Una
investigación
divulgada algún
tiempo atrás por
la Unesco revela
que los jóvenes
brasileños
comienzan a
tener relación
sexual cada vez
más pronto. En
el caso de las
niñas, la faja
media de la
iniciación
sexual se sitúa
entre 15 y 16
años y más de la
mitad de los
adolescentes
consultados se
mostraron
indiferentes a
la cuestión de
la virginidad de
la mujer hasta
el casamiento.
El cuestionario,
según la
respetada
institución,
alcanza 16.422
adolescentes de
13 capitales
brasileñas.
La situación de
Brasil en lo
tocante a ese
tema no difiere
mucho de lo que
ocurre en otros
países, como por
ejemplo, los
Estados Unidos.
Evidentemente,
tanto allí como
aquí están los
que proponen se
mantengan
vírgenes el
hombre y la
mujer hasta el
día del
casamiento, por
cuanto no
existe,
científicamente
hablando,
ninguna
necesidad de que
el sexo sea
practicado antes
de la unión de
los novios. En
base a eso, los
que entienden
que la práctica
sexual deba
estar asociada a
la existencia
del sentimiento
de amor entre
las partes
tienen entera
razón de luchar
por eso.
Es lo que viene
ocurriendo, hace
algunos años, en
los Estados
Unidos, donde ha
crecido el
número de
adeptos de una
campaña
pro-virginidad
desarrollada por
el movimiento
True Love Waits,
frase que en
portugués
significa: “el
verdadero amor
espera”.
Liderados por
grupos ligados a
diferentes
iglesias y con
un patrocinio
oficial, la
campaña ya
registró
resultados
notables: más de
2,4 millones de
jóvenes ya
firmaron la
carterita del
movimiento,
comprometiéndose
a respetar el
voto de
virginidad,
aunque se sepa
que firmar
compromisos es
fácil, difícil
es cumplirlo.
En efecto, según
una
investigación
realizada por la
Universidad de
Columbia, que
acompañó a 12
mil adolescentes
durante ocho
años, sólo el
12% de aquellos
que prometieron
mantener la
virginidad hasta
el matrimonio
cumplió la
promesa, lo que
demuestra que es
preciso una
voluntad firme
para que hagamos
aquello que
realmente
deseamos.
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