El Evangelio según Marcos
Segundo
libro del Nuevo Testamento
Marcos
(Discípulo de
Pedro)
(Parte 8)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿En qué momento Jesús
apuntó a aquel que lo habría
de traicionar?
2. ¿Jesús también cantaba?
3. Cuando Jesús oraba en el
lugar llamado Getsemani,
Pedro y los demás durmieron.
¿Qué palabras el Señor
dirigió entonces a Pedro?
Un hecho curioso ocurrió por
ocasión de la prisión de
Jesús. ¿Qué hecho fue ese?
5. En el Sanedrín, cuando el
sumo sacerdote le preguntó
si era Cristo, Hijo de Dios,
¿cuál fue la respuesta de
Jesús?
Texto para la lectura
34. El fin nadie sabe
cuando vendrá, sólo el Padre
- En la secuencia del
sermón, Jesús advirtió que
se levantarían falsos
Cristos y falsos profetas,
que harían milagros y
prodigios para engañar a los
elegidos, si fuera posible:
“Estad vosotros sobre aviso;
de antemano os he dicho
todas las cosas. Pero
aquellos días, tras aquella
tribulación, el sol
oscurecerá, la luna no dará
su claridad, las estrellas
caerán del cielo y las
potestades celestes serán
sacudidas. Entonces será
visto el Hijo del hombre,
viniendo en las nubes con
gran poder y gloria. Él
enviará a los ángeles y
reunirá a sus elegidos de
los cuatro vientos, de la
extremidad de la tierra a la
extremidad del cielo”.
Dichas esas cosas, Jesús
dejó bien claro que nadie
sabía cuando tales hechos se
darían, ni los ángeles, ni
el Hijo, sólo el Padre.
(Marcos, 13:21 a 13:32.)
35. “Los pobres siempre
los habréis”, aseveró Jesús
– De allí a dos días era la
Pascua (1) y la
fiesta de los panes sin
levadura; y los príncipes de
los sacerdotes y los
escribas buscaban como
prender a Jesús, acusándolo
de fraude, para después
matarlo.
Una cosa, sin embargo, era
correcta: no lo harían en la
fiesta, para que no hubiera
alboroto entre el pueblo.
Fue entonces que, estando él
en Betania, en casa de
Simón, el leproso, vino una
mujer que traía un vaso de
alabastro conteniendo
ungüento de nardo puro,
de gran valor. La mujer,
quebrando el vaso, lo
derramó sobre la cabeza de
Jesús. Al ver aquello,
algunos se indignaron,
diciendo: “¿Para que se hizo
este desperdicio de
ungüento?” Y alegaban que el
producto podría ser vendido
por más de trescientos
dineros y tal cuantía ser
dada a los pobres. Cuando
ellos bramaban contra la
mujer, Jesús los advirtió,
diciendo: “¿Dejadla, para
que la molestáis? Ella me
hizo buena obra. Porque
siempre tenéis los pobres
con vosotros, y podéis
hacerles bien, cuando
queráis; pero a mí ni
siempre me tendréis. Esta
hizo lo que podía; se
anticipó a ungir mi cuerpo
para la sepultura. En verdad
os digo que, en todas las
partes del mundo donde este
evangelio sea predicado,
también lo que ella hizo
será contado para su
memoria”. Judas Iscariotes,
uno de los doce, fue a ver
entonces con los príncipes
de los sacerdotes para
entregárselo. Estos,
oyéndolo, se alegraron y
prometieron darle dinero,
mientras Judas estudiaba
cómo hacer para entregarlo
en una ocasión oportuna.
(Marcos, 14:1 a 14:11.)
36. La cena del Señor y
la sangre del Nuevo
Testamento - Después de
apuntar al discípulo que
habría de traicionarlo,
Jesús aseveró: “¡En verdad
el Hijo del hombre va a
partir, como de él está
escrito, pero ay de aquel
hombre por quién el Hijo del
hombre es traicionado! Bueno
sería para el tal hombre no
haber nacido”. La cena
prosiguió. Jesús entonces,
tomando el pan y
bendiciéndolo, lo partió y
se lo dio, diciendo: “Tomad,
comed, este es mi cuerpo”. A
continuación, tomando el
cáliz y dando gracias, lo
dio; y todos bebieron de él.
Jesús entonces dijo: “Es
decir mi sangre, la sangre
del Nuevo Testamento, que
por muchos es derramada. En
verdad os digo que no beberé
más del fruto de la vid,
hasta aquel día en que el
beber será nuevo, en el
reino de Dios”. (Marcos,
14:21 a 14:25.)
37. Jesús predice que
Pedro lo negará tres veces
- Después de comer la cena
de pascua y cantar el himno,
Jesús y sus discípulos
salieron para el Monte de
los Olivos. Les afirmó,
entonces, el Maestro: “Todos
vosotros esta noche os
escandalizareis en mí;
porque está escrito:
Heriréis al pastor, y las
ovejas se dispersarán.
