El Espiritismo
no vino destruir
la ley
cristiana, pero
cumplirla
Tema central de
la entrevista
que nos fue
concedida por
Artur Valadares
de Freitas
Santos, de la
ciudad de São
Carlos (SP), uno
de los relieves
de esta edición,
el estudio de
las Escrituras
ni siempre fue
visto con buenos
ojos en el medio
espírita, mismo
cuando su objeto
sea solamente
los textos
evangélicos.
La mala voluntad
en tal caso no
tiene, todavía,
soporte en lo
que Kardec
escribió al
respecto del
Antiguo y del
Nuevo
Testamento.
Vale la pena
reproducir aquí
el texto que el
Codificador de
la doctrina
espírita insirió
en el capítulo I
d’ El
Evangelio según
el Espiritismo:
“La ley del
Antiguo
Testamento tuvo
en Moisés su
personificación;
la del Nuevo
Testamento la
tiene en Cristo.
El Espiritismo
es la tercera
revelación de la
ley de Dios,
pero no tiene
ninguna
individualidad a
personificarla,
porque es fruto
de la enseñanza
dada, no por un
hombre, sino por
los Espíritus,
que son las
voces del Cielo,
en todos los
puntos de la
Tierra, con el
concurso de una
multitud
innumerable de
intermediarios.
Es, de cierta
manera, un ser
colectivo,
formado por el
conjunto de los
seres del mundo
espiritual, cada
uno de los
cuales trae el
tributo de sus
luces a los
hombres, para
tornarles
conocido ese
mundo y la
suerte que los
espera.
Así como el
Cristo dijo: ‘No
vine destruir la
ley, sin embargo
cumplirla’,
también el
Espiritismo
dice: ‘No vengo
destruir la ley
cristiana, pero
darle
ejecución.’ Nada
enseña por el
contrario a lo
que enseñó el
Cristo; pero,
desarrolla,
completa y
explica, en
términos claros
y para toda
gente, lo que
fue dicho
solamente bajo
forma alegórica.
Viene cumplir,
en los tiempos
predichos, lo
que el Cristo
anunció y
preparar la
realización de
las cosas
futuras. Él es,
pues, obra del
Cristo, que
preside,
conforme
igualmente lo
anunció, a la
regeneración que
se opera y
prepara el reino
de Dios en la
Tierra.” (El
Evangelio según
el Espiritismo,
cap. I, ítem 6 y
7.)
Llamamos la
atención del
lector para los
siguientes
puntos que
extrajimos del
texto arriba:
• El Espiritismo
es la tercera
revelación de la
ley de Dios.
• No vino
destruir la ley
cristiana, pero
darle ejecución.
• Nada enseña
por el contrario
a lo que enseñó
el Cristo.
• Viene cumplir
lo que el Cristo
anunció.
• El Espiritismo
es obra del
Cristo.
Las
observaciones
que hacemos no
escaparon a J.
Herculano Pires,
traductor de las
obras de Allan
Kardec y
estudioso
espírita
respetado por
todos nosotros y
que Chico
Xavier, basado
en Emmanuel,
clasificó como
siendo “el metro
que mejor midió
Kardec”.
En su traducción
d’ El Libro
de los Espíritus,
publicada por la
Lake, Herculano
Pires redactó
importante texto
que tituló
“Introducción al
Libro de los
Espíritus”, que
abre la
mencionada
traducción.
Reafirmando la
información de
Kardec cuanto al
hecho de ser el
Espiritismo la
tercera
revelación de la
ley de Dios,
escribió
entonces el
inolvidable
cofrade:
“Cuando el mundo
se preparaba
para salir del
caos de las
civilizaciones
primitivas,
apareció Moisés,
como el
conductor de un
pueblo destinado
a trazar las
líneas de un
nuevo mundo: y
de sus manos
surgió la
Biblia. No fue
Moisés quien la
escribió, pero
fue él el motivo
central de esa
primera
codificación del
nuevo ciclo de
revelaciones: el
cristiano.
Más tarde,
cuando la
influencia
bíblica ya había
modelado un
pueblo, y cuando
este pueblo ya
se dispersaba
por todo el
mundo gentío,
esparciendo la
nueva ley,
apareció Jesús;
y de sus
palabras,
recogidas por
los discípulos,
surgió el
Evangelio.
La Biblia es la
codificación de
la primera
revelación
cristiana, el
código hebraico
en que se
fundieron los
principios
sagrados y las
grandes leyendas
religiosas de
los pueblos
antiguos. La
gran síntesis de
los esfuerzos de
la Antigüedad en
dirección al
espíritu. No se
debe admirar que
se presente
muchas veces
asustadora y
contradictoria,
para el hombre
moderno.
El Evangelio es
la codificación
de la segunda
revelación
cristiana, la
que brilla en el
centro de la
tríada de esas
revelaciones,
teniendo en la
figura del
Cristo el sol
que ilumina las
otras dos, que
lanza su luz
sobre el pasado
y el futuro,
estableciendo
entre ambos la
conexión
necesaria.
Pero así como,
en la Biblia, ya
se anunciaba el
Evangelio,
también en éste
aparecía la
predicción de un
nuevo código, el
del Espíritu de
la Verdad, como
se ve en Juan,
XIV. Y el nuevo
código surgió
por las manos de
Allan Kardec,
bajo la
orientación del
Espíritu de la
Verdad, en el
momento exacto
en que el mundo
se preparaba
para entrar en
una etapa
superior de su
desarrollo.”
(Introducción al
Libro de los
Espíritus, de J.
Herculano
Pires.)
Delante de eso,
es totalmente
incomprensible
la indiferencia
o el desinterés
de los espíritas
con relación al
estudio y al
conocimiento de
las dos
revelaciones que
precedieron el
advenimiento del
Espiritismo, de
las cuales es él
el natural
complemento, tal
como fue
predicho por el
Cristo.
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