El Evangelio según Marcos
Segundo
libro del Nuevo Testamento
Marcos
(Discípulo de
Pedro)
(Parte 6)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. De acuerdo con Jesús, ¿es
lícito al hombre repudiar a
su mujer?
2. Un hombre, arrodillándose
delante de Jesús, le
preguntó: Bueno Maestro,
¿que haré para heredar la
vida eterna? ¿Qué le
respondió el Señor?
3. ¿Qué extraño pedido fue
hecho a Jesús por Juan y
Santiago, hijos de Zebedeo?
4. ¿Cómo se dio, en la
descripción de Marcos, la
entrada triunfal de Jesús en
Jerusalén?
5. ¿Qué enseñanzas nos dejó
Jesús al expulsar a los
vendedores del templo?
Texto para la lectura
24. Jesús bendice a los
niños - En Judea, traían
hasta Jesús niños para que
él los tocara, pero los
discípulos reprendían a los
que así procedían. El
Maestro, sin embargo, viendo
esto, se indignó y les dijo:
“Dejad venir los niños a mí,
y no lo impidáis; porque de
tales es el reino de Dios”.
“En verdad os digo que
cualquiera que no recibiera
el reino de Dios como un
niño, de manera ninguna
entrará en el”. Dicho esto,
el Señor los tomó en sus
brazos e, imponiéndoles las
manos, los bendijo.
(Marcos, 10:13 a 10:16.)
25. Los primeros serán
los últimos y los últimos
serán los primeros -
Tras la lección acerca del
peligro de las riquezas, los
discípulos quedaron
admirados y decían unos para
los otros: ¿Quién puede,
entonces, ser salvado? Y
Pedro le recordó: “Nosotros
dejamos todo, y te hemos
seguido”, a lo que Jesús
respondió: “En verdad os
digo que nadie hay que haya
dejado casa, o hermanos, o
hermanas, o madre,
o padre, o hijos, o campos,
por amor a mí y por amor del
Evangelio, que no reciba ya
en el presente el céntuplo
de casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos y
campos, con persecuciones; y
en el mundo venidero la vida
eterna. Sin embargo muchos
que son los
primeros, serán los últimos;
y los últimos serán los
primeros”. En la secuencia,
a camino de Jerusalén, Jesús
hizo contarles lo que había
de ocurrir, diciendo que el
Hijo del hombre sería
entregado a los
príncipes de los sacerdotes
y a los escribas, que lo
condenarían a la muerte,
entregándolo a los gentiles.
Y, después de referirles los
suplicios, las
humillaciones, los azotes y
su muerte, confirmó que
resucitaría al tercer día. (Marcos,
10:26 a 10:34.)
26. La cura del invidente
de Jericó - En Jericó,
había sentado al borde del
camino un mendigo ciego,
llamado Bartimeo, hijo de
Timeo. Cuando supo que Jesús
había salido de la ciudad y
por allí pasaba, Bartimeo
comenzó a clamar:
“¡Jesús, hijo de David, ten
compasión de mí!” Muchos
mandaron que él se callara,
pero el invidente clamaba
aún más: “¡Hijo de David,
ten compasión de mí!” Jesús
mandó llamarlo y preguntó:
“¿Qué quieres que yo te
haga?” Le respondió el
invidente: “Maestro, que yo
tenga vista”. Le dijo Jesús:
“Ve, tú fe te curó”. En el
mismo instante, Bartimeo
recobró la visión, y lo fue
siguiendo por el camino.
(Marcos, 10:46 a 10:52.)
27. La autoridad de Jesús
- Estando de nuevo en
Jerusalén, Jesús andaba por
el templo, cuando se
aproximaron a él los
príncipes de los sacerdotes,
los escribas y los ancianos,
que le preguntaron: “¿Con
qué autoridad haces estas
cosas?
¿O
quién te dio tal autoridad
para hacerlas?” Jesús
respondió: “Yo os haré una
sola pregunta, respondedme;
entonces os diré con que
autoridad hago estas cosas.
¿El bautismo de Juan era del
cielo o de los hombres?
Respondedme”. Ellos entonces
discurrían entre sí: “Si
dijéramos: Del cielo, él
dirá: ¿Por qué, entonces, no
le diste a estos crédito?
Diremos, sin embargo: ¿De
los hombres?” Ahora, ellos
temían al pueblo; porque
todos realmente tenían a
Juan como profeta.
Decidieron, pues, responder:
“No sabemos”. Delante de esa
respuesta, Jesús replicó:
“Ni yo os digo con que
autoridad hago estas cosas”.
(Marcos, 11:27 a 11:33.)
28. Parábola de los
labradores infieles -
Dicho esto, Jesús les contó
la siguiente parábola: “Un
hombre plantó una viña, la
cercó con una tapia, cavó
allí un lagar, edificó una
torre y la arrendó a unos
labradores, y partió para
otro país. En tiempo de la
cosecha envió a un siervo a
los labradores, para recibir
de ellos del fruto de la
viña; pero ellos,
agarrándolo, lo azotaron y
mandaron sin embargo sin
cosa alguna. Hizo enviarles
otro siervo; y a este lo
hirieron en la cabeza, y lo
llenaron de afrontas. Envió
aún a otro, y a este
mataron; y envió a muchos
otros, a algunos de los
cuales azotaron y a otros
mataron. Le restaba aún uno,
su hijo amado; a este envió
por último, diciendo:
Tendrán respeto a mi hijo.
