Las
últimas
informaciones
divulgadas
en la
gran
prensa
dicen
que las
semejanzas
entre el
genoma
del
hombre y
del
chimpancé
son de
96%,
hecho
que ha
llevado
a varios
científicos
a la
conclusión
de que
el
hombre y
el
chimpancé
tuvieron
un
ancestral
común
que
habría
vivido
hace 6
millones
de años.
Al
tratar
del
surgimiento
del
hombre
en la
Tierra,
Allan
Kardec
afirma
en su
ultima
obra,
“La
Génesis”,
Cáp. XI,
que,
cara a
la
semejanza
existente
entre el
cuerpo
del
hombre y
del
macaco,
algunos
fisiologistas
concluirán
que el
primero
es
apenas
una
transformación
del
segundo.
“Bien
puede
darse –
escribió
Kardec
en el
capitulo
mencionado
– que
cuerpos
de
macaco
hayan
servido
de
vestidura
a los
primeros
Espíritus
humanos,
forzosamente
poco
adelantados,
que
viniesen
a
encarnar
a la
Tierra,
siendo
esa
vestidura
más
apropiada
a sus
necesidades
y más
adecuadas
al
ejercicio
de sus
facultades,
que el
cuerpo
de
cualquier
otro
animal."
“En vez
de
hacerse
para el
espíritu
un
involucro
especial,
el
habría
hallado
uno ya
pronto.
Se
vistió
entonces
de piel
del
macaco,
sin
dejar de
ser
Espíritu
humano,
como el
hombre
no raro
se
reviste
de la
piel de
ciertos
animales,
sin
dejar de
ser
hombre."
El
codificador
del
Espiritismo
dejo,
sin
embargo,
bien
claro
que así
escribía
por
hipótesis,
de modo
alguno
posta
como
principio
más
formulada
apenas
para
mostrar
que el
origen
del
cuerpo
en nada
perjudica
al
Espíritu,
que es
el ser
principal,
y que a
semejanza
del
cuerpo
del
hombre
con el
del
macaco
no
implica
paridad
entre su
Espíritu
y el del
macaco.
Concluyendo
el
pensamiento,
Kardec
dijo que
es
probable
que los
primeros
hombres
aparecidos
en la
tierra
poco
difieran
del
macaco
por la
forma
exterior
y no
mucho
también
por la
inteligencia.
“En
nuestros
días –
acrecentó
– aun
hay
salvajes
que, por
el
comprimente
de los
brazos y
de los
pies y
por la
conformación
de la
cabeza,
tiene
tanta
parecido
con el
macaco,
y que
solo les
falta
ser
peludos,
para
tornarse
la
completa
semejanza.”
En 1938,
setenta
años
después
de la
publicación
de “La
Génesis”,
Emmanuel
trajo
informaciones
nuevas –
y no
apenas
hipótesis
– para
el
entendimiento
del
asunto.
Resumidamente,
aseveró
el
mentor
espiritual
de Chico
Xavier
en su
libro “A
Camino
de la
Luz” ,
pp. 30
a32, que
los
primeros
antepasados
del
hombre
remontan
al
periodo
terciario,
donde se
encontraban,
bajo la
orientación
de las
esferas
espirituales,
algunas
razas de
antropoides,
en el
Plioceno
inferior.
Esos
antropoides
y los
ascendentes
de los
simios
tuvieron
su
evolución
en
puntos
convergentes,
de ahí
los
parentescos
sorologicos
entre el
organismo
del
hombre
moderno
y el del
chimpancé.
No hubo,
sin
embargo,
propiamente
hablando,
una
“descenso
del
árbol”,
en el
inicio
de la
evolución
humana.
Las
fuerzas
espirituales
que
dirigen
los
fenómenos
terrestres,
bajo la
orientación
de Jesús,
establecieron
un
linaje
definitivo
para
todas
las
especies,
dentro
de las
cuales
el
principio
espiritual
encontraría
el
proceso
de su
acrisolamiento,
en
marcha
para la
racionalidad.
Los
antropoides
de las
cavernas
se
apartaron,
de los
grupos,
por la
superficie
del
globo, a
lo largo
de los
siglos,
sufriendo
las
influencias
del
medio y
formando
los
pródromos
de las
razas
futuras.
Extraordinarias
experiencias
fueron
realizadas
entonces
por los
mensajeros
de lo
invisible,
hasta
quedar
en
“primate”
los
característicos
aproximados
del
hombre
futuro.
Los
siglos
corrieron,
hasta
que un
día los
Espíritus
operaron
una
definitiva
transición
en el
cuerpo
periespiritual
preexistente
de los
hombres
primitivos,
surgiendo
así los
primeros
salvajes
de
complexión
mejorada,
tendiendo
a la
elegancia
de los
tiempos
futuros.
Estas
informaciones
traídas
por
Emmanuel
no hacen,
evidentemente,
parte
del
cuerpo
doctrinario
del
Espiritismo,
por el
simple
hecho de
ser
revelaciones
singulares,
más es
bueno
considerarlas
con la
debida
atención,
en
respecto
a su
autor y
al
médium
utilizado,
cabiendo,
todavía,
al
tiempo –
y
solamente
al
tiempo –
confirmarlas
o
desmentirlas.
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