Pero, después que yo haya
resucitado, iré delante de
vosotros para Galilea”.
Pedro, adelantándose a los
demás, le dijo: “Aunque
todos se escandalicen,
nunca, sin embargo, yo”.
Jesús replicó: “En verdad te
digo que hoy, en esta noche,
antes que el gallo cante dos
veces, tres veces me
negarás”. Pedro le habló
entonces con vehemencia:
“Aunque me sea necesario
morir contigo, de modo
ninguno te negaré”. Y de la
misma manera decían todos. (Marcos,
14:26 a 14:31.)
38. Acusado de blasfemia,
Jesús es considerado reo de
muerte - Apuntado por
Judas y preso, Jesús fue
llevado al sumo sacerdote,
siendo seguido de lejos por
Pedro, que llegó a entrar en
el patio de la casa y
sentarse con los servidores
del jefe del templo,
calentándose con las llama.
Luego que Jesús confirmó ser
Cristo, Hijo del Dios
Bendito, el sumo sacerdote,
rasgando sus vestidos,
dispensó otros testigos y lo
acusó. “Vosotros oísteis la
blasfemia – habló la
autoridad máxima del
Sanedrín –; ¿qué os parece?”
Y todos lo consideraron
culpable de muerte,
comenzando algunos a
escupirle a él, a cubrirle
el rostro y a darle
puñaladas y bofetadas. En
eso, una de las criadas del
sumo sacerdote vio a Pedro y
le dijo: “Tú también andabas
con Jesús Nazareno”, pero él
lo negó, saliendo del techo
saliente; en ese momento, el
gallo cantó por primera vez
en aquella noche. La criada
volvió inmediatamente
después y lo apuntó de nuevo
como seguidor del Mesías,
pero Pedro lo negó otra vez,
mientras otros, enseguida,
le dijeron: “Verdaderamente
tú eres uno de ellos, porque
eres también galileo y tu
habla
está conforme”. Pedro,
irritado, comenzó a maldecir
y a jurar, diciendo: “No
conozco ese hombre de quien
habláis”, y el gallo cantó
por segunda vez. Pedro se
acordó inmediatamente de lo
que Jesús había predicho y,
retirándose de allí, lloró.
(Marcos, 14:53 y 14:54,
14:63 a 14:72.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿En qué momento Jesús
apuntó a aquel que lo habría
de traicionar?
El hecho se dio cuando Jesús
y los doce apóstolos estaban
asentados para comer la
pascua. En un momento dado,
les dijo Jesús: En verdad os
digo que uno de vosotros,
que conmigo come, ha de
traicionarme. Ellos
comenzaron a entristecerse y
a decirle
uno después de otro: ¿Soy
yo? Y otro dijo: ¿Soy yo?
Pero él, respondiendo,
informó: Es uno de los doce,
que pone conmigo la mano en
el plato. (Marcos, 14:12
a 14:20.)
2. ¿Jesús cantaba?
Sí, cuando estaba reunido
con sus apóstoles.
(Marcos, 14:22 a 14: 26.)
3. Cuando Jesús oraba en el
lugar llamado Getsemani,
Pedro y los demás dormían.
¿Qué palabras el Señor
dirigió entonces a Pedro?
Cuando los vio durmiendo,
Jesús dijo a Pedro: ¿Simón,
duermes? ¿No puedes vigilar
una hora? Vigilad y orad,
para que no entréis en
tentación; el espíritu, en
la verdad, está listo, pero
la carne es débil. Dicho
esto, él salió otra vez y
oró. Volviendo, los halló
nuevamente durmiendo, porque
sus ojos estaban pesados y
no sabían que responderle.
Más tarde, volviendo por
tercera vez, el Maestro les
dijo: Dormí ahora, y
descansad. Basta; es llegada
la hora. He que el Hijo del
hombre va a ser entregado en
las manos de los pecadores.
(Marcos, 14:32 a 14:41.)
4. Un hecho curioso ocurrió
por ocasión de la prisión de
Jesús. ¿Qué hecho fue ese?
Al ser prendido, Jesús dijo
a los que lo prendieron:
¿Saliste con espadas y
varapalos a prenderme, como
a un salteador? Todos los
días estaba con vosotros
enseñando en el templo, y no
me prendisteis; pero esto es
para que las Escrituras
se cumplan. Entonces,
dejándolo, todos huyeron. Un
cierto joven lo seguía,
envuelto en una sábana sobre
el cuerpo desnudo. Y le
echaron mano, pero él,
tirando la sábana, huyó
desnudo. (Marcos, 14:43 a
14:52.)
5. En el Sanedrín, cuando el
sumo sacerdote le preguntó
si era el Cristo, Hijo de
Dios, ¿cuál fue la respuesta
de Jesús?
Le dice Jesús: Yo soy, y
veréis al hijo del hombre
sentado a la derecha del
poder de Dios, y viniendo
sobre las nubes del cielo.
(Marcos, 14:55 a 14:62.)