Al contrário de lo que
muchos pueden pensar, la
humanización de Jesús
hace a sus seguidores
más determinados en la
transformación
evangélica de sí mismos,
pues lleva a tales
discípulos a ser más
maduros y conscientes.
La divinización de
Jesus”, por el
contrário, hace del
Maestro un ejemplo
inalcanzable y, por lo
tanto, hace sus
enseñanzas “menos
practicables”, pues son
inherentes a la vida de
un “dios” (con “d”
minúscula) o del propio
“Dios” (con “D”
mayúscula). Siendo así
la aceptación de ese
“Jesus mitológico” abre
precedentes para otras
concepciones igualmente
mitológicas acerca de la
vida y del legado del
Maestro, así como de
discípulos, apóstoles,
familiares y seguidores
de Jesús. Tal abordaje
nivela la discusión
religiosa “por debajo”,
limitando los esfuerzos
de crecimiento de la
comprensión de la
cuestión espiritual de
la vida. Realmente, la
“absolución mágica de
pecados sin ninguna
reforma íntima”; o
“Cielo” fácil, sectário
y claramente
discriminatório; las
cuestiones asociadas a
la supuesta virginidad
de María y la visión
mística y/o mítica
creada sobre el
admirable Espíritu que
fue madre de Jesús en la
Tierra; la condena a un
infierno eterno, entre
otros tópicos, son
propuestas
incomprensibles bajo
cualquier aspectos
filosófico-religiosos,
pero, a pesar de ser
ideas esdrújulas, acaban
siendo admitidas como
verdadeiras, a partir de
la aceptación de
premisas equivocadas.
Ernest Renan fue
contemporáneo de Kardec
El análisis supracitado
nos remite,
indirectamente, al
propio Maestro Nazareno
que hubo dicho: “Nadie
pone remiendo de paño
nuevo en vestido viejo”.
O sea, ideas correctas
en una “amarre”
conceptual con
propuestas erradas
tienden a generar
incontables deducciones
igualmente equivocadas.
También nos hace
recordar a Erasto en “El
Libro de los Médiums”
que enseñó era
“preferible rechazar 10
verdades a aceptar una
única mentira, una única
doctrina falsa”. Por lo
tanto, la aceptación de
ideas básicas deformadas
favorece la aceptación
de ideas subsequentes
también equivocadas,
pues da margen a un
raciocínio ilógico (aunque,
en algunos aspectos,
pueda tener apariencia
de lógico), lo que puede
ser fácilmente
identificado en los
estudios sobre el
silogismo aristotélico.
O, por otro lado, la
admisión de propuestas
claramente ilógicas
favorece otra
proposición muy común en
nuestra sociedad de que,
en cuestión de
cuestiones religiosas,
“todo es ilógico”,
generando la famosa e
irracional respuesta
“eso es un mistério” o
son misterios de Dios, y
no sirve intentar
entender”.
Tales tipos de
conclusiones limitan el
cambio serio y
productivo de ideas
sobre las cuestiones
espirituales,
favoreciendo un tipo de
criba absoluta entre
religión y ciencia, la
cual, hasta cierto punto,
resiste en nuestra
sociedad los días
actuales, en que pese a
la contribución decisiva
del Espiritismo,
verdadera “alianza entre
ciencia y religión”.
La discusión de arriba
refuerza el valor de la
contribución de Ernest
Renan al crecimiento
religioso de la
humanidad. De hecho, al
cuestionar duramente
análisis irracionales
acerca de Jesús y de sus
Evangelios, Renan
favoreció un amplio
debate sobre cuestiones
antes muy poco
analizadas. Esto es
porque solamente a
través de uma fe
verdadeiramente razonada
ecuacionaremos uma sería
de problemas presentes
em la cultura religiosa
em nuestro planeta.
Ernest Renan fue un
escritor, filósofo,
teólogo e historiador
francés que se hizo una
gran referencia en el
pensamiento cultural del
mundo a partir del siglo
XIX. Nacido en Tréguier
el 28 de febrero de
1823, Renan vivió
físicamente hasta el 2
de octubre de 1892,
cuando desencarnó en
París a los 69 años.
