La cuestión del
aborto
en Brasil
Hay en Brasil, y
no es de hoy, un
movimiento
político muy
fuerte
intentando la
liberalización
de la práctica
del aborto, como
ya ocurre en la
mayoría de los
países donde la
formación
religiosa del
pueblo es
vinculada al
Cristianismo.
Restringido
actualmente a
dos únicas
hipótesis,
conforme dispone
el Código Penal,
que lo admite en
los casos de
embarazo
decurrente de
violación y
cuando la vida
de la gestante
corre riesgo con
la continuidad
de la gestación,
no hay duda de
que tarde o
temprano la
extensión del
abortamiento a
otros casos se
hará imperativa,
salvo si fuera
opuesta a ese
movimiento una
fuerza moral
capaz de abrir
los ojos a
nuestros
legisladores.
En la reciente
campaña
electoral el
tema no fue
debidamente
discutido y los
principales
candidatos a la
presidencia de
la República no
se manifestaron
de manera clara
como se
conducirán en lo
tocante al
asunto, de modo
que la cuestión
es aun
preocupante.
Tramita en el
Congreso
Nacional, hace
algún tiempo, un
proyecto en el
sentido de la
propagada
liberalización.
Los defensores
del aborto libre
se apegan a las
estadísticas
sobre el número
de gestantes que
mueren todos los
días en razón de
la práctica del
abortamiento
realizado en
clínicas
clandestinas. El
argumento de
ellos es simple.
Liberado, el
abortamiento
sería realizado
en hospitales o
clínicas
conceptuadas y
el riesgo de
muerte quedaría
reducido a un
número ínfimo de
casos.
Razonamiento
idéntico a ese
fue utilizado
explícitamente
por la
ex-ministra
Dilma Rousseff,
candidata a
presidente
apoyada por el
actual gobierno,
como el lector
puede ver
asistiendo al
vídeo de la
entrevista que
ella concedió a
IstoÉ
(1).
Curiosamente, en
esa entrevista,
en ningún
momento Dilma
Rousseff se
refirió al feto.
Del lado de las
mujeres que
abogan la idea,
existe una tesis
que una vez que
otra es
levantada por
los activistas
pro-aborto: La
mujer es dueña
de su cuerpo y,
por eso, compite
sólo a ella
permitir o no la
continuación de
la gestación.
El argumento
parece fuerte.
En efecto,
siendo la
gestación una
complicación en
la vida de
muchas mujeres
que desean
entera libertad
de movimientos,
interrumpirla
suena
agradablemente a
tales oídos.
Esa tesis, sin
embargo, a la
luz de los
conocimientos
científicos, no
pasa de un cebo.
En efecto, las
gestantes no
pueden ignorar
que dentro de
ellas pulsa otro
ser, que es tan
humano como sus
padres, con
identidad
biológica propia
y código
genético
perfectamente
definido. Es la
ciencia que así
lo reconoce,
como podemos
comprobar con
las siguientes
consideraciones
hechas por el
Dr. Luiz Eugenio
Garcez Leme,
presidente en la
época de la
Sociedad
Brasileña de
Medicina de la
Familia: “El
derecho a la
vida es
inherente al ser
humano. El feto
es desde su
concepción un
ser. No es parte
integrante del
cuerpo materno,
pero tiene
identidad
biológica
propia. Que sea
humano, nos
demuestra la
propia citología
genética con un
simple examen
cromosómico.
Así, siendo un
ser y siendo
humano, nos
encontramos
delante de un
ser humano”. (El
Estado de S.
Paulo, pág. A-2,
DEL 9/11/1993.)
Evidentemente,
como los seres
humanos son
dotados de libre
albedrío, no se
negará a la
gestante la
decisión de
mantener o
interrumpir una
gestación. Se
trata de una
decisión de
fuero íntimo que
es independiente
de leyes. Que
ella, con todo,
entienda que,
optando por el
abortamiento, no
estará luchando
sólo con una
parcela de su
cuerpo, sino con
otro ser, dotado
de inteligencia
y sentimientos,
cuyo
comportamiento,
delante de la
negación
materna, nadie
puede
anticipadamente
establecer.
Oponiéndose a la
continuidad de
la gestación,
ella recogerá
más tarde los
frutos de esa
decisión. Muchos
son los casos de
obsesión que
tienen su origen
en el
abortamiento
irresponsable.
Los hechos
estudiados en el
Espiritismo lo
comprueban y, en
ese sentido, el
precepto
evangélico es
por demás claro:
La siembra es
libre, pero la
cosecha es
obligatoria.
¿No es así que
Jesús enseñaba?
(1)
El lector puede
ver al vídeo de
la entrevista
que ella
concedió en:
http://www.youtube.com/watch?v=ITAwV6gg3kY&feature=player_embedded#!
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