El Espiritismo
está en el aire
Ingenioso y
sugestivo el
nombre del
programa
radiofónico que
José Geraldo
Pedrosa y sus
compañeros
presentan del
lunes al viernes
en una emisora
de radio en la
ciudad de Juiz
de Fora (MG).
Titulado “El
Espiritismo Está
en el Aire”,
el programa es
el tema central
de la entrevista
publicada en
esta edición.
La iniciativa de
los colegas
espíritas
mineiros, que ya
completó dos
años de
actividad
ininterrumpida,
sólo merece
aplausos, porque
divulgar las
enseñanzas
espíritas es
permitir que
otras personas
vengan a conocer
una doctrina que
sólo nos hace
tan bien y nos
muestra el
camino que nos
conducirá, caso
sea seguido, a
la
concretización
de la meta para
la cual fuimos
creados.
A propósito del
asunto, juzgamos
ser importante
esclarecer una
frase que ha
sido repetida
con frecuencia
en nuestro
medio, según la
cual divulgar la
doctrina
espírita es una
forma de caridad
donde el
beneficiario
sería la propia
doctrina.
Ya nos
reportamos a ese
asunto en esta
misma revista,
enseñando
entonces que la
caridad de la
divulgación
tiene por
objetivo
personas y no,
propiamente
hablando, el
Espiritismo.
Divulgarlo
correctamente es
dar a ellas
confort
espiritual y
subsidios
importantes en
favor de su
propio
crecimiento.
Para comprender
ese pensamiento,
recordemos el
mensaje de
Emmanuel en que
el tema
apareció, según
pensamos, por
primera vez.
No muy lejos, en
el año de 1965,
la Federación
Espírita
Brasileña
publicó el libro
Estudie y
Viva, obra
mediúmnica
compuesta de
textos firmados
por Emmanuel y
André Luiz.
En el último
capítulo del
libro – el
capítulo 40 – el
texto de
Emmanuel,
psicografado por
Chico Xavier,
tiene por título
“Socorro
oportuno”.
En él, el autor
espiritual teje
consideraciones
al respecto del
socorro que es
necesario
ofrecer a los
hermanos
obsidiados, pero
no sólo a ellos,
sino también a
los hermanos
nuestros que se
encuentran en
las últimas
trincheras de la
resistencia al
desequilibrio
espiritual.
Escribió
entonces el
iluminado
instructor
espiritual:
“Por un alienado
que se candidata
a las terapias
del manicomio,
centenas de
fronterizos de
la obsesión le
asedian en la
experiencia
cotidiana.
Desambientados
en un mundo que
aún no dispone
de recursos que
les calmen el
íntimo
atormentado,
esperan por algo
que les
pacifique las
energías, a la
manera de
viajeros
perdidos en las
tinieblas,
suspirando por
un rayo de luz…
Caminaban
resguardados en
la honestidad y
se encontraron
perjudicados a
golpes de
crueldad,
mascarada de
inteligencia;
abrazaron tareas
edificantes y
fueron golpeados
por la injuria,
acusados de
faltas que jamás
serían capaces
de cometer; se
entregaron,
tranquilos, a
compromisos que
supusieron
íntegros y
acabaron
humillados en
los sueños más
puros;
edificaron el
hogar, como
siendo un camino
de elevación, y
se reconocieron,
dentro de él, a
la manera de
prisioneros sin
esperanza;
criaron hijos,
invistiendo en
casa toda su
riqueza de ideal
y ternura, en la
expectativa de
encontrar
compañeros
benditos para la
vejez, y se
encontraron
relegados a
extremo
abandono;
salieron de la
juventud, plenos
de aspiraciones
renovadoras y se
depararon con
enfermedades que
les atormentan
la vida… Y, con
ellos, los que
se acusan
desajustados,
tenemos aun los
que vinieron de
cuna en
aflicción y
penuria, los que
se enredaron en
laberintos de
tedio, en
demasía de
confort, los que
enflaquecen en
las
responsabilidades
que asumieron y
los que cargan
en el cuerpo
dolorosas
inhibiciones…
Acuérdate de
ellos, los casi
locos de
sufrimiento, y
trabaja para que
la Doctrina
Espírita les
extiende socorro
oportuno. Para
eso, estudiemos
Allan Kardec, al
resplandor del
mensaje de
Jesucristo, y,
seas el
ejemplo o en la
actitud, en la
acción o en la
palabra,
recordemos que
el Espiritismo
nos solicita una
especie
permanente de
caridad – la
caridad de su
propia
divulgación.”
(Estudie y
Viva, cap. 40.)
(Las negritas
son nuestras.)
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