Renan contribuyó
significativamente para
la búsqueda de un
análisis racional de las
cuestiones religiosas,
enfocando, sobre todo,
el cristianismo.
Joseph Ernest Renan fue
un autor tan importante
en su tiempo que,
contemporáneo de Allan
Kardec, motivó gran
interés del propio
Codificador acerca de su
obra “Vida de Jesús”, a
punto de Allan Kardec
interrogar a los
Espíritus de la Falange
del Espíritu de Verdad
acerca del valor real de
la respectiva obra. Tal
cuestionamiento está
incluido en el libro
kardecista “Obras
Póstumas”.
Cómo Erasto definió el
libro de Renan sobre
Jesús
Veamos lo que Kardec
preguntó y lo que Erasto,
el responsable por la
respuesta, esclareció
(Obras Póstumas -
traducción de João
Teixeira de Paula e
Introducción y Notas de
J. Herculano Pires -
décima segunda edición
de la LAKE, 1998.):
P. (A Erasto) ¿Cuál es
el efecto que produciría
la “Vida de Jesús” de
Renan?
R. Será inmenso. Grande
será el rumor en el seno
del clero, porque ese
libro echa por tierra
los fundamentos del
edificio, en que él se
abriga hace dieciocho
siglos.
El libro no es
irreprensible al
contrário, ofrece ancho
margen a la crítica, por
ser el reflejo de una
opinión exclusiva, que
se circunscribe a un
estrecho círculo de la
vida material.
Renan no es
materialista, pero
pertenece a la escuela,
que no niega el
princípio espiritual,
pero no le atribuye
función efectiva y
directa en las cosas del
mundo. Él es de estos
ciegos inteligentes
que explican a su modo
lo que no pueden ver;
que, no comprendiendo el
mecanismo de la vista a
distancia, imaginan que
no puede conocer una
cosa sino tocándola. Por
eso, redujo al Cristo a
las proporciones del
hombre más vulgar,
negándole todas las
facultades, que son los
atributos del Espíritu
libre e independiente de
la materia. Sin embargo,
a la vez con errores
capitales,
principalmente en lo que
toca a la espiritualidad,
aquel libro contiene
observaciones muy
justas, que habían hasta
ahora escapado a los
comentadores y que le
dan alto relieve bajo
ciertos aspectos.
El autor perteneciente a
la legión de los
Espíritus encarnados que
pueden ser llamados
demoledores del viejo
mundo y cuya misión es
nivelar el terreno, en
que se edificará un
nuevo mundo más
racional. Quiso Dios que
un escritor de gran fama
viniera, con su talento,
a echar la luz sobre
ciertas cuestiones
oscuras y envueltas en
prejuicios seculares, a
fin de predispor a los
Espíritus para las
nuevas creencias. Sin
querer, Renan allanó los
caminos para el
Espiritismo.
(Negrita
mias.)
Nota de J. Herculano
Pires (Revisor de la
traducción): “La
evolución se realiza a
través de un engranaje
de acciones y reacciones
combinadas. La obra
de Renan, no solamente
en ese libro, representó
un esfuerzo paralelo al
Espiritismo, en el campo
religioso, contribuyendo
poderosamente para
airear el clima mental
de la época”.
(Negrita
mía.)
Renan: ¿un ciego
inteligente?
Conforme es registrado
en “Obras Póstumas”, los
Espíritus opinan que
Renan sería una especie
de “ciego inteligente” y
que su contribución,
indirectamente,
auxiliaría al
Espiritismo, a través de
uma significativa
contribución en la
“demolición del viejo
mundo” para favorecer
las condiciones de una
reconstrucción de
valores culturales
relacionados al área
religiosa.
La explicación de uno de
los grandes
colaboradores de la
“Falange del Espíritu de
Verdad”, tal como Erasto,
a Allan Kardec nos hace
recordar, indirectamente,
la célebre enseñanza del
Maestro Jesús: “Aquellos
que no están contra
nosotros están por
nosotros”.
