El Evangelio según Juan
Cuarto
libro del Nuevo Testamento
Juan (Apóstol de Jesús)
(Parte 1)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. El Evangelio de Juan
comienza hablando en el
Verbo que estaba con Dios y
que también era Dios.
¿Quién, según Juan, es el
Verbo que se hizo carne y
habitó entre nosotros?
2. ¿En qué lugar Juan
Bautista comenzó su misión y
anunció la venida de Jesús?
3. ¿Cómo, según Juan
evangelista, los primeros
apóstoles de Jesús
conocieron al Maestro?
4. ¿Que enseñanza Jesús
transmitió a Nicodemos?
5. ¿Qué respuesta dio Juan
Bautista a los que le
dijeron que Jesús estaba
también bautizando y todos
iban a estar con él?
Texto para la lectura
1. El Evangelio según
Juan - El apóstol Juan,
hijo de Zebedeo y de Salomé,
era hermano de Santiago
mayor. Cuando ejercía, con
su padre, la ocupación de
pescador, Jesús lo llamó al
ministerio apostólico, donde
se distinguió por el título
de discípulo amado de
Cristo. Tras el ascenso del
Señor, Juan predicó el
Evangelio en Asia Menor, por
cuyo motivo fue desterrado
por Domiciano para la isla
de Patmos, donde escribió el
Apocalipsis. Para refutar el
atrevimiento de herejes que
negaban la divinidad de la
misión de Cristo, diciendo
que él fuera un simple
hombre, y buscando también
suplir algunas cosas que los
otros tres evangelistas no
registraron, Juan escribió,
tras ellos, su Evangelio. Un
escritor sacro contemporáneo
dice, con mucha propiedad,
que, hablándose en términos
actuales, Lucas, Marcos y
Mateo fueron “reporteros”,
honestos y fieles
reporteros, colocados
alrededor de la augusta
personalidad de Jesús. Juan
fue el “editorialista”,
aquel que recoge las
lecciones de los
acontecimientos. (La Biblia
Sagrada, volumen I,
Introducción, págs. XXIX y
XXX, edición de Libros de
Brasil S.A.)
2. Juan dice que el Verbo
hizo todas las cosas -
“En el principio – cuenta
Juan – era el Verbo, y el
Verbo andaba con Dios y el
Verbo era Dios. Él estaba en
el principio con Dios. Todas
las cosas fueron hechas por
él, y sin él nada de lo que
fue hecho se hizo. En él
estaba la vida, y la vida
era la luz de los hombres. Y
la luz resplandece en las
tinieblas, y las tinieblas
no la comprendieron.”
Después de referirse así a
Jesús, el evangelista habla
de Juan Bautista: “Hube un
hombre enviado de Dios, cuyo
nombre era Juan. Este vino
para testimonio, para que
testificase de la luz, para
que todos creyeran por él.
No era él la luz, pero para
que testificase de la luz”.
(N.R.: En su libro A
Camino de la Luz, A
Camino de la Luz,
escrito en 1938, Emmanuel
atribuyó también a Jesús una
misión excepcional en
nuestro mundo. Emmanuel
designa al Maestro como
siendo la Luz del Principio
y dice que su corazón es la
fuente de la vida para toda
la Humanidad de la Tierra.
En la dirección de todos los
fenómenos de nuestro
sistema, según Emmanuel,
existe una Comunidad de
Espíritus Puros y Electos
por el Señor Supremo del
Universo. Esa Comunidad, de
la cual Jesús es miembro,
sólo se reunió en las
proximidades de la Tierra
dos veces: la 1a, cuando el
orbe terrestre se desprendía
de la nebulosa solar; la 2a,
cuando se decidió la venida
de Jesús a la Tierra. El
Maestro, con sus legiones de
trabajadores divinos, operó
la escultura geológica del
orbe, instituyó las
normativas de los fenómenos
físicos de la Tierra,
organizó el escenario de la
vida e hizo la presión
atmosférica adecuada al
hombre, estableciendo
también, siempre bajo la
vista de Dios, los grandes
centros de fuerza de la
ionosfera y de la
estratosfera, además de
edificar las fábricas de
ozone a 40 y 60 Km. de
altitud, para que filtrasen
convenientemente los rayos
solares. Es probable que el
evangelista Juan, médium que
era, teniendo la intuición
de todo ese trabajo
coordinado por Jesús, haya
pensado que el Mesías
también fuera Dios, un
equívoco que no tiene ningún
fundamento en las Escrituras
y que, según León Denis,
provocó discusiones durante
tres siglos, siendo
rechazado por tres
concilios, hasta que en el
325 fue elevado a dogma por
el Concilio de Nicea, en
estos términos: “La Iglesia
de Dios, católica y
apostólica, anatematiza a
los que dicen que hubo un
tiempo en que el Hijo no
existía, o que no existía
antes de haber sido
generado”.) (Juan, 1:1 a
1:8.)
