Las penas eternas en
la
visión espírita
Presentamos en esta edición
el tema
nº
77
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿La Doctrina de las penas
eternas, constante de la
teología católica, es
admitida por el Espiritismo?
2. ¿Cuál es la principal
crítica que podemos hacer,
con base en las lecciones de
Jesús, a la doctrina de las
penas eternas?
3. ¿De qué orden de ideas
surgió la doctrina de la
eternidad de las penas
consustanciadas en la
teología católica?
4. ¿Cuál es la causa de la
infelicidad que acomete a
gran parte de los seres
humanos?
5. ¿Hay en el Universo
lugares reservados para el
infierno?
Texto para la lectura
Las penas eternas
desmentirían la bondad de
Dios
1. Las tradiciones de los
diferentes pueblos registran
la creencia, muchas veces
intuitiva, de castigos para
los malos y recompensa para
los buenos, en la vida más
allá de la tumba. En efecto,
delante de la inmortalidad
del alma, la razón y el
sentimiento de justicia nos
llevan a comprender que debe
ser dado un tratamiento
diferenciado a los hombres
por la Justicia Divina, de
conformidad con la
naturaleza de las obras que
ejecutarán en el mundo.
2. La tesis de la eternidad
de las penas reservadas a
aquellos que infringen las
leyes del bien y del amor,
tanto como la existencia del
infierno, no resisten, con
todo, un análisis objetivo.
El razonamiento lógico nos
conduce a la siguiente
proposición: Si el Espíritu
sufre en función del mal que
practicó, su felicidad debe
ser proporcional a la falta
cometida.
3. Cabe considerar también
que la condenación perpetua
no se concilian con la idea
cristiana de la sublimidad
de la justicia y de la
misericordia divina. Jesús
dio testimonio de la Bondad
y del Amor de Dios, al
afirmar que el Padre celeste
no quiere que perezca uno
sólo de sus hijos.
4. La razón nos lleva a la
consideración de que Jesús
es, como enseña el
Espiritismo, un ser infinito
en sus perfecciones, pues es
filosóficamente imposible
concebir al Creador de otra
manera, ya que, si Él no
presentase infinita
perfección, podríamos
concebir a otro ser que le
fuese superior. Siendo, por
tanto, infinitamente sabio,
justo y misericordioso, no
podemos creer que haya Él
creado personas para ser
eternamente desgraciadas en
virtud de una falta o de un
error pasajero, derivado
evidentemente de la propia
imperfección del hombre.
Jesús reveló que Dios es un
Padre misericordioso
5. La doctrina de las penas
eternas consustanciada en la
teología católica surgió de
las ideas primitivas que
concibieron la existencia de
un Creador irritable y
malhumorado – un Dios
enfurecido y vengativo, a
quien el hombre atribuye
características puramente
humanas.
6. El fuego eterno es una
figura que el hombre utiliza
para materializar la idea
del infierno, de modo a
resaltar la crueldad de la
pena, en el supuesto de que
el fuego es el suplicio más
atroz y que produce el
tormento más efectivo. Esas
ideas sirvieron, en cierto
periodo de la historia de la
Humanidad, para controlar
las pasiones de criaturas
aun imperfectas, pero no
sirven al hombre de la
actualidad, que en ellas no
consigue vislumbrar un
sentido lógico.
7. Jesús se valió de las
figuras del infierno y del
fuego eterno para ponerse al
alcance de la comprensión de
los hombres de su época. Las
imágenes fuertes que utilizó
eran entonces, necesarias
para impresionar la
imaginación de individuos
que poco entendían de las
cosas del Espíritu y cuya
realidad estaba más próxima
de la materia y de los
fenómenos que les
impresionaban los sentidos
físicos. Pero fue Jesús
también quien, en otras
oportunidades, enfatizó la
idea de que Dios es Padre
misericordioso y bueno y
que, de las ovejas que el
Padre le confió, ninguna se
perdería.
8. La Justicia Divina enseña
el Espiritismo, a
manifestarse en la vida de
los seres no para imponer
castigos, si no con el
objetivo mayor de redirigir
a la persona para el bien.
Dios creó a los Espíritus
para que progresen
continuamente en
conocimiento y amor. Esa
evolución se produce a
través de numerosas
experiencias en el plano
físico y en el plano
espiritual, y el dolor es el
estímulo de que la
Providencia se vale para
despertar a los que sólo
conocen tal lenguaje, con
vistas a impulsar el
progreso.