En consonancia con los
Mentores orientadores de
Allan Kardec, Renan era
un Espíritu inteligente
que elaboró una obra
inteligente e
interesante, pero con
várias exceciones. De
cualquier manera, según
los Espíritus, entre
puntos positivos y
puntos negativos, el
saldo de esa obra sería
altamente favorable al
estudioso francés. De
hecho, en vários asuntos
asociados directa o
indirectamente al
Espiritismo,
identificamos la
contribución de
estudiosos no espíritas,
los cuales investigando
cuestiones espirituales
han muchas veces
corroborado las
conclusiones espíritas.
La idea de “ciego
inteligente” sugiere a
alguien que tiene mucha
dificultad de percibir
algunos tipos de
evidencias, pero que, a
pesar de esas
limitaciones, tendría
una gran capacidad de
análisis racional de
algunos ángulos de la
cuestión. Realmente, tal
análisis parece ser
bastante adecuado cuando
estudiamos a Renan y su
libro más famoso “Vida
de Jesús”.
Renan desarrolló un
análisis racional
bastante objetivo sobre
los textos evangélicos.
Él literalmente
“humanizó” a Jesús,
rechazando su supuesta
“divindade”, como,
inclusive, el dogma
católico de la
“Santíssima Trindade”
defiende. Con una amplia
capacidad de análisis
crítico, defiende
Ernest Renan, que había
sido nombrado profesor
de hebraico en el
Collège de France, tuvo
su curso suspenso por el
gobierno de Napoleón III
después de su primera
clase, justamente por
haber llamado Jesús de
“hombre incomparable”.
El curso fue, de hecho,
suprimido hasta 1870.
Renan y su rechazo a los
fenómenos “paranormales”
A pesar de elaborar una
obra en que es posible
percibir una buena cuota
de opiniones personales,
que podrían ser
cuestionadas por
estudiosos de várias
corrientes y también por
libres pensadores, Renan
contribuye para el
crecimiento cultural de
la humanidad al proponer
un análisis crítico
realmente racional sobre
los textos evangélicos,
así como la obra y el
legado de Jesús de
Nazaré, aún considerando
que podemos discordar de
muchos de sus
posicionamientos a la
luz de la Doctrina
Espírita.
Renan rechazaba
prácticamente todo
episódio (o por lo menos
las interpretaciones
“supranormales” de los
respectivos episódios)
que narraba alguna
experiencia de carácter
dicho “paranormal”
atribuido a Jesús. Por
lo tanto, ignoró toda y
cualquier posibilidad de
fenomenologia mediúnica
y/o de emancipación del
alma y, consecuentemente,
de las llamadas “curas
espirituales”. Ignorando
la posibilidad de la
comunicabilidad del alma
y de la influencia de
los magnetismos humanos
y espiritual sobre la
salud humana, Renan
rechaza la idea de
paranormalidad, por
estar lejos del
conocimiento de los
requisitos que
viabilizan una
interpretación racional
de tales fenómenos.
Realmente, la
comprensión, por ejemplo,
de la realidad del
periespíritu era algo
muy distante de los
conocimientos de Renan,
lo que favorecía una
interpretación
“simplista” de los
textos evangélicos.
A pesar de sus equívocos
a la luz de la Doctrina
Espírita, el rechazo a
los dogmas, sobre todo a
la idea de la
“Santíssima Trindade”,
con la consecuente
“humanización” de Jesús,
no deja de ser una muy
importante contribución
para que muchos
estudiosos fueron
motivados a una búsqueda
más racional y profunda
de la vida y de la obra
del Maestro de Nazaré.
De hecho, la idea básica
de rechazo al “milagro”
coaccionar con el
pensamiento espírita. La
diferencia está en el
hecho de que el
Espiritismo estudia a
“comunicabilidad con los
Espíritus” como fenómeno
natural, y da
incontables y
contundentes evidencias
de la realidad de ese
tipo comunicacional.
Tales informaciones
estaban, a aquella
época, muy lejos del
horizonte cultural de
Ernest Renan.
