Separación
del alma
y del cuerpo
Presentamos en esta edición
el tema
nº
75
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿El momento de la muerte
es doloroso?
2. ¿La desencarnación es
igual para todas las
personas?
3. ¿La separación del alma
es hecha de forma gradual, o
eso depende del tipo de
muerte corporal?
4. ¿Qué factores pueden
influir para que el
desprendimiento ocurra con
mayor o menor facilidad?
5. ¿Cómo es la separación
del alma en los casos de
suicidio?
Texto para la
lectura
La desencarnación no es
igual para todos
1. La certeza de la vida
futura no excluye las
aprensiones del hombre en
cuanto a la desencarnación.
Hay muchos que temen no
propiamente la vida futura,
sino el momento de la
muerte. ¿Será ella dolorosa?
Intentando aclarar esas
cuestiones, Kardec preguntó
a los Espíritus y de ellos
recibió la información de
que el cuerpo casi siempre
sufre más durante la vida
que en el momento de la
muerte y que los
sufrimientos que algunas
veces se experimentan en el
instante de la muerte son un
gozo para el Espíritu.
2. Es preciso, sin embrago,
que consideremos que la
desencarnación no es igual
para todos y que, al
contrario, hay una variación
muy grande, tan grande como
las diferentes formas de
vivir adoptadas por los
encarnados. Viéndose la
calma de algunos moribundos
y las convulsiones terribles
de otros, se puede
previamente juzgar que las
sensaciones experimentadas
no siempre son las mismas.
3. La separación del alma es
hecha de forma gradual, pues
el Espíritu se desprende
poco a poco de los lazos que
lo prenden, de forma que las
condiciones de encarnado o
desencarnado, en el momento
del desenlace, se confunden
y se tocan, sin que haya una
línea divisoria entra las
dos.
4. Algunos factores pueden
influir para que el
desprendimiento ocurra con
mayor o menor facilidad,
factores que están
relacionados con el estado
moral del hombre cuando esta
encarnado. La afinidad entre
el cuerpo y el periespíritu
es proporcional al apego del
individuo a la materia, que
alcanza su punto máximo en
el hombre cuyas
preocupaciones hablan al
respecto exclusivamente de
la vida de gozos materiales.
Al contrario de eso, en las
almas puras – que
anticipadamente a la vida de
gozos materiales. Al
contrario de eso, en las
almas puras – que
anticipadamente se
identifican con la vida
espiritual – el apego es
casi nulo.
El desprendimiento del alma
jamás es brusco, sino
gradual
5. Tratándose de muerte
natural resultante de la
extinción de las fuerzas
vitales por vejez o
enfermedad, el
desprendimiento se opera
suavemente. Para el hombre
cuya alma se
desmaterializó y cuyos
pensamientos se destacan de
las cosas terrenas, el
desprendimiento casi se
completa antes de la muerte
real, o sea, teniendo el
cuerpo aun vida orgánica, el
Espíritu ya comienza a
penetrar la vida espiritual,
sólo unido a la materia por
el hilo tan frágil que se
rompe con el último latido
del corazón.
6. En el hombre
materializado y sensual, que
más vive del cuerpo que del
Espíritu, y para quien la
vida espiritual nada
significa, todo contribuye
para estrechar los lazos
materiales y, cuando la
muerte se aproxima, el
desprendimiento, aunque
también se opere
gradualmente, demanda
continuos esfuerzos. Las
convulsiones de la agonía
son indicios de la lucha del
Espíritu, que a veces
procura romper los hilos
resistentes, y otras veces
se agarra al cuerpo, del
cual una fuerza irresistible
lo arrebata con violencia,
molécula por molécula.
7. El desconocimiento de la
vida espiritual hace que el
Espíritu se apegue a la vida
material, estrechando sus
horizontes y resistiendo con
todas las fuerzas,
consiguiendo prolongar la
vida y, consecuentemente, su
agonía, por días, semanas o
meses. En tales casos, la
muerte no implica el fin de
la agonía, pues la
perturbación continua y el,
sintiendo que vive, sin
saber definir su estado,
siente y se resiente de la
dolencia que puso fin a sus
días, permaneciendo con esa
impresión indefinidamente,
una vez que continua unido a
la materia por medio de
puntos de contacto del
periespíritu con el cuerpo.
8. Se da lo contrario con el
hombre que se espiritualizó
durante la vida. Después de
la muerte, ni una sola
reacción le afecta. Su
despertar en la vida
espiritual es como quien
despierta de un sueño
tranquilo, jovial, para
iniciar una nueva fase de su
vida.
