Adaptación psíquica en el
desarrollo de la mediumnidad
Presentamos en esta edición
el tema
nº
115
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Cuál es el significado
exacto de esta frase “la
mente permanece en la base
de todos los fenómenos
mediúmnicos?
2. Enseña el Espiritismo que
todos los seres vivos
respiran en la onda de
psiquismo dinámico que les
es peculiar.
¿Ese psiquismo depende o
independe de los centros
nerviosos de la criatura
humana?
3. Usted concuerda con este
pensamiento: “¿Mediumnidad
no basta por sí sola; es
imprescindible saber qué
tipo de onda mental
asimilamos, para conocer la
calidad de nuestro trabajo y
evaluación de nuestra
dirección”?
4. No se debe esperar del
que se inicia, del médium
aprendiz, una fe vigorosa,
una alta capacidad de
consolar, de esclarecer, de
amar y de servir. Exigir eso
sería una insensatez. ¿Qué
es lo que sería razonable
esperar del médium
principiante?
5. ¿Por qué nosotros,
adeptos del Espiritismo,
necesitamos tener en las
asambleas espíritas el
máximo respeto, evitando que
allí penetren la frivolidad,
la intriga, el mundanismo?
Texto para la
lectura
La mente permanece en la
base de todos los fenómenos
mediúmnicos
1. Aprendemos en el libro
“En los Dominios de la
Mediumnidad”, de André Luiz,
que la mente permanece en la
base de todos los fenómenos
mediúmnicos, frase que
define con claridad el papel
de la mente en las
actividades mediúmnicas,
porque es a través de ella
que se manifiestan los
valores adquiridos por el
Espíritu, las experiencias
acumuladas, las virtudes,
los conocimientos, los
defectos, los dramas
vividos, los afectos, el
rencor, la bondad, la
venganza, la alegría, la
tristeza, tanto como el amor
y el odio. Esas
características intrínsecas
del Espíritu se exteriorizan
a través de la mente,
definiendo el grado de
evolución en que él se
encuentra, la franja
vibratoria en que vive.
2. Circunscritos en las
dimensiones conceptuales en
que nos encontramos, enseñan
los Instructores
espirituales, podemos
arrojar de nosotros la
energía actuante del propio
pensamiento, estableciendo
en torno a nuestra
individualidad el ambiente
psíquico que nos es propio.
3. Formamos, de ese modo, un
conjunto vastísimo de
Inteligencias sintonizadas
en el mismo patrón
vibratorio de percepción,
integrando un todo
constituido de billones de
seres que forman, por así
decir, la Humanidad
terrestre. Dependiendo de
nuestros semejantes,
actuamos y reaccionamos unos
sobre los otros, por medio
de la energía mental en que
nos renovamos
incesantemente.
4. El papel desempeñado por
la mente es muy importante
para la adaptación psíquica
del médium iniciante en las
actividades mediúmnicas, ya
que en esas actividades él
no se encuentra sólo; por el
contrario, se encuentra
junto a otras mentes
encarnadas y desencarnadas,
desarrollando esfuerzos en
el sentido de encontrar un
punto elevado de sintonía de
pensamientos y sentimientos,
para transformar la
actividad mediúmnica en
actividad útil tanto para su
perfeccionamiento espiritual
como también para el
beneficio general, en la
forma de esclarecimiento,
consolación y apoyo.
Es indispensable al médium
saber qué tipo de onda
mental asimila él
5. No es difícil percibir
que todos los seres vivos
respiran en la onda de
psiquismo dinámico que les
es peculiar, psiquismo ese
que es independiente de los
centros nerviosos, una vez
que, fluyendo de la mente,
es el que condiciona todos
los fenómenos de la vida
orgánica en sí misma. En
cualquier posición
mediúmnica, la inteligencia
receptiva está, pues, sujeta
a las posibilidades y a la
coloración de los
pensamientos en que vive, y
la inteligencia emisora yace
sometida a los límites e
interpretaciones de los
pensamientos que es capaz de
producir.
6. Hallándose la mente en la
base de todas las
manifestaciones mediúmnicas,
cualesquiera que sean las
características en que se
exprese, es imprescindible
enriquecer el pensamiento,
incorporándole los tesoros
morales y culturales, los
únicos que nos posibilitan
fijar la luz que arroja para
nosotros de las Esferas
superiores. Mediumnidad no
basta por sí sola; es
imprescindible saber que
tipo de onda mental
asimilamos, para conocer la
calidad de nuestro trabajo y
evaluación de nuestra
dirección.
7. Ciertamente no se espera
del iniciante, del médium
aprendiz, una fe vigorosa,
una alta capacidad de
consolar, de esclarecer, de
amar y de servir. Exigir eso
de él sería una insensatez,
ya que le falta la necesaria
experiencia. Es razonable,
con todo, esperar que él
presente el sincero
propósito de aprender, el
deseo honesto de
perfeccionarse y buena
voluntad en servir y atender
a sus semejantes.
8. Los puntos mencionados en
el ítem anterior son básicos
para que, en la actividad de
intercambio espiritual, los
Espíritus superiores
encuentren seriedad de
propósito en los
participantes y haya, así,
medios y razones para
participar con utilidad de
esos trabajos.
