
manifestaciones
exteriores
espectaculares. Pues que
la verdadera alegría no
huye de la temperanza."
(1)
(Resaltamos.)
Es el momento en que el
Espíritu humano
normalmente exterioriza
lo que hay de más
profundo, de más
primitivo en sí mismo.
Históricamente hemos
observado que la
ebulição momesca es
evento que carrea, en sí,
la carga de la barbárie
y del primitivismo que
aún reina entre nosotros,
los encarnados, marcados
por las pasiones del
placer violento. Em base
a eso se acostumbra a
ser llamado “folia”, que
viene del frances “folie”,
que significa locura o
extravagancia.
Las consecuencias de las
exageraciones momescas
Ya "fue un día la
conmemoración de los
pueblos guerreros,
festejando victorias;
fue reverencia colectiva
al dios Dionísio, en la
Grecia clásica, cuando
la fiesta se llamaba
bacanalia; en la vieja
Roma de los césares,
fuertemente marcada por
el aspecto pagano, se
llamó saturnalia y, en
esas ocasiones, se
inmolaba a una víctima
humana". (2)
Los días conturbados de
hoy, se sabe que "(...)
de cada diez parejas que
caen juntos en la folia,
siete terminan la noche
peleados (escenas de
celos, etc.); que, de
esos mismos diez parejas,
posteriormente, seis se
transforman en adulterio,
cabiendo una media de
tres para los hombres y
tres para las mujeres
(por ejemplo); que, de
cada diez personas (hombres
y
mujeres, en el caso) en
el carnaval, por lo
menos siete se someten
espontáneamente a cosas
que normalmente abominan
en su día a día, como
alcohol, entorpecedores,
etc. Dicen, aún, que
todo eso transcurre del
éxtasis alcanzado en la
gran Fiesta, cuando el
símbolo de la libertad,
de la igualdad, pero,
también, de la orgia y
depravación, sumadas al
abuso del alcohol,
llevan a las personas a
comportarse fuera de lo
normal (...)” (3)
El Espíritu Emmanuel
advierte: "Al lado de
los enmascarados de la
pseudoalegría, pasan los
leprosos, los invidentes,
los niños abandonados,
las madres afligidas y
sufridoras (...).
Mientras hay miserables
que extienden las manos
suplicando, llenos de
necesidades y de hambre,
sobran las hartas
contribuciones para que
los salones se adornen."(4)
Cuando nos damos a las
exageraciones de toda
suerte, las influencias
perniciosas se
intensifican y, muchas
veces, nos dejamos
dominar por espíritus
maléficos, ocasionando
los infelizes hechos de
todos los tipos de
violencias. En ese
escenario, los obsesores
"influencian, durante el
Carnaval, los incautos
que se dejan arrastrar
por las pasiones de
Momo, impulsando a
excesos lamentables,
comunes por esa época
del año, y a través de
los cuales ellos mismos,
los Espíritus, se llenan
de todos los goces y
desmanes materiales,
valiéndose, para tanto,
de las vibraciones
viciadas y contaminadas
de impurezas de los
mismos adeptos de Momo,
a los cuales se agarran."
(5)
¿Es valido cerrar el
centro espírita en los
días de carnaval?
Por lo tanto, además de
la compañía de
encarnados, se vincula a
nosotros una innumerable
legión de seres
invisibles, recibiendo
de ellos buenas y malas
influencias a depender
del rango de sintonía en
que nos encontremos. Las
tendencias al trastorno
comportamental de cada
uno, y la
correspondiente
impotencia o apatia en
vencerlas, son cual
hermanas que atrae a los
espíritus
desequilibrados y
fomentadores de la
separación a la dignidad
humana, que, en suma, no
existirían si viviéramos
en el firme propósito de
educar las pasiones
instintivas que nos
animalizan. Delante de
eso, Emmanuel ratifica
la amonestación: "Es
lamentable que en la
época actual, cuando los
conocimientos nuevos
felicitan la mentalidad
humana, suministrándoles
la llave maravillosa de
sus elevados destinos,
abriéndose las bellezas
y los objetivos sagrados
de la Vida, se
verifiquen excesos de
esa naturaleza
[CARNAVAL] entre las
sociedades que se
pavonean con los títulos
de la civilización." (6)
Outra cuestión: ¿será
válido cerrar las
puertas de los centros
espíritas em los días de
carnaval, o cambiar el
procedimento de las
reuniones?
Existen algunos centros
que cierran sus puertas
en los festivos del
carnaval por varios
motivos no razonables.
Replanteemos: una
persona con necesidades
inmediatas de atención
fraterna, o de los
recursos espirituales
urgentes en caso de
obsesión, sería fraterno
hacerla esperar para ser
atendida después de las
"cenizas", una vez
ocurriendo esa
infelicidad en día de
festivo momesco?
