Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.
Preguntas para debatir
152. El Espiritismo, ¿es fruto de una concepción personal o el resultado de un sistema preconcebido?
153. ¿A qué personas se dirige el Espiritismo?
154. ¿Cuándo oyó Kardec hablar por primera vez de los fenómenos?
155. ¿Qué lo llevó a cambiar de opinión en relación a los fenómenos?
156. ¿Cuándo se dio ese encuentro?
Respuestas a las preguntas propuestas
152. El Espiritismo, ¿es fruto de una concepción personal o el resultado de un sistema preconcebido?
No, ni lo uno ni lo otro. El Espiritismo se apoya sobre hechos, y satisface las exigencias de la lógica y de la justicia más rigurosa, lo que fue una de las principales causas de la rapidez de su propagación. La doctrina espírita es el fruto de miles de observaciones hechas en todos los puntos del globo que han convergido hacia el centro que las reunió y coordinó. Todos esos principios constitutivos, sin excepción, fueron deducidos de la experiencia. La experiencia siempre precedió a la teoría. El Espiritismo echó, así, desde el inicio, raíces por todas partes. La historia no ofrece ningún ejemplo de una doctrina filosófica o religiosa que en diez años haya reunido un número tan grande de adeptos; sin embargo, para hacerse conocida no empleó ninguno de los medios usados usualmente; se propaga por sí misma por las simpatías que encontró.
Un hecho no menos cierto es que en ningún país la Doctrina surgió en las capas bajas de la sociedad; en todas partes se propagó desde arriba hacia abajo en la escala social, y es en las clases esclarecidas donde está más difundida, y las personas iletradas constituyen una insignificante minoría.
En las luchas que tuvo que sostener, las personas imparciales se dieron cuenta de su moderación, porque jamás usó represalias contra sus adversarios, ni respondió a las injurias con otras injurias. (Obras Póstumas – Corta respuesta a los detractores del Espiritismo.)
153. ¿A qué personas se dirige el Espiritismo?
Coherente con su posición de respeto a todas las convicciones sinceras, el Espiritismo no se impone a nadie. Expone su doctrina y recibe a los que vienen a él voluntariamente. No trata de desviar a nadie de sus convicciones religiosas y no se dirige a aquellos que tienen una fe y cuya fe les basta, sino a los que, al no estar satisfechos con aquello que se les dio, buscan algo mejor.
El Espiritismo proclama la libertad de conciencia como un derecho natural: la reclama para los suyos, como para todo el mundo. De la libertad de conciencia proviene el derecho de libre examen en materia de fe. El Espiritismo combate el principio de la fe ciega y entiende que toda fe impuesta no tiene fundamento. Por eso inscribe entre sus máximas: “Sólo es inquebrantable la fe que puede mirar a la razón cara a cara en todas las épocas de la Humanidad”. (Obras Póstumas – Corta respuesta a los detractores del Espiritismo.)
154. ¿Cuándo oyó Kardec hablar por primera vez de los fenómenos?
En 1854 escuchó hablar, por primera vez, sobre las mesas giratorias. El Sr. Fortier, el magnetizador, a quien conocía desde hace mucho tiempo, le dijo: “¿Sabéis de la singular propiedad que se acaba de descubrir en el magnetismo? Parece que no solo se puede magnetizar a las personas, sino también a las mesas, a las que se hace girar y caminar a voluntad”. Kardec le respondió: “Es muy singular, en efecto; pero, en rigor, eso no me parece radicalmente imposible. El fluido magnético, que es una especie de electricidad, puede muy bien actuar sobre los cuerpos inertes y hacerlos mover”.
Los relatos que los periódicos publicaron, de experiencias hechas en Nantes, Marsella y en algunas otras ciudades, no podían dejar duda sobre la realidad de los fenómenos. Algún tiempo después volvió a encontrar al Sr. Fortier, quien le dijo: “He aquí algo que es mucho más extraordinario; no solo se hace girar la mesa magnetizándola, sino que se le hace hablar; al ser interrogada, ella responde”. Kardec le respondió: “Eso es otra cuestión; lo creeré cuando lo vea, y cuando me demuestren que una mesa tiene un cerebro para pensar, nervios para sentir y que pueda convertirse en sonámbula; hasta entonces, permítame ver en eso solo un cuento para hacer dormir”. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Los primeros trabajos.)
155. ¿Qué lo llevó a cambiar de opinión en relación a los fenómenos?
Esto se dio al año siguiente. A comienzos de 1855, el Sr. Carlotti, un amigo desde hacía veinticinco años, lo entretuvo con esos relatos durante casi una hora, con el entusiasmo que ponía en todas las ideas nuevas. El Sr. Carlotti era de Córcega, de temperamento ardiente y enérgico; Kardec siempre había apreciado en él las cualidades que distinguen a un alma grande y bella, pero desconfiaba de su exaltación. Fue él quien primero le habló de la intervención de los Espíritus y le contó tantas cosas sorprendentes que, lejos de convencer, aumentó las dudas del futuro Codificador del Espiritismo. “Seréis algún día de los nuestros”, le dijo Carlotti. Algún tiempo después, por el mes de mayo de 1855, se encontró en la casa de la sonámbula Sra. Roger con el Sr. Fortier, su magnetizador. Allí encontró también al Sr. Pâtier y a la Sra. Plainemaison que le hablaron de esos fenómenos en el mismo sentido del Sr. Carlotti, pero en otro tono. El Sr. Pâtier era funcionario público, de cierta edad, un hombre muy instruido, de carácter serio, frío y sereno; su lenguaje firme, exento de todo entusiasmo, causó en Kardec una viva impresión y cuando le ofreció la oportunidad de asistir a las experiencias que ocurrían en la casa de la Sra. Plainemaison, en la calle Grange-Batelière, nº 18, Kardec aceptó de inmediato. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Los primeros trabajos.)
156. ¿Cuándo se dio ese encuentro?
El encuentro se realizó en mayo de 1855, un martes, a las ocho de la noche. Fue entonces, por primera vez, que Kardec fue testigo del fenómeno de las mesas giratorias, y en condiciones tales que no era posible dudar. En la reunión vio también algunos intentos, aún imperfectos, de escritura mediúmnica sobre una pizarra, con ayuda de una cesta. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Los primeros trabajos.)