La
caridad
Presentamos en esta edición
el tema
nº
142
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Qué máxima de Allan
Kardec constituye uno de los
lemas del Espiritismo?
2. Reportándose a esa
máxima, Pablo de Tarso
(Espíritu) dice que en ella
están encerrados los
destinos de los hombres en
la Tierra y en el cielo.
¿Qué es lo que Pablo quiere
decir?
3. ¿Cuál es el sentido de la
palabra caridad conforme las
enseñanzas espíritas?
4. ¿Confundida vulgarmente
con la caridad, la limosna
es condenable?
5. ¿En qué se distingue la
filantropía de la verdadera
caridad?
Texto para la lectura
Kardec acuñó la máxima
“Fuera de la caridad no hay
salvación”
1. En todos los tiempos hubo
criaturas que enseñaron la
caridad, pero pocos la
practicaron verdaderamente,
a ejemplo de Jesús, que no
sólo la ejemplificó como
expresamente la indicó como
el camino que puede llevar a
la criatura humana al reino
de los cielos.
2. Allan Kardec entendió
claramente la enseñanza de
Cristo y por eso estableció
como lema del Espiritismo la
conocida frase “Fuera de la
caridad no hay salvación”,
utilizada por primera vez
por el Codificador en el
libro “Qué es el
Espiritismo”, lanzado en
1859.
3. Comentando referida
máxima, escribió Pablo de
Tarso (Espíritu): “Mis
hijos, en la máxima: Fuera
de la caridad no hay
salvación están concluidos
los destinos de los hombres,
en la Tierra y en el cielo;
en la Tierra, porque a la
sombra de ese estandarte
ellos vivirán en paz; en el
cielo,
porque los que la hubieran
practicado hallarán gracias
delante del Señor. Esa
divisa es el foco celeste,
la luminosa columna que guía
al hombre en el desierto de
la vida, encaminándolo para
la Tierra de la Promisión.
Ella brilla en el cielo,
como una aureola santa en la
frente de los elegidos, y,
en la Tierra, se halla
grabada en el corazón de
aquellos a quién Jesús dirá:
Pasad a la derecha, benditos
de mi Padre. Los reconoceré
por el perfume de caridad
que esparcen en torno de sí.
Nada expresa con más
exactitud el pensamiento de
Jesús, nada resume tan bien
los deberes del hombre,
como esa máxima de orden
divina. No podría el
Espiritismo probar mejor su
origen, que presentándola
como regla, por eso es un
reflejo del más puro
Cristianismo. Llevándola por
guía, nunca el hombre se
extraviara”. (El
Evangelio según el
Espiritismo, cap. XV, ítem
10.)
4. Para fines de estudio es
preciso se establezca la
diferencia entre caridad,
limosna y filantropía. Con
relación a la caridad, la
cuestión en el nº 886 de “El
Libro de los Espíritus”
esclarece
que el verdadero sentido de
esa palabra, tal como la
entendía Jesús, abarca tres
virtudes: benevolencia para
con todos, indulgencia para
con las imperfecciones
ajenas y perdón de las
ofensas.
La caridad no se restringe a
las ofrendas transitorias
5. La caridad, según esa
comprensión, no se limita,
pues, a la limosna sino que
abarca todas las relaciones
en que nos encontramos con
nuestros semejantes, estén
ellos en posición de
inferioridad, igualdad o
superioridad en relación a
nosotros. La caridad nos
prescribe la indulgencia,
porque de indulgencia
también necesitamos, y
prohíbe que humillemos a los
desafortunados,
contrariamente a lo que se
acostumbra a hacer en el
mundo en que vivimos.
6. El hombre verdaderamente
caritativo busca elevar y no
rebajar, a sus propios ojos,
a aquel que le es inferior,
disminuyendo la distancia
que los separa. Siendo la
virtud por excelencia,
la caridad constituye la más
alta expresión del
sentimiento humano, sobre
cuya base las construcciones
elevadas del Espíritu
encuentran firmeza para
desdoblar actividades
ennoblecidas en pro de todas
las personas.
7. Confundida vulgarmente
con limosna, la caridad
excede, bajo cualquier
aspecto considerado, las
donaciones externas con que
el hombre supone en tal
actividad concluirla. La
limosna, evidentemente, no
merece reprobación, pero sí
la manera por la cual
habitualmente es dada. El
hombre de bien, que
comprende la caridad según
el pensamiento de Cristo, va
al encuentro del
desgraciado, sin esperar que
este le extienda la mano,
pues sabe que el hombre
condenado a pedir limosna se
degrada física y moralmente
y se embrutece.
