Espíritus errantes: suerte
de los niños después
de la muerte
Presentamos en esta edición
el tema
nº
69
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿Qué es la erraticidad?
2. ¿Podemos decir que todo
Espíritu desencarnado es un
Espíritu errante?
3. ¿En el estado de
erraticidad, los Espíritus
hacen alguna cosa?
4. ¿La encarnación es
necesaria al Espíritu
errante?
5. ¿Cómo entender la muerte
de un niño de tierna edad?
Texto para la lectura
Errante es el Espíritu que
necesita encarnar para
evolucionar
1. Separado del cuerpo
físico, en base a la
desencarnación, el Espíritu
vuelve, en la mayoría de las
veces, a reencarnar después
de intervalos más o menos
largos, intervalos esos que
pueden durar desde algunas
horas hasta varios siglos,
no existiendo, en ese
sentido, límite determinado.
El Espiritismo enseña,
con todo, que esos
intervalos pueden
prolongarse por mucho tiempo,
pero jamás serán perpetuos.
2. En cuanto aguarda una
nueva encarnación, el
desencarnado queda en estado
de Espíritu errante, estado
en que espera nuevas
oportunidades y aspira a un
nuevo destino. El hecho de
estar desencarnado no lo
coloca, sin embargo, en la
condición de Espíritu
errante. Errante sólo es
aquel que necesita de una
nueva encarnación para
progresar. El Espíritu que
no necesita más encarnar
para evolucionar ya se
encuentra en el estado de
Espíritu puro. Así, en
cuanto al estado en que se
encuentren, los Espíritus
pueden ser: 1 –
Encarnados, los que
están ligados a un cuerpo
físico; 2 – Errantes,
los que aguardan una nueva
encarnación; 3 – Puros,
los que, desligados de la
materia, ya llegaron a la
perfección y por eso no
necesitan de una nueva
encarnación.
3. Conviene destacar que el
estado de erraticidad no
constituye, por sí sólo,
señal de inferioridad de los
Espíritus, una vez que hay
Espíritus errantes de todos
los grados. La reencarnación
es, en efecto, un estado
transitorio, ya que el
estado normal es cuando el
Espíritu, liberado de la
materia, vive plenamente la
vida espiritual.
4. En el estado de
erraticidad, los Espíritus
no quedan inertes: estudian,
observan, buscan
informaciones que les
enriquezcan el conocimiento
de las cosas, procurando el
mejor medio de elevarse. La
enseñanza espírita sobre la
vida más allá de la tumba,
muestra que en el espacio no
hay lugar alguno destinado a
la contemplación esteril, a
la beatitud ociosa. Todas
las regiones del espacio
están pobladas por Espíritus
laboriosos.
Los Espíritus son los
constructores de su futuro
5. En la condición de
errante, el Espíritu puede,
por tanto, mejorar mucho,
conquistando nuevos
conocimientos, dependiendo
naturalmente de su mayor o
menor voluntad. Mientras,
será en la condición de
Espíritu encarnado que
tendrá oportunidad de
colocar en practica las
ideas que adquirió y
realizar, efectivamente, el
progreso que está buscando.
6. Gabriel Delanne afirma
que los Espíritus son los
propios constructores de su
futuro, conforme la
enseñanza de Cristo: “A cada
uno según sus obras”. Todo
Espíritu que queda parado en
su progreso solamente de sí
mismo puede quejarse, del
mismo modo que aquel que se
adelanta tiene todo el
mérito de su procedimiento.
La felicidad que él
conquistó tiene, por eso
mismo, más valor a sus ojos.
7. La vida normal del
Espíritu se efectúa en el
espacio, pero la encarnación
se opera en uno de los
globos que pueblan el
Universo infinito. Ella es
necesaria a su doble
progreso, moral e
intelectual. Al progreso
intelectual, por causa de la
actividas que él es obligado
a desenvolver en el trabajo.
Al progreso moral, por causa
de la necesidad que los
hombres tienen uno de los
otros. La vida social –
recuerda Delanne – es la
piedra de toque de las
buenas y de las malas
cualidades.
8. Una cuestión intrigante,
cuya explicación debemos a
la Doctrina Espírita, dice
respecto a la situación del
niño en la vida post
mortem.
La muerte de un niño puede
ser una prueba para los
padres
9. Enseña el Espiritismo
que, tal cual ocurre con el
Espíritu de una persona
adulta, el Espíritu de un
niño muerto en una tierna
edad vuelve al mundo de los
Espíritus y asume su
condición precedente. Además,
el Espíritu de un niño puede
ser más adelantado y más
experimentado que el de un
adulto, por cuanto puede
haber progresado en
encarnaciones pasadas.
10. La corta duración de la
vida del niño puede
representar, para el
Espíritu que la animaba, el
complemento de una
existencia precedentemente
interrumpida antes de la
hora, y su muerte constituye,
por regla, prueba o
expiación para los padres.
11. El Espíritu cuya
existencia se interrumpió en
el periodo de la infancia
recomenzará una nueva
existencia, que ocurrirá en
la época que fuera juzgada
más conveniente a su
progreso. Si no tuviese él
oportunidad de reencarnar,
quedaría estacionado, al
margen del proceso
evolutivo, hecho que no
correspondería a la justicia
de Dios. Con la posibilidad
de una nueva encarnación, la
posibilidad de progreso es
real e igual para todos.
12. Con la experiencia
vivida por el Espíritu del
niño muerto en tierna edad,
sus padres son también
probados en su comprensión
acerca de la vida o,
entonces, rescatan deudas
contraídas en el pasado.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿Qué es la erraticidad?
R.: La erraticidad es el
estado en que quedan los
Espíritus mientras aguardan
una nueva encarnación.
2. ¿Podemos decir que todo
Espíritu desencarnado es un
Espíritu errante?
R.: No. Errante sólo es
aquel que, estando
desencarnado, necesita de
una nueva encarnación para
progresar. Los Espíritus
puros no necesitan encarnar
más para evolucionar y, por
eso, no se aplica a ellos la
expresión Espíritu errante.
3. En estado de erraticidad,
¿los Espíritus hacen alguna
cosa?
R.: Sí. En el estado de
erraticidad los Espíritus
estudian, observan y buscan
informaciones que les
enriquezca el conocimiento
de las cosas, procurando el
mejor medio de elevarse. La
enseñanza espírita sobre la
vida de más allá de la tumba
muestra que en el espacio no
hay lugar alguno destinado a
la contemplación estéril, a
la beatitud ociosa. Todas
las regiones del espacio
están pobladas por Espíritus
laboriosos.
4. La encarnación es
necesaria al Espíritu
errante?
R.: La vida normal del
Espíritu se efectúa en el
espacio, pero la encarnación
es necesaria a su doble
progreso, moral e
intelectual. Al progreso
intelectual, por causa de la
actividad que él es obligado
a desenvolver en el trabajo.
Al progreso moral, por causa
de la necesidad que los
hombres tienen de convivir
unos con los otros.
5. ¿Cómo entender la muerte
de un niño en una tierna
edad?
R.: La corta duración de la
vida de un niño puede
representar, para el
Espíritu que la animaba, el
conplemento de una
existencia precedentemente
interrumpida antes de la
hora, y su muerte constituye,
por regla, prueba o
expiación para los padres.
Bibliografia:
El Libro de
los Espíritus, de Allan
Kardec, items 199, 226, 227
y 230.
El Fenómeno
Espírita,
de Gabriel
Delanne.
Después de la Muerte, de
Léon Denis.