En la actividad mediúmnica,
disciplina y perseverancia
son también esenciales
9. El escollo con que topa
la mayoría de los médiums
principiantes es el de tener
que tratar con Espíritus
inferiores, y deben darse
por felices cuando no son
Espíritus livianos. A causa
de eso, es preciso que
tengan la máxima atención
para que tales Espíritus no
asuman el predominio en la
tarea, por cuanto, si eso
ocurriera, no siempre les
será fácil desembarazarse.
10. La primera condición es
colocarse el médium, con fe
sincera, bajo la protección
de Dios y rogar la
asistencia de su protector
espiritual. La segunda
condición es aplicarse con
meticuloso cuidado en
reconocer, por todos los
indicios que la experiencia
faculta, como la naturaleza
de los Espíritus que se
comunican de entrada por su
intermedio.
11. Los médiums iniciantes
necesitan comprender, aún,
que en la mediumnidad no
existe conocimiento real
donde el tiempo no consagró
el aprendizaje y que son
nobles todos los gravámenes
en que la luz de la caridad
preside a las realizaciones.
Los fluidos útiles, las
vibraciones diseminadas por
el ambiente de un Centro
Espírita por los cuidados de
los benefactores invisibles,
son elementos esenciales y
han de conservarse
inmaculados. He ahí porqué
la Espiritualidad
esclarecida recomienda que
tengamos el máximo respeto
en las asambleas espíritas,
donde jamás deben penetrar
la frivolidad, la
inconsecuencia, la
maledicencia, la intriga, el
mercantilismo y el
mundanismo, que son
manifestaciones inferiores
del carácter humano, cuyo
magnetismo atrae para tales
asambleas bandos de
entidades hostiles y
malhechoras, que acaban
influyendo en los trabajos
que allí se realizan.
12. Nos cabe por fin
observar que, si en las
actividades terrenas no
conseguimos buenos
resultados a no ser por
medio del trabajo, de la
disciplina y de la
perseverancia, con mucha
mayor razón tendremos que
empeñarnos en las
actividades espirituales y
mediúmnicas, para alcanzar
un relativo conocimiento
real de la práctica
mediúmnica, con disciplina y
perseverancia, aliadas a la
humildad y al conocimiento
claro de los principios
doctrinarios.
Respuestas a las cuestiones propuestas
1. ¿Cuál es el significado
exacto de esta frase “la
mente permanece en la base
de todos los fenómenos
mediúmnicos”?
R.: La frase en cuestión
indica que es a través de la
mente que se manifiestan los
valores adquiridos por el
Espíritu, sus experiencias
acumuladas, sus virtudes,
sus conocimientos, sus
defectos, tanto como el amor
y el odio. Esas
características intrínsecas
del Espíritu se exteriorizan
a través de la mente y
definen el grado de
evolución en que él se
encuentra, la franja
vibratoria en que vive.
2. Enseña el Espiritismo que
todos los seres vivos
respiran en la onda de
psiquismo dinámico que les
es peculiar. ¿Ese psiquismo
depende o es independiente
de los centros nerviosos de
la criatura humana?
R.: Él es independiente de
los centros nerviosos, pues
fluye directamente de la
mente y condiciona todos los
fenómenos de la vida
orgánica en sí misma.
3. Usted concuerda con este
pensamiento: “¿Mediumnidad
no basta por sí sola; es
imprescindible saber que
tipo de onda mental
asimilamos, para conocer la
calidad de nuestro trabajo y
evaluación de nuestra
dirección”?
R.: Sí, porque es la
aplicación dada a la
facultad mediúmnica que
realmente importa.
4. No se debe esperar del
iniciante, del médium
aprendiz, una fe vigorosa,
una alta capacidad de
consolar, de esclarecer, de
amar y de servir. Exigir eso
sería una insensatez. ¿Que
es lo que sería razonable
esperar del médium
principiante?
R.: Lo que se espera del
médium principiante es que
presente el sincero
propósito de aprender, el
deseo honesto de
perfeccionarse y buena
voluntad en servir y atender
a sus semejantes.
5. Por qué nosotros, adeptos
del Espiritismo, necesitamos
tener en las asambleas
espíritas el máximo respeto,
evitando que allí penetren
la frivolidad, la intriga,
el mundanismo?
R.: Son dos los motivos. El
primero: los fluidos útiles,
las vibraciones diseminadas
por el ambiente de un Centro
Espírita por los cuidados de
los benefactores invisibles,
son elementos esenciales y
deben conservarse
inmaculados. El segundo: la
frivolidad, la intriga y
comportamientos semejantes
son manifestaciones
inferiores del carácter
humano, cuyo magnetismo
atrae para las asambleas
bandos de entidades hostiles
y malhechoras, que acaban
influyendo en los trabajos
que allí se realizan.
Bibliografia:
O Livro dos
Médiuns,
de Allan
Kardec, itens 209 e 211.
Dramas da
Obsessão,
de Bezerra de
Menezes (Espírito),
psicografado por Yvonne A.
Pereira, pp. 145 e 146.
Nos Domínios
da Mediunidade,
de André
Luiz, psicografado por
Francisco Cândido Xavier,
pp. 15 a 20.
Estude e
Viva,
de Emmanuel e
André Luiz, psicografado por
Francisco Cândido Xavier e
Waldo Vieira, pp. 210 e 211.