Pedrito estaba
aprendiendo a leer. Como
todo niño en esa etapa,
leía todo lo que
encontraba: señales de
tránsito, nombre de
calles, de tiendas,
propagandas y todo lo
demás que veía, feliz de
lograr leer bien. En
casa, leía revistas,
periódicos y hasta
libros. Cierto día, él
abrió el Nuevo
Testamento y una frase
lo dejó muy asustado.
Entonces gritó:
- ¡Mamá!... ¡Mamá!...
Asustada, la mamá vino
corriendo de la cocina,
donde hacía un pastel,
secándose las manos en
su delantal, pensando
que su hijo se había
lastimado.
- ¡¿Qué pasó, Pedrito?!...
Lo encontró sentado en
el sofá, con los ojos
muy abiertos y el libro
en sus piernas.
- ¡Mamá! Leí una cosa
que Jesús dijo, pero
creo que leí mal. ¡No
entendí!
- ¿Por qué, hijo mío?
- ¡Aquí dice: "No he
venido a traer paz a la
tierra, sino la espada"!
¡Tú siempre me dices que
Jesús sólo habló de
amor! Creo que he leído
mal, ¿verdad? - preguntó
el niño asustado.
- No, hijo, has leído
bien. ¡Son las personas
quienes no han entendido
correctamente lo que
Jesús quiso decir! –
explicó la mamá,
sentándose a su lado.
- ¿Qué quieres decir,
mamá? He visto una
película donde los
guerreros usaban espadas
para luchar. ¡Pero no
Jesús!..
 |
- Sí, Pedrito. Pero los
hombres entendieron lo
mismo que tú: que Jesús
quiso decir que la gente
debe implantar su
doctrina con la fuerza
de las armas.
- ¿Y no es así? – se
volteó el niño.
- No, Pedrito. Jesús
quiso decir que sus
ideas traerían confusión
y discordia entre las
personas de una misma
familia, entre
familiares, vecinos,
amigos, compañeros de
trabajo, etc. ¿Sabes por
qué? Cada persona piensa
diferente la una de la
otra, y la doctrina de
Jesús no sería aceptada
sin discusión y peleas.
|
El niño se quedó
pensativo, y luego
murmuró:
- Es muy complicado de
entender... ¿Pero la
espada y la violencia no
significan lucha?
- Sí, pero Jesús hablaba
de la espada y la
violencia como una lucha
simbólica. Esto es, como
el esfuerzo que hacemos
para realizar algo, que
requiere mucho trabajo,
pero con la que quedamos
contentos cuando
terminamos.
- ¡Todo esto me
confunde, mamá!
- Yo sé que no es fácil,
hijo mío. ¡Pero vamos a
pensar! ¿Cuántas veces
la profesora explica un
nuevo texto y ustedes
realmente no entienden?
¡Es que cada uno ve el
tema de una manera
diferente! ...
- Es verdad. El otro día
pasó eso. La profesora
comenzó una nueva
lección y nos mandó que
lo leamos y luego lo
explicáramos. ¡Hubo una
gran confusión en el
salón! Después de que
ella leyó la lección
frase por frase,
explicándola bien, ¡fue
fácil de entender!
- Pasa lo mismo con el
Evangelio de Jesús. Hay
cosas que la gente no
entiende cuando es
niño, es necesario
crecer para comprender,
porque tendremos otros
conocimientos.
- ¡Ah! Es verdad, mamá.
Eso es lo que pasó
conmigo. Hasta que no
aprendí a leer, no
entendía las letritas en
los libros, en los
carteles, en los
periódicos. Ahora, puedo
leer todo... ¡o casi
todo!
La madre sonrió y abrazó
a su hijo, llena de
cariño y satisfacción
por verlo creciendo cada
vez más física y
mentalmente.
- Así es, Pedrito. ¡Cada
día sabrás más! ¡Cada
año estudiarás materias
diferentes y más
complicadas, pero todo
quedará claro en tu
cabeza, porque estarás
en condición de
entender! Es lo que
sucede con el Evangelio
de Jesús.
- Pero, ¿y
la
paz?
- Cuando Jesús se
refiere a la paz,
tenemos que entender que
no es la paz de quien se
queda todo el día
descansando, sin hacer
nada. Es la paz de aquél
que se esfuerza para
hacer siempre lo mejor,
de acuerdo a su
conciencia. Porque está
en paz consigo mismo.
- Entiendo. Cuando tengo
que hacer tareas, estoy
enojado, ¡parece que voy
a pelear! Después que
termino, me siento bien,
feliz, tranquilo. Cuándo
Jesús habla de la
espada, ¿es en ese
sentido?...
- Sí, es una espada
simbólica, que
representa la lucha que
cada uno de nosotros
tiene consigo mismo para
mejorar, cambiar su
corazón, sus
sentimientos, ayudando
también al prójimo a
cambiar, para que el
Evangelio de Jesús esté
en todas partes.
- ¡Entiendo, mamá!
El niño abrazó a su mamá
y salió corriendo por la
puerta para jugar con
sus amigos. Al verlos en
la calle, Pedrito los
invitó a jugar a la
pelota. Todos aceptaron
y alguien trajo una
pelota. La calle era
pequeña, sin salida, y
podían jugar libremente.
Dividieron el grupo,
marcaron el campo y
pronto estaban jugando. |
 |
De repente, después de
un gol hecho por el
equipo contrario,
alguien gritó:
- ¡Ay, Jesús! ¡Ahora la
cosa se pondrá negra!...
- ¡No pongas a Jesús en
este juego, que va a
provocar una confusión!
– respondió Pedrito.
- ¿Cómo así? – preguntó
uno de ellos.
- Porque si perdemos el
juego, ustedes van a
querer pelear y yo no
quiero pelear con nadie.
Jesús vino a traer la
verdad y a acabar con
las tinieblas, pero hay
que entender lo que Él
dice.
Pedrito miró a su
alrededor y, al ver
amigos con los ojos muy
abiertos, explicó:
- Jesús dijo que él no
vino a traer la paz,
sino la espada. ¡Esto
significa que Jesús dijo
que sus palabras
provocarían confusión y
peleas entre las
personas hasta que
entendieran sus
palabras, que les
traerían la paz!
- ¡Oh, menos mal!... -
el alivio fue general.
MEIMEI
(Recibida por Célia X.
de Camargo, el
05/05/2014.)
|