La función
psicoterápica de
las conferencias
Dos de los
principales
relieves de la
presente edición
enfocan temas
bastante
frecuentes en
las actividades
de una Casa
Espírita – la
música elevada y
la conferencia
bien conducida.
Nadie en las
lides espíritas
ignora,
ciertamente, la
importancia de
una u otra.
Al respecto de
la conferencia y
de las
actividades
doctrinarias en
general, la
advertencia
hecha por el
cofrade Marcelo
Teixeira en el
Especial
“Onomatopeyas
incómodas”
debería merecer
la atención de
todos nosotros
que respetamos
la buena
práctica
espírita.
Realmente, como
dice el cofrade,
no caben en la
actividad
doctrinaria o
artística las
búas, glas-glas-glas,
runrún, ti-ti-ti
y tris-tras: es
onomatopeya
demás
confundiendo la
tarea.
Diferentemente
de la buena
música, siempre
importante en la
preparación de
la actividad
espírita, los
ruidos y las
conversaciones
paralelas no
concurren para
la armonía
necesaria a la
realización del
trabajo.
Siempre que la
conferencia es
el objetivo de
nuestra
reflexión, nos
acordamos de dos
hechos apuntados
por Manoel
Philomeno de
Miranda al
respecto de lo
que significa
una conferencia
y cuál es, en
verdad, su
importancia.
En primer lugar,
enfocaremos la
llamada
conferencia
privativa, ésa
que cultivamos
en casa o en los
grupos de que
participamos.
Según el autor
del libro
Grilhões
Partidos,
cap. 18,
terminada la
sesión
mediúmnica, Dr.
Bezerra de
Menezes y otros
Espíritus
acompañaron la
charla entre los
participantes de
la reunión.
Refiriéndose al
hecho, Manoel
Philomeno,
después de
destacar la
importancia de
la conferencia
sana alrededor
de la reunión,
observó que, en
el sentido
opuesto, la
conversación
ordinaria, el
comentario
ácido, los
apuntes
irrelevantes
molestaban la
psicosfera donde
las entidades en
tratamiento se
tardaban,
permitiendo la
rotura de las
defensas
especiales y la
invasión de los
Espíritus
infelices a cuya
convivencia
mental los
miembros del
grupo se
acostumbraron,
dando
proseguimiento a
las infelices
obsesiones de
que no desean
libertarse.
El término de la
reunión de
desobsesión –
observó el autor
espiritual – no
encierra los
trabajos de
socorro y
enfermería
espiritual. Por
eso, es
conveniente que
los trabajadores
encarnados
cuiden de la
preservación
psíquica
superior del
recinto, cuanto
de la propia,
tardándose en
reflexiones y
connotaciones
sanas, aplicando
en sí mismos las
lecciones oídas.
Veamos ahora una
faceta
generalmente
ignorada cuando
tratamos de las
llamadas
conferencias
públicas, en las
cuales el
silencio, la
armonía y la
atención son
factores
indispensables,
como observó
Marcelo Teixeira
en el Especial
publicado en
esta misma
edición, en lo
cual nos
reportamos en el
inicio de este
texto.
En el libro
Trilhas da
Libertação
(Caminos de la
Libertación), en
el capítulo
“Sexo y
Responsabilidad”,
Manoel Philomeno
de Miranda,
refiriéndose a
lo que se
averigua
normalmente en
una conferencia
pública,
actividad
bastante común
en los Centros
Espíritas, notó
que en aquella
noche el Mentor
había invitado
para la
conferencia
expresivo número
de trabajadores
desencarnados,
lúcidos y
joviales, que
cooperaban con
el Grupo,
durante las
comunicaciones
públicas,
esclareciendo a
las compañías
espirituales
infelices de los
encarnados,
apartando las
más rebeldes y
encaminando
aquellas que se
encontraban
predispuestas a
la renovación.
Tanto la
conferencia como
el estudio –
informa el autor
espiritual –
funcionaban en
la condición de
psicoterapia
colectiva para
los individuos y
los Espíritus.
En razón de que
los encarnados
raramente
mantienen
sintonía elevada
e interés
superior por
mucho tiempo,
ellos se
utilizaban de la
palabra del
expositor para
centralizarles
la atención y
hacerlos
concentrarse.
Actuaban
entonces con
dedicación y, al
término, aún
bajo la
psicosfera
saludable,
realizaban
algunas cirugías
perispirituales,
separando mentes
parasitas de sus
huéspedes,
refundiendo el
ánimo en los
luchadores,
apoyando las
intenciones
saludables de
los que
despertaban,
auxiliando,
finalmente, en
todas las
direcciones,
mediante los
recursos
terapéuticos de
los pases.
Delante de eso,
conscientes de
la importancia
transcendental
de una actividad
que algunos
consideran
rutinera y sin
valía, nos cabe
valorar las
conferencias
espíritas y,
caso seamos
impotentes para
dar a ellas
nuestra
contribución,
que por lo menos
no las
estorbemos con
la desatención,
la falta de
respeto y los
ruidos tan bien
mencionados por
Marcelo Teixeira
en su artículo.
Nota de la
Redacción:
He aquí el
enlace que
remite al texto
del Especial
“Onomatopeyas
incómodas”:
http://www.oconsolador.com.br/ano10/462/especial./html
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