De cualquier forma, la
actitud de estudio
crítico constante por
parte de Renan ante las
cuestiones religiosas
induce la sociedad a
reflejar sobre el
significado de la
verdadera religiosidad y
los problemas
intrínsecos a análisis
literales enfocadas en
los llamados “textos
sagrados”. Esos dos
ítems serán siempre
importantes para la
madurez del Espíritu
inmortal. Importantes
autores espíritas, tales
como J. Herculano Pires,
principalmente a través
de su excelente obra
“Revisión del
Cristianismo”, y
Hermínio Miranda,
estudiaron Renan con
mucha atención
percibiendo el valor de
la contribución de ese
escritor francés, en que
pesen sus eventuales
equívocos a la luz del
Espiritismo. Vale citar
igualmente Divaldo
Franco que elaboró
interesantes seminarios
y charlas basados en el
análisis del pensamiento
de Renan a la luz de la
Doctrina Espírita.
¿Jesús habría sido
realmente tentado por
Satanás
Realmente, si Jesus
también es Dios, y un
Dios que supuestamente (en
la opinión de católicos
y protestantes) puede
ser tentado por el
“Diablo” y titubea ante
la prueba, como
supuestamente habría
ocurrido en el Jardín de
los Olivos (también en
consonancia con la
opinión de católicos y
protestantes), todo o
casi todo puede ser
admitido, pues las
premisas supracitadas,
previamente admitidas,
son contradictorias,
ilógicas y totalmente
incoherentes con el
mínimo buen sentido,
abriendo camino para
otras ideas igualmente
absurdas. Sería el
caso de cuestionarse: ¡¿quién
gobernaba el Universo (admitiendo
que Jesús fuese también
Dios), cuando Jesús era
tentado y/o cuando él
titubeaba antes de las
pruebas de su tarea?!
¡¿Si como espíritas, que
no admitimos que Jesús
sea Dios, es inaceptable
que Jesús haya sido
efectivamente tentado
así como dudoso frente a
la tarea que vino a
cumplir en la Tierra, no
sería aún más
incoherente admitir
tales hipótesis para
aquellos que lo
consideran (inexplicablemente)
Dios?!
Al admitir tales
proposiciones, las
cuestiones religiosas
pasan a trillar caminos
de una “fe no razonada”
o, por lo menos, sin
cualquier sustentación
racional lógicamente
aceptable. Dentro de ese
contexto, cualquier
propuesta, por más
insustentable que pueda
parecer, puede ser
admitida por religiosos
que no buscan cultivar
uma fe “que pueda
encarar cara a cara la
razón em todas las
épocas de la humanidad”,
conforme la directriz
espírita pregona como
ideal.
Esa noción común de
religión sin lógica,
cuando es llevada a
grados extremos de
fanatismo y de
incoherencia, ha dato,
tanto en el pasado como
en el presente, ejemplos
terriblemente tristes de
cuan perjudicial puede
ser el ideal religioso
sin criterios mínimos de
ética y buen sentido.
Aún despreciando la
posibilidad de
autenticidad de aspectos
dichos “paranormales” de
la actuación de Jesús,
las premisas racionales
de la reflexión de Renan
ya fueron suficientes
para generar una gran
polémica en el siglo XIX
(e incluso los siglos XX
y XXI). La polémica en
ese caso, fue muy
valiosa, una vez que en
“materia de fe”, aún más
en aquel entonces, las
cuestiones religiosas,
sobre todo aquellas
relacionadas a Jesús, ni
siquiera podían ser
levantadas (en relación
al estatus quo asociado
a la cultura del hombre
medio de la época, el
cual era mantenido en un
nivel de racionalidad
bien bajo debido, entre
otros responsables, a la
actuación de los líderes
religiosos del siglo
XIX) y mucho menos
refutadas (por lo menos
en lo que concierne a
los conceptos tenidos
como “oficiales” por las
instituciones religiosas
dominantes, debido a la
celebre “infalibilidad
papal”, que sería
“promulgada” em el
Concilio Vaticano I por
el papa Pío IX algunos
años después, el 18 de
julio de 1870).
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