El
asunto
del
momento,
es que
se
pregunta
cual es
la
posición
del
Espiritismo
con
relación
a la
práctica
del
aborto
en los
casos de
anencefalia,
un tema
que, por
razones
obvias,
no llegó
a ser
tratado
en la
obra del
Codificador
Espirita.
Los
especialistas
espiritas
encarnados
y
desencarnados,
puesto
que
Kardec
no haya
examinado
el
asunto,
entienden
que
continua
en pleno
vigor el
entendimiento
espirita,
consagrado
en el
Libro de
los
Espíritus,
de que
solo es
admisible
el
aborto
que se
realiza
para
salvar
la vida
de la
gestante
puesta
en
peligro
con la
continuidad
de la
gravidez.
Varios
motivos
embasan
ese
pensamiento.
Primero:
no
existe
gravidez
por
acaso,
de la
misma
forma
que no
basta a
una
mujer
querer
quedar
embarazada
para que
el
embarazo
ocurra.
La
venida
de un
Espíritu
a la
existencia
corporal,
aun que
sea por
pocas
horas,
forma
parte de
un
programa
minucioso
reencarnatorio.
Segundo:
Las
mutilaciones
orgánicas
de
renacimiento
tienen
su causa
en los
actos
practicados
en el
pasado,
obviamente
en otras
existencias.
Si
alguien
atenta
contra
el
propio
cerebro,
enseña
Emmanuel,
necesitará
para
rehacerlo,
en lo
mínimo,
dos
existencias
corporales.
“Cuando
perpetramos
determinado
delito e
instalamos
la culpa
en
nosotros,
engendramos
el caos
dentro
de la
propia
alma y,
regresando
a la
Vida
Mayor,
después
de la
desencarnación,
envueltos
en la
sombra
del
proceso
culpable,
naturalmente
padecemos
en
nosotros
mismos a
los
resultados
de los
propios
actos
infelices”,
es lo
que
Chico
Xavier,
bajo la
inspiración
de su
mentor
y guía,
declaró
en la
noche
del 7 de
mayo de
1974 en
sesión
solemne
de la
Asamblea
Legislativa
del
Estado
de Goias,
como el
lector
puede
verificar
en la
Obra de
Chico en
Goiania,
publicada
por la
GEEM
Editora,
el
Espíritu
que se
encuentra
ligado
al
organismo
defectuoso
ya se
hallaba
así, con
mutilaciones
semejantes,
en la
vida
espiritual.
La
reencarnación
constituye,
entonces,
para el
una
oportunidad
de
reparación,
que
queda
evidentemente
interrumpida
con el
abortamiento.
Tercero:
Nos
recuerda
Joanna
de
Angelis,
en su
libro
Alerta,
Cáp.,
22, que
en la
mayoría
de los
casos de
aborto
la
expulsión
del
cuerpo
en
formación
de modo
ninguno
interrumpe
las
ligaciones
de
Espíritu
a
Espíritu,
entre la
gestante
y el
hijo
rechazado.
Cara a
eso, sin
comprender
la
ocurrencia
, o
percibiéndola
en
desespero,
el ser
espiritual
expulsado
se
agarra a
las
matrices
orgánicas
y
termina
por
lesionar
el
aparato
genital,
dando
origen a
dolencias
de
etiología
complicada,
sin
hablar
en los
casos de
obsesión
de hay
provenientes.
Los
argumentos
pro
aborto
en tales
casos,
más allá
de no
tener el
amparo
de la
Ley
brasileña,
que solo
admite
en dos
hipótesis
– para
salvar
la vida
de la
gestante
puesta
en
peligro
y en los
casos de
gravidez
resultante
del
estupro
– sin
embargo
comprensibles
son
impregnados
de
fuerte
contenido
materialista.
Se alega
que,
aunque
la
criatura
portadora
de
anencefalia
venga a
vivir
algún
tiempo,
tendrá
ella
apenas
vida
vegetativa.
Ahora,
muchas
personas
sacrificadas
por
accidentes
automovilísticos
y aun
mismos
por
derrames
pasan
también
atener
solamente
vida
vegetativa.
¿Iremos
entonces,
por
causa de
eso,
exterminarlas?
¿No es
exactamente
ese el
móvil de
la
eutanasia?
Es
fácil,
por eso,
comprender
que la
admisión
del
aborto
en las
condiciones
citadas
constituye
un paso
largo
para la
admisión
legal
del
llamado
aborto
eugénico,
cuya
finalidad
seria
atender
a otros
casos de
malformación
fetal,
como
algunos
médicos
ya han
propuesto,
inspirados
por una
infeliz
preliminar
concedida
por la
Justicia
brasileña.
De hay
la
legalización
de la
eutanasia
como se
dio en
Holanda,
es el
paso
bien
corto,
más de
lo que
imaginamos.
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