Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.
Preguntas para debatir
102. ¿A qué se debe la decadencia del arte en el siglo 19?
103. ¿Qué principios nuevos trae el Espiritismo, complementando las enseñanzas cristianas?
104. La perfección de la forma, ¿es relativa a la perfección del Espíritu?
105. Desde hace mucho tiempo se dice que el rostro es el espejo del alma. ¿Es verdadera esta idea?
106. La música propia del mundo espiritual, ¿es más bella que la nuestra?
Respuestas a las preguntas propuestas
102. ¿A qué se debe la decadencia del arte en el siglo 19?
Es el resultado inevitable de la concentración de las ideas en torno a las cosas materiales, y esa concentración, a su vez, es el resultado de la ausencia de toda creencia en la espiritualidad del ser. El siglo sólo cosecha lo que ha sembrado. Quien siembra piedras no puede cosechar frutas. Las artes sólo saldrán del letargo mediante una reacción que mire hacia las ideas espiritualistas.
El mundo camina a pasos gigantescos desde los tiempos históricos; las filosofías de los pueblos primitivos se han transformado gradualmente. Las artes, que se apoyan en las filosofías, de la cuales son su consagración idealizada, también tuvieron que modificarse y transformarse. Es matemáticamente exacto decir que las artes, sin creencias, no tienen vitalidad posible, y que toda transformación filosófica conduce necesariamente a una transformación artística paralela.
En todas las épocas de transformación las artes peligran, porque la creencia sobre la cual se apoyan ya no es suficiente para las aspiraciones ampliadas de la Humanidad, mientras que los principios nuevos, al no ser aún adoptados de manera definitiva por la gran mayoría de los hombres, no inspiran a los artistas a explorarlos, sino de manera vacilante. No obstante, como el arte cristiano sucedió al arte pagano transformándolo, el arte espírita será el complemento de la transformación del arte cristiano. (Obras Póstumas – Las artes y el Espiritismo.)
103. ¿Qué principios nuevos trae el Espiritismo, complementando las enseñanzas cristianas?
El Espiritismo nos muestra el futuro bajo una luz nueva y más a nuestro alcance. Por él, la felicidad está más cerca de nosotros, está a nuestro lado, en los Espíritus que nos rodean y que jamás han dejado de estar en relación con nosotros. La morada de los elegidos y la de los condenados ya no están aisladas; hay solidaridad constante entre el Cielo y la Tierra, entre todos los mundos de todo el Universo. La felicidad consiste en el amor mutuo de todas las criaturas llegadas a la perfección y en una actividad constante, que tiene como objetivo instruir y conducir a esa misma perfección a los que quedaron rezagados. El infierno está en el propio corazón del culpable que encuentra el castigo en sus remordimientos, pero no es eterno. Los individuos malos, al entrar en el camino del arrepentimiento, vuelven a encontrarse con la esperanza, ese sublime consuelo de los infelices.
¡He aquí las fuentes inagotables de inspiración para el arte! ¡Y cuántas obras maestras, de todos los géneros, podrían producir esas ideas, mediante la reproducción de las escenas tan múltiples y tan variadas de la vida espírita!
En lugar de representar despojos fríos e inanimados, se verá a la madre con su hija querida al lado, en su forma radiante y etérea; la víctima perdonando a su verdugo; al criminal huyendo en vano del espectáculo de sus acciones culpables; el aislamiento del egoísta y del orgulloso en medio de la multitud, etc.
El Espiritismo, pues, abre al arte un campo nuevo, inmenso y todavía inexplorado; y cuando el artista reproduzca el mundo espírita con convicción, sacará de esa fuente las más sublimes inspiraciones y su nombre vivirá en los siglos futuros, porque en vez de las preocupaciones materiales y efímeras de la vida presente, entrará en escena el estudio de la vida futura y eterna del alma. (Obras Póstumas – Las artes y el Espiritismo.)
104. La perfección de la forma, ¿es relativa a la perfección del Espíritu?
Las observaciones indican que la forma de los cuerpos se modifica en un sentido determinado y según una ley, a medida que el ser moral se desarrolla; que la forma exterior guarda relación constante con el instinto y los apetitos del ser moral; que cuanto más sus instintos se aproximan a la animalidad, se acerca más a esta forma; en fin, que a medida que los instintos materiales se depuran y dan lugar a los sentimientos morales, la envoltura exterior, que ya no está destinada a la satisfacción de necesidades groseras, adopta formas cada vez menos pesadas, más delicadas, en armonía con la elevación y la delicadeza de los pensamientos. La perfección de la forma es, así, una consecuencia de la perfección del Espíritu: de donde se puede concluir que el ideal de la forma debe ser la que adopten los Espíritus en estado de pureza. (Obras Póstumas – Teoría de la belleza.)
105. Desde hace mucho tiempo se dice que el rostro es el espejo del alma. ¿Es verdadera esta idea?
Esta idea, convertida en un axioma, explica este hecho vulgar: que ciertas fealdades desaparecen bajo el reflejo de las cualidades morales del Espíritu, y que con mucha frecuencia se prefiere a una persona fea dotada de eminentes cualidades, a otra que sólo tiene la belleza plástica. Esa fealdad consiste sólo en las irregularidades de la forma, pero no excluye la finura de los rasgos, necesaria para la expresión de los sentimientos delicados.
De lo que precede se puede concluir que la belleza real consiste en la forma que más se aleja de la animalidad, y refleja mejor la superioridad intelectual y moral del Espíritu, que es el ser principal. A partir de que lo moral influye sobre lo físico, se concluye: 1º, que el tipo de la belleza consiste en la forma más apropiada para la expresión de las más elevadas cualidades morales e intelectuales; 2º, que a medida que el hombre se eleva moralmente, su envoltura se aproxima al ideal de la belleza, que es la belleza angelical.
Después de ser leídas estas ideas en la Sociedad de París, se recibieron en la misma fecha – 4 de febrero de 1869 – numerosas comunicaciones presentando las mismas conclusiones.
En una de ellas, firmada por el Espíritu de Lavater, leemos lo siguiente: “En cuanto a lo que se ha convenido en llamar bello, y que es verdaderamente digno de ese título, sólo se le debe considerar como una cosa esencialmente relativa, porque siempre se puede concebir algo más bello, más perfecto. Sólo existe una única belleza, una única perfección, que es Dios. Fuera de Él, todo lo que adornamos con esos atributos no es sino un pálido reflejo de lo único bello, un aspecto armonioso de las mil y una armonías de la creación. Todos los tipos se unen armónicamente en lo perfecto. He ahí por qué existe lo bello absoluto. Nosotros que progresamos, sólo poseemos una belleza relativa, débil y combatida por los elementos desarmonizados de nuestra naturaleza. (Obras Póstumas – Teoría de la belleza.)
106. La música propia del mundo espiritual, ¿es más bella que la nuestra?
Sí; es mucho más bella que la música de la Tierra. Dicen los Espíritus superiores que el sonido de nuestros instrumentos y nuestra vos más bella no pueden darnos ni la más cercana idea de la música celeste y de su suave armonía. (Obras Póstumas – La música celestial y la música espírita.)