Conviene recordar que
Jesús curaba los
sábados, aunque la
costumbre de la época no
lo permitiera. Por eso
aún, Él dijo: "¿Por qué
no puedo curar a los
sábados si mi Padre
trabaja siempre?". (7)
¿Qué trae el carnaval a
nuestro Espíritu?
Los folies permanentes
alegan que el carnaval
es un relajante de
tensiones, liberando las
energías... Sin embargo,
en el periodo
carnavalesco, no
encontramos disminuidas
las tasas de agresividad
y las neurosis. Lo que
se ve es un verdadero
sumatorio de la
violencia urbana y de
infelicidad familiar.
Las estadísticas
registran como
consecuencias del
"reinado de Momo", por
ejemplo, embarazos
indeseados y la
consecuente
proliferación de abortos
provocados, accidentes
automovilísticos,
aumento de la
criminalidad,
violaciones, suicidios,
incremento del uso de
diversas substancias
estupefacientes y de
alcohólicos, así como el
surgimiento de nuevos
viciados, diseminación
de las enfermedades
sexualmente
transmisibles (inclusive
el SIDA) y las
ulceraciones morales,
marcando, profundamente,
ciertas almas
irreflesivas e
imprevisoras.
Los tres días de folia,
así, podrán
transformarse en tres
siglos de penosas
reparaciones. Es bueno
que pensemos un poco en
esto: ¿qué trae el
carnaval a nuestro
Espíritu? ¿Alegría? ¿Diversión?
¿Cultura? ¿Será que el
llamamiento de Momo hace
de nosotros hombres o
mujeres mejores?
¿Edifica nuestro
Espíritu? Muchos
espíritas, ingenuamente,
juzgan que la
participación en las
fiestas de carnaval, tan
del agrado de los
brasileños, ningún mal
acarrea a nuestra
integridad
fisiopsicoespiritual.
Sin embargo, por detrás
de la aparente alegría y
transitoria felicidad,
se revela el verdadero
retraso espiritual en
que aún vivimos, por la
explosión de animalidad
que aún impera en
nuestro ser. Es
importante acordarlos de
que hay muchas otras
formas de diversión,
recreación o
entretenimiento
disponibles al hombre
contemporáneo, algunos
verdaderos medios de
alegría saludables y
perfeccionamiento
(individual y colectivo),
para nuestra elección.
El espíritu está listo,
pero la carne es débil
No vemos, por fin, otro
camino que no sea el de
la "abstinencia sincera
de los recreos", del
control de las
sensaciones y de los
instintos, de la
canalización de las
energías, empleando el
tiempo de festivo del
carnaval para el
descubrimiento de sí
mismo, la relaciones con
los familiares, el
aprendizaje a través de
libros y películas
instrutivas o por la
frecuencia a reuniones
espíritas, eventos
educacionales,
culturales o aún el
descanso, ya que el
ritmo frenético del día
a día exige, cada vez
más, preparación y
estructura
físico-psicológica para
los embates por la
supervivencia.
En síntesis, si el
carnaval es una amenaza
al bienestar social,
nosotros espíritas
tenemos mucho que ver
con el, porque una de
las tareas primordiales
de nuestra Doctrina es
la de luchar por
dispositivos de
preservación de los
valores más dignos de la
Sociedad, sin que se
violente, obviamente, el
derecho soberano del
libre albedrío de cada
uno, pero no
olvidándonos de que en
el carnaval siempre
ocurre obsesión
(espiritual) como
resultado de la
invigilancia y de los
desvíos morales.
Solamente podremos
garantizar la victoria
del Espíritu sobre la
materia, si
fortaleciéramos nuestra
fe, renovándonos
mentalmente, practicando
el bien en los moldes de
los códigos evangélicos,
propuestos por
JesuCristo, y no
olvidando los divinos
consejos del Maestro: "Vigila
y orad, para que no
entréis en tentación; el
espíritu en verdade está
listo, pero la carne es
débil”. (8)
Referências
bibliográficas:
(1) Vieira, Waldo.
Conduta Espírita,
ditado pelo Espirito
André Luiz, Rio de
Janeiro: Ed FEB, 2001,
cap.37 "Perante As
Fórmulas Sociais"
(2) Artigo publicado na
Revista Visão Espírita -
Março de 2000
(3) São José Carlos
Augusto. Carnaval:
Grande Festa... De
enganos! , Artigo
publicado na Revista
Reformador/FEB-Fev. 1983
(4) Xavier, Francisco
Cândido. Sobre o
carnaval, mensagem
ditada pelo Espírito
Emmanuel, fonte: Revista
Reformador, Publicação
da FEB fevereiro/1987
(5) Pereira, Yvonne A.
Devassando o
Invisível, Rio de
Janeiro: cap. V, edição
da FEB, 1998
(6) idem
(7) João 5:17.
(8) Mt 26:41.
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