Pero aquellos labradores
dijeron entre sí: Este es el
heredero; venid, matémoslo,
y la herencia será nuestra.
Agarrándolo,
lo mataron y lo lanzaron
fuera de la viña. ¿Qué hará
el señor de la viña? Vendrá
y exterminará los
labradores, y entregará su
viña a otros”. Después de
contar la parábola, Jesús
indagó: “Nunca leísteis
siquiera este pasaje de la
Escritura: ¿La piedra que
los edificadores rechazaron,
esa fue puesta como la
piedra angular; esto fue
hecho por el Señor, y es
maravilloso a nuestros ojos?”
Los sacerdotes, los escribas
y los ancianos percibieron
que la parábola fuera
proferida contra ellos, y
buscaban un medio de
prenderlo; pero, como temían
al pueblo, dejándolo, se
retiraron. (Marcos, 12:1
a 12:12.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. De acuerdo con Jesús, ¿es
lícito al hombre repudiar a
su mujer?
No. Según Jesús, cualquier
hombre que dejara a su mujer
y se casara con otra,
adultera contra ella. Y si
la mujer dejara a su marido,
y se casara con otro,
también adultera. (Marcos,
10:2 a 10:12.)
2. Un hombre, arrodillándose
delante de Jesús, le
preguntó: Bueno Maestro,
¿qué haré para heredar la
vida eterna?¿Qué le
respondió el Señor?
Primero, Jesús le dijo: ¿Por
qué me llamas bueno? Nadie
hay bueno sino uno, que es
Dios. Y añadió: Tú sabes los
mandamientos: No
adulterarás; no matarás; no
hurtarás; no dirás falso
testimonio; no defraudarás
alguien; honra a tu padre y
tu madre. El hombre, sin
embargo, respondiendo, le
dijo: Maestro, todo eso
guardé desde mi juventud.
Jesús, mirando para él,
entonces le dijo: Maestro,
todo eso guardé desde mi
juventud. Jesús, mirando
para él, entonces le dijo:
Te falta una cosa: ve, vende
todo cuánto tienes, y lo das
a los pobres, y tendrás un
tesoro en el cielo; y ven,
toma tu cruz, y me sigues. (Marcos,
10:17 a 10:25.)
3. ¿Qué extraño pedido fue
hecho a Jesús por Juan y
Santiago, hijos de Zebedeo?
Los hermanos le pidieron:
Nos concede que en tu gloria
nos sentemos, uno a tu
derecha, y otro a tu
izquierda. La respuesta de
Jesús los cristianos saben
cual fue. (Marcos, 10:35
a 10:41.)
4. ¿Cómo se dio, en la
descripción de Marcos, la
entrada triunfal de Jesús en
Jerusalén?
Después que se aproximaron a
Jerusalén, de Betfagé y de
Betania, junto al Monte de
los Olivos, Jesús envió a
dos de sus discípulos, a los
cuales dijo: Id a la aldea
que está enfrente de
vosotros; y, luego que allí
entréis, encontraréis
prendido a
un burro, sobre el cual aún
no montó hombre alguno;
soltadlo y traédmelo. Ellos
fueron, encontraron al burro
preso fuera de la puerta,
entre dos caminos, y lo
llevaron a Jesús. El Maestro
se sentó
sobre él y entró en la
ciudad, donde muchos
extendían sus vestiduras por
el camino, mientras otros
cortaban ramos de los
árboles y los esparcían por
el camino. Aquellos que iban
delante, y los que lo
seguían, clamaban:
Hosanna, bendito lo que
viene en nombre del Señor;
bendito el reino de nuestro
padre David, que viene en
nombre del Señor. Hosanna en
las alturas. (Marcos,
11:1 a 11:10.)
5. ¿Qué enseñanzas nos dejó
Jesús al expulsar a los
mercaderes del templo?
El episodio fue así descrito
por el evangelista: Jesús y
sus apóstoles llegaron a
Jerusalén. Allí, al entrar
en el templo, Jesús comenzó
a expulsar a los que en el
vendían y compraban y,
enseguida, derrumbó las
mesas de los operadores de
cambio
y las sillas de los que
vendían palomas. Y no
consintió que alguien
llevara algún vaso por el
templo, al tiempo que los
enseñaba diciendo: No está
escrito: ¿Mi casa será
llamada, por todas las
naciones, casa de oración?
Pero vosotros la habéis
hecho una cueva de ladrones.
Parece claro que él quiso
enseñarnos que el templo es
un lugar de oración, de
adoración al Señor, de
reflexión y meditaciones
sobre las altas
preocupaciones de la vida, y
no un lugar en que se
negocian monedas o
mercancías. (Marcos,
11:15 a 11:17.)