No hay en el Universo
lugares reservados para el
infierno
9. La infelicidad es, por
tanto, la consecuencia
natural de la imperfección
del Espíritu y existen en
virtud de sus necesidades
evolutivas. El sufrimiento
no es eterno, porque el mal
tampoco lo es. A la medida
en que la criatura progrese
en amor y sabiduría, el
sufrimiento se atenúa, y un
día vendrá en que la
conciencia más denigrada
experimentará, en su
interior, la luz radiante de
la alborada del amor de
Jesús.
10. Felicidad e infelicidad
son, de ese modo,
proporcionales a las
realizaciones y conquistas
efectivas registradas por la
criatura humana en sus
experiencias evolutivas. La
conciencia armonizada con la
Voluntad Divina refleja el
Amor Sublime y busca el
bien; la paz interior y la
felicidad en su plenitud son
meras derivaciones de eso.
11. El hombre en
desequilibrio interior, al
volverse para el mal,
incurre en los mecanismos de
la Justicia Divina que, por
medio del dolor o del
sufrimiento, lo estimula al
reajuste y a la reparación
de sus errores. Del hombre
depende pues, la duración de
su sufrimiento. Cuanto más
pronto utilice su libre
albedrío para progresar, más
pronto se liberará del yugo
del dolor.
12. En el Universo no hay
lugares reservados para el
infierno, pues el dolor,
independientemente del lugar
en que se manifieste, opera
la renovación del hombre.
Hay, sin embargo, lugares de
penitencia en el plano
invisible, en que el
sufrimiento se presenta bajo
diversas formas e
intensidad. Pero esos
lugares no se asemejan al
infierno en su tradicional
acepción, ya que se
constituyen en agrupaciones
provisionales, que se
extinguirán con la evolución
de los seres que los
frecuentan.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. La Doctrina de las penas
eternas, constante de la
teología, ¿es admitida por
el Espiritismo?
R.: No. La tesis de la
eternidad de las penas
reservadas a aquellos que
infringen las leyes del bien
y del amor, tanto como la
existencia del infierno, no
residen a un análisis
objetivo. La razón lógica
nos conduce a la siguiente
proposición: Si el Espíritu
sufre en función del mal que
practicó, su infelicidad
deber ser proporcional a la
falta cometida.
2. ¿Cuál es la principal
crítica que podemos hacer,
con base en las lecciones de
Jesús, a la doctrina de las
penas eternas?
R.: La principal objeción a
la doctrina de las penas
eternas se fundamenta en el
hecho de que Jesús enfatizó
la idea de que Dios es Padre
misericordioso y bueno y
que, de las ovejas que el
Padre le confió, ninguna se
perdería. Al dar su
testimonio inequívoco de la
Bondad y del Amor de Dios,
Jesús decía que el Padre
celeste no quiere que
perezca uno sólo de sus
hijos. La condenación
perpetua no se concilia
pues, con la idea cristiana
de la sublimidad de la
justicia y de la
misericordia divina.
3. ¿De que orden de ideas
surgió la doctrina de la
eternidad de las penas
consustanciadas en la
teología católica?
R.: La doctrina de las penas
eternas surgió de las ideas
primitivas que concibieron
la existencia de un Creador
irritable y malhumorado – un
Dios enfurecido y vengativo,
a quien el hombre atribuyó
características puramente
humanas.
4. ¿Cuál es la causa de la
infelicidad que acomete gran
parte de los seres humanos?
R.: La infelicidad es la
consecuencia natural de la
imperfección del Espíritu y
existe en virtud de sus
necesidades evolutivas. El
sufrimiento no es eterno,
porque el mal tampoco lo es.
A la medida que la criatura
progresa en amor y
sabiduría, el sufrimiento se
atenúa, y un día vendrá en
que la conciencia más
denigrada experimentará, en
su interior, la luz radiante
de la alborada del amor de
Jesús.
5. ¿Hay en el Universo
lugares reservados para el
infierno?
R.: No. En el Universo no
hay lugares reservados para
el infierno pues, el dolor,
independientemente del lugar
en que se manifieste, opera
la renovación del hombre.
Hay, sí, lugares de
penitencia en el plano
invisible, en que el
sufrimiento se presenta bajo
diversas formas e
intensidad. Pero esos
lugares no se asemejan al
infierno en su tradicional
acepción, ya que se
constituyen en agrupaciones
transitorias, que se
extinguirán con la evolución
de los seres que los
frecuentan.
Bibliografia:
O Céu e o
Inferno,
de Allan
Kardec, Parte 1, itens 2, 7,
10, 21 e 33.
O Evangelho
segundo Mateus,
5:44-48 e 18:14.
O Evangelho
segundo João,
6:39 e 10:16.
O Consolador,
de Emmanuel, psicografado
por Chico Xavier, questão
244.