Simpatías y antipatías
espirituales
Presentamos en esta edición
el tema
nº
73
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿De qué principio deriva
el afecto particular que une
a dos personas?
2. ¿El afecto que une a las
personas en la Tierra
continúa existiendo en el
mundo espiritual?
3. ¿Es correcto afirmar que
es de la discordia que nacen
nuestros males?
4. ¿La maldad es un estado
permanente o transitorio de
los hombres?
5. ¿Qué es lo que puede
romper el círculo vicioso
del odio?
Texto para la lectura
El afecto que une a dos
seres persiste en la vida
espiritual
1. Como seres inteligentes
de la Creación, los
Espíritus cultivan entre sí
la simpatía general
determinada por sus propias
semejanzas. Más allá de esa
simpatía de carácter
general, están aun los
afectos particulares, tal
como se da entre los
hombres.
2. Ese afecto particular
deriva del principio de
afinidad, que resulta de una
“perfecta concordancia de
sus inclinaciones e
instintos”.
3. Así como hay simpatías
entre los Espíritus, hay
también entre ellos
antipatías, alimentadas por
el odio, que generan
enemistades y desencuentros.
Ese sentimiento sólo existe,
no obstante, entre los
Espíritus impuros, que no
consiguieron vencer aun, en
sí mismos, el orgullo y el
egoísmo. Como ejercen
influencia junto a los
hombres, acaban estimulando
en estos los
desentendimientos y las
discordias, muy común en la
existencia humana.
4. Desde que es originado de
una verdadera simpatía, el
afecto que dos seres se
consagran en la Tierra
continúa existiendo en el
mundo espiritual.
De la discordia es que nacen
todos los males humanos
5. Sabemos que los Espíritus
a quien hicimos mal en este
mundo podrán perdonarnos, si
ya fueron buenos y de
acuerdo con nuestro propio
arrepentimiento. Si, no
obstante fueran malos,
podrán guardar resentimiento
y perseguirnos hasta incluso
en otras existencias.
6. Como enseñan los
Espíritus superiores, es de
la discordia que nacen todos
los males humanos; de la
concordia resulta la
completa felicidad. Es
preciso, pues, que nos
esforcemos por vivir
armoniosamente con nuestros
familiares, colegas y
compañeros de trabajo.
7. Como uno de los objetivos
de la encarnación es el de
que trabajemos en el sentido
de mejorarnos interiormente
y llegar a la perfección
espiritual, comprendemos
mejor la afirmación de Jesús
cuando nos dice:”Amad a
vuestros enemigos”, por
cuanto sólo hay perjuicio
para el Espíritu que tenga
enemigos por fuerza del mal
que haya practicado, una vez
que los enemigos son
obstáculos en su camino y
esa enemistad genera
infelicidad y atraso en su
progreso espiritual.
Sólo el amor puede romper el
círculo vicioso del odio
8. Admitiéndose, como enseña
el Espiritismo, que la
maldad no es un estado
permanente de los hombres,
que ella deriva de una
imperfección temporal y que,
así como el niño se corrige
de sus defectos, el hombre
malo reconocerá un día sus
errores y se volverá bueno,
comprenderemos también que
nuestra meta mayor es
superar la maldad que existe
en nosotros y en los otros.
9. Ahora, sólo la
manifestación de amor de
nuestra parte puede romper
el círculo vicioso del odio,
que continúa existiendo,
muchas veces, incluso
después de la muerte
física.
10. El periodo más propicio
a ese esfuerzo es, sin duda,
cuando estamos juntos a
nuestros enemigos,
conviviendo con ellos, en la
condición de encarnados o
desencarnados, pues es
cuando tenemos las mejores
oportunidades de testimoniar
nuestros propósitos de
cultivar la concordia para
con todos y, de esa forma,
sustituir los lazos de odio
que nos unen por los lazos
de amor que pasaran a
unirnos.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿De qué principio deriva
el afecto particular que une
a dos personas?
R.: Los Espíritus cultivan
entre sí la simpatía de
carácter general, los
afectos particulares, tal
como se da entre los
hombres. Ese afecto
particular deriva del
principio de afinidad, que
resulta de una perfecta
concordancia de sus
inclinaciones e instintos.
2. ¿El afecto que une a las
personas en la Tierra
continúa existiendo en el
mundo espiritual?
R.: Sí. Desde que sea
originada de una verdadera
simpatía, el afecto que dos
seres se consagran en la
Tierra continúa existiendo
en el mundo espiritual.
3. ¿Es correcto afirmar que
es de la discordia que nacen
nuestros males?
R.: Según el Espiritismo, es
de la discordia que nacen
todos los males humanos, y
de la concordia resulta la
completa felicidad. Es
preciso, pues que nos
esforcemos por vivir
armoniosamente con nuestros
familiares, colegas y
compañeros de trabajo.
4. ¿La maldad es un estado
permanente o transitorio de
los hombres?
R.: La maldad no es un
estado permanente de los
hombres. Ella deriva de una
imperfección temporal. Así
como el niño se corrige de
sus defectos, el hombre malo
reconocerá un día sus
errores y se volverá un
individuo mejor.
5. ¿Qué es lo que puede
romper el círculo vicioso
del odio?
R.: Sólo la manifestación de
amor de nuestra parte puede
romper el círculo vicioso
del odio, y el periodo más
propicio a ese esfuerzo es,
sin duda, cuando estamos
juntos a nuestros enemigos,
conviviendo con ellos, en la
condición de encarnados o
desencarnados, pues es
cuando tenemos las mejores
oportunidades de testimoniar
nuestros propósitos de
cultivar la concordancia
para con todos, y de esa
forma, sustituir los lazos
de odio que nos unen por los
lazos de amor que pasarán a
unirnos.
Bibliografia:
O Livro dos
Espíritos,
de Allan
Kardec, itens 298 e 301.
O Evangelho
segundo o Espiritismo,
de Allan
Kardec, capítulo 12, itens 5
e 6.
Renúncia,
de Emmanuel, psicografado
por Chico Xavier, 4.a
edição, págs. 15 e 25.
Diário dos
Invisíveis,
por diversos Espíritos,
psicografado por Zilda Gama,
2.a edição, págs.
129 e 130.