En el camino de
la vida, las
luchas y las
tribulaciones
son
indispensables
“Las vibraciones
de amor que
envuelven los
cónyuges crean
una aura
energética de
alta frecuencia,
estableciendo un
campo de
sintonía con los
mentores
espirituales,
propician el
aislamiento en
el ambiente del
hogar y evitan
la aproximación
de entidades
espirituales no
participantes
del proceso
reencarnatorio.”
(Ricardo Di
Bernardi, autor
del artículo
Microcefalia y
aborto: la unión
del Espíritu,
uno de los
relieves de esta
edición.)
También es así
en el campo
mediúmnico. Si
hay amor, el
médium entra en
comunicación con
los mentores del
trabajo,
recibiendo de
vuelta seguridad
y amparo en las
comunicaciones
de los Espíritus
infelices.
Si hay amor en
los
esclarecedores,
éstos amplían la
capacidad
intuitiva y
esclarecen con
su amor,
conjugado con
las ideas que
reciben y
proyectan en las
mentes
infelices.
Si hay amor en
los que aplican
pases, éstos se
conectan con los
mentores y,
entonces, se
tornan dínamos
esparciendo
fluidos
resultantes de
la interacción
de sus fluidos
vitales con la
dirección y las
propiedades
saludables
manipuladas por
los
desencarnados
que aplicaban
pases.
El amor es la
contraseña para
que entremos en
contacto con lo
invisible
sublimado.
La
reencarnación,
mecanismo
primordial del
retorno a la
lucha por la
evolución, puede
ser comparada al
sueño. Nuestra
vida de relación
es entremezclada
con periodos de
sueño que son
como que
sumergirse en la
erraticidad.
Cada vigilia es
semejante a la
vida de
relación.
André Luiz, en
el cap. 30 de su
libro
Conducta
Espírita,
dice: “Encarar
con naturalidad
los sueños que
puedan surgir
durante el
descanso físico,
sin preocuparse
aflictivamente
con cualesquiera
hechos o ideas
que se reporten
a él”. Y más
adelante:
“Prevenirse
cuanto a las
comunicaciones
inter vivos,
en el sueño
vulgar, pues,
aunque sea real,
su autenticidad
es bastante
rara.”
“Bajo la visión
reencarnacionista,
ampliada por los
conocimientos
que el
intercambio
mediúmnico nos
faculta,
tendremos una
óptica más
amplia. La gran
cuestión es
comprender, ante
la ley
universal, el
motivo por lo
cual un padre y
una madre
recibirán en su
nido doméstico
un ser
deficiente
físico.”
(Ricardo Di
Bernardi en el
artículo
mencionado.)
Toda paternidad
es una misión, y
es natural que
algunos padres
pidan para sí la
oportunidad de
crecimiento
espiritual a
través del
cuidado de
alguien que le
fue precioso y
ahora es
recibido con
amor en su
probación. Puede
ser también, en
el mismo
espíritu de
sacrificio,
alguien sin
ningún
parentesco,
necesitando del
cuidado que sólo
aquella madre y
aquel padre
pueden darle.
“El Espíritu,
que ya vivió
aquí en la
Tierra innúmeras
veces, trae
grabado
energéticamente,
en núcleos
potenciales, los
registros de sus
positivas
adquisiciones
anteriores bien
como de sus
desatinos. Al
unirse al óvulo,
esparcirá, en el
mismo, el grado
energético de su
nivel evolutivo.
Con la
frecuencia de
onda resultante,
el óvulo atraerá
los genes
contenidos en el
espermatozoide,
los cuales
tendrán las
predisposiciones
orgánicas
consecuentes.”
(Ricardo Di
Bernardi en el
artículo
mencionado.)
Es natural que
el hombre herede
de sí mismo las
características
genéticas que le
servirán de base
para el
desarrollo de
sus
potencialidades
de acuerdo con
la ley de acción
y reacción. El
proceso es
automático
dentro del
mecanismo
hereditario. El
espermatozoide
seleccionado y
el óvulo estarán
en sintonía
energética y
formarán un todo
donde los
mecanismos
hereditarios se
realizarán de
acuerdo con el
mapa
reencarnatorio.
De modo que lo
que atrae el
Espíritu es
siempre el amor
o la necesidad
que él tiene de
volver al
escenario
terrestre para
dar cumplimiento
a más una etapa
en su proceso
evolutivo.
Para eso, las
luchas y
tribulaciones
que deberá
encontrar en la
vida son de
enorme
importancia,
mismo que jamás
erren o se
equivoquen, como
es explanado con
toda la clareza
por los
Instructores
espirituales en
la respuesta a
la cuestión 133
d’ El Libro
de los
Espíritus:
133. ¿Tiene
necesidad de
encarnación los
Espíritus que,
desde el
principio,
siguieron el
camino del bien?
“Todos son
creados
sencillos e
ignorantes y se
instruyen en las
luchas y
tribulaciones de
la vida
corporal. Dios,
que es justo, no
podía hacer
felices a unos,
sin fatigas y
trabajos,
consiguientemente
sin mérito.”
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