Influencia de los Espíritus
en los acontecimientos
de la
vida
Presentamos en esta edición
el tema
nº
94
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Los Espíritus ejercen
alguna influencia sobre los
acontecimientos de la vida?
2. ¿La influencia de los
Espíritus sobre nosotros es
siempre buena?
3. ¿Cuál ha sido la causa de
numerosas obsesiones, sobre
todo de las más graves?
4. ¿Los Benefactores
Espirituales pueden
auxiliarnos con vistas a la
anulación de las fuerzas
perturbadoras que
eventualmente nos amenacen?
5. ¿Cuál es, según el
Espiritismo, la base de
todos los servicios de
intercambio, entre
encarnados y desencarnados?
Texto para la
lectura
Es muy grande la influencia
de los Espíritus sobre las
cosas de este mundo
1. Los hombres imaginan
erróneamente que cabe a los
Espíritus tan solamente
manifestar su presencia por
medio de fenómenos
extraordinarios. Los
suponemos dotados de
recursos milagrosos, siempre
armados de una varita
mágica, lo que es obviamente
un equivoco. Su influencia
oculta en las cosas de
nuestro mundo es, no
obstante, muy grande, sea
aconsejándonos directamente,
sea inspirándonos y hacer
tal o cual cosa, con el
cuidado de jamás actuar
fuera de las leyes de la
Naturaleza.
2. Así es que, provocando,
por ejemplo, el encuentro de
dos personas que
evidentemente atribuirán el
hecho al acaso; inspirando a
alguien la idea de pasar por
determinado lugar; llamando
la atención de alguien para
determinado punto, si de eso
resulta lo que tengan en
vista, obran ellos de tal
manera que el hombre,
suponiendo obedecer a un
impulso propio, conserva
siempre su libre albedrío.
3. Como el medio en que
actúan y el modo como lo
hacen difieren de lo que
estamos acostumbrados a ver
en el estado de encarnación,
diferentes son también los
efectos, que parecen
sobrenaturales únicamente
porque se producen con el
auxilio de agentes que no
son iguales a aquellos de
que nos servimos. Desde que,
sin embrago, esos agentes
pertenezcan igualmente a la
Naturaleza y a las
manifestaciones se dan en
virtud de leyes establecidas
por el Creador, nada existe
de sobrenatural o de
maravilloso en sus
manifestaciones y acciones
sobre los acontecimientos de
la vida.
4. Dado que pertenecen a la
orden natural de las cosas,
los fenómenos espíritas se
han producido en todos los
tiempos. Consisten ellos en
los diferentes modos de
manifestación del alma o
Espíritu. Es por sus
manifestaciones que el
Espíritu revela su
existencia, su
sobrevivencia, su
individualidad.
La venganza es la causa de
muchas obsesiones, sobre
todo de las más graves
5. La influencia de los
Espíritus en los
acontecimientos de la vida
puede ser buena o mala; eso
depende sólo de la
naturaleza del agente. Los
Espíritus superiores sólo
hacen el bien; de ahí es
fácil deducir que su
influencia es siempre
benéfica a la criatura
humana.
6. Los Espíritus ligeros y
burlones se complacen en
causar problemas, que deben
ser tenidos en cuenta como
pruebas para nuestra
paciencia.
7. Los Espíritus impuros,
como son incapaces de
perdonar el mal que les
hayan hecho, continúan
después de la desencarnación
ejerciendo la venganza que
hayan iniciado o concebido
aun durante la encarnación.
Está ahí – en la venganza –
la causa de muchas
obsesiones, especialmente de
las más graves, tan
conocidas en el medio
espírita.
8. Aprendemos en el
Espiritismo que, aunque
nuestra disposición interior
constituya un factor
relevante para la
neutralización de la
influencia negativa ejercida
por nuestros adversarios
encarnados o desencarnados,
la intercesión de los
Benefactores Espirituales es
indiscutible, real y
valiosísima en el trabajo de
anulación de las fuerzas
perturbadoras que rondan y
amenazan a cuantos se
propongan crecer
espiritualmente.
La base del intercambio
entre nosotros y los
Espíritus reposa en la mente
9. Los Espíritus
benefactores procuran
inspirarnos para el bien.
Los Espíritus imperfectos
buscan inducirnos al mal.