En el suicidio, la
separación del alma es
bastante dolorosa
9. En las muertes violentas,
como en los accidentes,
ninguna desagregación tuvo
inicio antes de la
separación del periespíritu.
En ese caso, el
desprendimiento sólo
comienza después de la
muerte y su término no
ocurre rápidamente. El
Espíritu queda aturdido, no
comprende su estado,
permaneciendo en la ilusión
de que vive materialmente
por un periodo más o menos
largo, conforme su nivel de
espiritualización.
10. En los casos de
suicidio, la separación del
alma es extremadamente
dolorosa. Constituyendo el
suicidio un atentado contra
la vida, el sufrimiento casi
siempre permanece por un
periodo igual al tiempo en
que el Espíritu debería
estar encarnado. Además de
eso, los dolores de la
lesión física provocada
repercuten en el Espíritu.
La descomposición del cuerpo
y su destrucción por los
gusanos son sentidas con
detalles por el Espíritu
desencarnado, por cuanto tal
hecho no constituye una
regla general. Hay además el
remordimiento, generando
sufrimiento moral para aquel
que decidió desertar de la
vida.
11. El espírita serio, nos
advierte Kardec, no se
limita a creer, porque
comprende, y comprende
porque razona. La vida
futura es para el una
realidad que se desarrolla
incesantemente a sus ojos,
una realidad que el toca y
ve a cada paso y de tal modo
que la duda no puede tener
guarida en su alma. La
existencia corporal, tan
limitada, mezquina delante
de la vida espiritual. ¿Qué
le importan los incidentes
de la jornada, si comprende
la causa y la utilidad de
las vicisitudes humanas
cuando son soportadas con
resignación?
12. El alma se eleva
entonces en sus relaciones
con el mundo visible; los
lazos fluídicos que lo unen
a la materia debilitándose,
operando por anticipado un
desprendimiento parcial que
facilita el pasaje para la
otra vida. La perturbación
consecuente a la transición
poco dura, porque, una vez
franqueado el paso, para
luego reconocerse, no
extrañando nada, más bien
comprendiendo su nueva
situación.
Respuestas a
las cuestiones propuestas
1. ¿El momento de la muerte
es doloroso?
R.: Al respecto del asunto,
Kardec recibió de los
Espíritus la información de
que el cuerpo casi siempre
sufre más durante la vida
que en el momento de la
muerte y que los
sufrimientos que algunas
veces se experimentan en el
instante de la muerte son un
gozo para el Espíritu.
2. ¿La desencarnación es
igual para todas las
personas?
R.: No.
Al contrario, hay una
variación muy grande, tan
grande como las diferentes
formas de vivir adoptadas
por los encarnados.
3. ¿La separación del alma
es hecha de forma gradual, o
eso depende del tipo de
muerte corporal?
R.: La separación del alma
es hecha de forma gradual,
pues el Espíritu se
desprende poco a poco de los
lazos que lo prenden, de
forma que las condiciones de
encarnado o desencarnado, en
el momento del desenlace, se
confunden y se tocan, sin
que haya una línea divisoria
entre las dos.
4. ¿Qué factores pueden
influir para que el
desprendimiento ocurra con
mayor o menor facilidad?
R.: La desmaterialización
del alma es uno de esos
factores. En la muerte de
una persona que se
espiritualizó durante la
vida y cuyos pensamientos se
destacan de las cosas
terrenas, el desprendimiento
casi se completa antes de la
muerte real, o sea, teniendo
el cuerpo aun vida orgánica,
el Espíritu ya comienza a
penetrar la vida espiritual,
apenas unido a la materia
por el hilo tan frágil que
se rompe con el último
latido del corazón. Y su
despertar en la vida
espiritual es como quien
despierta de un sueño
tranquilo, jovial, para
iniciar una nueva fase de su
vida.
5. ¿Cómo es la separación
del alma en los casos de
suicidio?
R.: En los casos de
suicidio, la separación del
alma es extremadamente
dolorosa. Constituyendo el
suicidio un atentado contra
la vida, el sufrimiento casi
siempre permanece por un
periodo igual al tiempo en
que el Espíritu debería
estar encarnado. Además de
eso, los dolores de la
lesión física provocada
repercuten en el Espíritu.
La descomposición del cuerpo
y su destrucción por los
gusanos son sentidas con
detalles por el Espíritu
desencarnado, aunque tal
hecho no constituya una
regla general.
Bibliografia:
El Libro de
los Espíritus,
de Allan
Kardec, itens 154 e 155.
El Cielo y el Infierno,
de Allan Kardec, Parte 1,
itens 2, 8, 9 e 14.