8. A buen seguro, es valioso
todo gesto de generosidad,
cuando es consubstanciado en
dádiva oportuna a aquel que
padece esa o aquella
privación. Sin embargo, la
caridad que se restringe a
las ofrendas transitorias
nada más es filantropía, ese
acto de amor fraterno y
humano que distingue a las
personas que destinan altas
sumas a la edificación de
obras de incontestable
valor, financiando múltiples
sectores de la ciencia, del
arte y de la cultura.
Para la legítima caridad es
imprescindible la fe
9. Henry Ford, John
Rockefeller, Ted Turner, Bil
Gates fueron o son
filántropos eméritos, a cuya
contribución la Humanidad
debe servicios de
inapreciable calidad.
Vicente de Paúl, Damien de
Veuster, Juan Bosco, Madre
Teresa de Calcuta y tantos
otros de idéntica
estatura se transformaron en
apóstoles de la caridad,
pues que, nada poseyendo en
términos de valores
transitorios, ofrecieron
tesoros de amor y fecundaron
en millones de vidas el
polen de la esperanza, de la
salud, de la alegría de
vivir.
10. Asevera Joanna de
Ângelis que la caridad
legítima requiere como
requisito imprescindible la
fe. La caridad – dice Joanna
– es, sobre todo,
cristiana. La filantropía, a
pesar de la valiosa ayuda
que realiza, es
independiente de la fe y no
se caracteriza por el
sentimiento cristiano.
Irreligiosa, puede brotar en
cualquier individuo.
11. La caridad bien sentida
y vivida establece verdadera
fraternidad entre los
hombres, ya que todos somos
hijos de un mismo Padre y,
de igual manera que los
Espíritus superiores nos
amparan y sostienen en las
luchas humanas, debemos
igualmente amparar nuestros
hermanos en humanidad,
inclusive aquellos que la
sociedad considera
criminales.
12. Evitemos juzgar las
acciones cometidas por esos
compañeros, auxiliándolos en
aquello que nos sea posible,
porque la caridad, como ya
vimos, implica la necesidad
de indulgencia y de
benevolencia para con todos,
sin ninguna excepción.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿Qué máxima de Allan
Kardec constituye uno de los
lemas del Espiritismo?
La máxima es “Fuera de la
caridad no hay salvación”,
que fue utilizada por
primera vez por el
Codificador en el libro “Qué
es el Espiritismo”, lanzado
en 1859.
2. Reportándose a esa
máxima, Pablo de Tarso
(Espíritu) dijo que en ella
están concluidos los
destinos de los hombres en
la Tierra y en el cielo.
¿Que es lo que Pablo quiso
decir?
Él aun explicó sus palabras
afirmando que, en la Tierra,
a la sombra de ese
estandarte los hombres
vivirán en paz, y en el
cielo, es decir, en el mundo
espiritual, los que la
hubieran practicado hallarán
gracias delante del Señor.
3. ¿Cuál es el sentido de la
palabra caridad conforme las
enseñanzas espíritas?
Conforme leemos en la
cuestión en el nº 886 de “El
Libro de los Espíritus”, la
caridad, tal como la
entendía Jesús, comprende
benevolencia para con todos,
indulgencia para con las
imperfecciones ajenas y
perdón de las ofensas.
4. ¿Confundida vulgarmente
con la caridad, la limosna
es condenable?
No. La limosna no merece
reprobación, pero sí la
manera por la cual
habitualmente ella es dada.
5. ¿En qué se distingue la
filantropía de la verdadera
caridad?
La filantropía, a pesar de
la valiosa ayuda que
realiza, es independe de la
fe y no se caracteriza por
el sentimiento cristiano.
Irreligiosa, puede brotar en
cualquier individuo. La
caridad bien sentida y
vivida establece verdadera
fraternidad entre los
hombres, ya que todos somos
hijos
de un mismo Padre y, de
igual manera que los
Espíritus superiores nos
amparan y sostienen en las
luchas humanas, debemos
igualmente amparar nuestros
hermanos en humanidad,
inclusive aquellos que la
sociedad considera
criminales.
Bibliografia:
O Livro dos Espíritos, de
Allan Kardec, questões 886 e
888.
O Evangelho segundo o
Espiritismo, de Allan
Kardec, cap. XI, item 14, e
cap. XV, item 10.
Vinha de Luz, de Emmanuel,
psicografado por Francisco
Cândido Xavier, p. 234.
Pérolas do Além, de
Francisco Cândido Xavier,
pp. 40 e 41.
Dimensões da Verdade, de
Joanna de Ângelis,
psicografado por Divaldo P.
Franco, p. 122.
Estudos Espíritas, de Joanna
de Ângelis, psicografado por
Divaldo P. Franco, pp. 121 e
122.