Los primeros cumplen una
misión renovadora, a favor
de la Humanidad; son los
llamados Misioneros del
amor. Los segundos nos
influencian en sentido
contrario, pero en la
inducción para el mal, no
cumplen misión alguna; tan
solamente son instrumentos
de la sombra.
10. Es preciso, sin embargo,
tener en cuenta que la
mayoría de los males que nos
ocurren dependen de nosotros
mismos evitarlos o, cuanto
menos, atenuarlos, porque
Dios nos concedió
inteligencia para de ella
servirnos y, por medio de
ella, obtener el auxilio de
los Espíritus superiores.
11. Para que un Espíritu sea
bueno o malo, influencie a
alguien y, obrando así,
interfiera en los
acontecimientos de la vida,
es preciso haya sintonía
entre el y la propia
persona. Y la base de todos
los servicios de
intercambio, entre
encarnados y desencarnados,
reposa en la mente.
12. Cada alma – asevera
Emmanuel – vive en el clima
espiritual que eligió. En
base de eso, nuestros
compañeros en la Tierra o en
el Más Allá son aquellos que
escogemos con nuestras
solicitaciones interiores,
ya que, según sabias
palabras de Jesús, “nuestro
tesoro estará siempre donde
pongamos el corazón”.
Respuestas a
las cuestiones propuestas
1. ¿Los Espíritus ejercen
alguna influencia sobre los
acontecimientos de la vida?
R.: Sí. Su influencia oculta
en las cosas de nuestro
mundo es muy grande, sea
aconsejándonos directamente,
sea inspirándonos a hacer
tal o cual cosa, con el
cuidado de jamás actuar
fuera de las leyes de la
Naturaleza.
2. ¿La influencia de los
Espíritus sobre nosotros es
siempre buena?
R.: No siempre. La
influencia de los Espíritus
en los acontecimientos de la
vida puede ser buena o mala;
eso depende de la naturaleza
del agente. Los Espíritus
superiores sólo hacen el
bien; de ahí es fácil
deducir que su influencia es
siempre benéfica a la
criatura humana. Los
Espíritus ligeros y burlones
se complacen en causar
problemas, que deben ser
tenidos a cuenta de pruebas
para nuestra paciencia. Los
Espíritus impuros, incapaces
de perdonar el mal que les
han hecho, pueden, incluso
después de su desencarnación,
desear vengarse.
3. ¿Cuál ha sido la causa de
numerosas obsesiones, sobre
todo de las más graves?
R.: La venganza.
4. ¿Los Benefactores
Espirituales pueden
auxiliarnos con vistas a la
anulación de las fuerzas
perturbadoras que
eventualmente nos amenacen?
R.: Sí. Aunque nuestra
disposición interior sea el
factor determinante para la
neutralización de la
influencia negativa ejercida
por nuestros adversarios, la
intercesión de los
Benefactores Espirituales es
indiscutible, real y
valiosísima en el trabajo de
anulación de las fuerzas
perturbadoras que rondan y
amenazan a cuantos se
propongan crecer
espiritualmente.
5. ¿Cuál es, según el
Espiritismo, la base de
todos los servicios de
intercambio, entre
encarnados y desencarnados?
R.: La base de todos los
servicios de intercambio,
entre encarnados y
desencarnados, reposa en la
mente. Para que un Espíritu
sea bueno o malo, influencie
a alguien y, así, interferir
en los acontecimientos de la
vida, es preciso que haya
sintonía entre el y la
propia persona. En base de
eso, nuestros compañeros en
la Tierra o en el Más Allá
son aquellos que escogemos
con nuestras solicitudes
interiores, ya que, según
sabias palabras de Jesús,
“nuestro tesoro estará
siempre donde pongamos el
corazón”.
Bibliografia:
O Livro dos
Espíritos,
de Allan
Kardec, questões 525 a 532.
A Gênese,
de Allan
Kardec, cap.
XIII, itens 6
a 9.
Roteiro,
de Emmanuel,
psicografado por Chico
Xavier, cap. 28, pp. 119 a
121.
E a vida
continua,
de André Luiz, psicografado
por Chico Xavier, cap. 25.
O Pensamento
de Emmanuel,
de Martins
Peralva, pp. 150 e 233.