3. El Verbo hizo el mundo
y después habitó entre
nosotros - Estaba allí,
dice Juan evangelista, la
luz verdadera, que ilumina a
todo el hombre que viene al
mundo: “Estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por él,
y el mundo no lo conoció.
Vino para lo que era suyo, y
los suyos no lo recibieron.
Pero, a todos cuántos lo
recibieron, les dio el poder
de ser hechos hijos de Dios,
a los que creen en su
nombre; los cuales no
nacieron de la sangre, ni de
la voluntad de la carne, ni
de la voluntad del varón,
sino de Dios. Y el Verbo se
hizo carne, y habitó entre
nosotros, y vimos su gloria,
como la gloria del unigénito
del Padre, lleno de gracia y
de verdad”. Juan Bautista
testificó de él y clamó,
diciendo que el Maestro era
aquel de quien él, Juan,
decía: “Lo que viene tras mí
es antes de mí, porque fue
primero que yo”. Y todos
nosotros recibimos también
de su plenitud, gracia por
gracia, porque la ley fue
dada por Moisés, pero la
gracia y la verdad vinieron
por Jesús Cristo. Dios nunca
fue visto por alguien. El
Hijo unigénito, que está en
el seno del Padre, ese lo
hizo conocer. (Juan, 1:9
a 1:18.)
4. Juan vio el Espíritu
descender como una paloma y
se posó sobre Jesús -
Inquirido por los sacerdotes
y levitas, Juan Bautista
confesó no ser Cristo, ni
Elías, ni profeta. ¿Quién
eres, entonces? –
preguntaron ellos. “Yo soy –
les respondió Juan – la voz
del que clama en el
desierto: Enderezar el
camino del Señor, como dijo
el profeta Isaías.” Al día
siguiente, Juan vio a Jesús
que venía para él, y dijo:
“He ahí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del
mundo. Este es aquel del
cual yo dije: Después de mí
viene un varón que fue antes
de mí, porque ya era primero
que yo. Y yo no lo conocía;
pero, para que él fuera
manifestado a Israel, vine
yo, por eso, bautizando con
agua”. Y Juan testificó,
diciendo: “Yo vi el Espíritu
descender del cielo como una
paloma y se posó sobre él. Y
yo no lo conocía, pero el
que me mandó a bautizar con
agua, ese me dijo: Sobre
aquel que veas descender el
Espíritu, y sobre él
reposar, ese es el que
bautiza con el Espíritu
Santo. Y yo vi, y he
testificado que este es el
Hijo de Dios”. (Juan,
1:19 a 1:34.)
5. Jesús, en Canaán,
transforma agua en vino
bueno - La madre de
Jesús fue a Canaán de
Galilea a participar de unas
bodas, para lo que Jesús y
sus discípulos habían sido
también invitados. A cierta
altura de la fiesta, el vino
se acabó y su madre le dije:
“No tienen vino”. “Mujer –
le respondió Jesús –, ¿qué
tengo yo contigo? Aún no es
llegada mi hora.” Su madre,
sin embargo, dijo a los
sirvientes que hicieran todo
cuánto él dijera. Jesús,
apuntando para seis tallas
de piedra que allí se
encontraban, les pidió:
“Llenad de agua esas
tallas”. Una vez llenas, él
pidió que las llevaran al
maestro-sala. Luego que este
probó el agua transformada
en vino (no sabiendo de
donde había venido, aunque
los sirvientes lo supieran),
llamó al esposo, a quien
dijo: “Todo el hombre pone
primero el vino bueno, y,
cuando ya han bebido bien,
entonces el inferior; pero
tú guardaste hasta ahora el
buen vino”. Fue así que
Jesús empezó sus señales en
Canaán de Galilea y
manifestó su gloria, y sus
discípulos creyeron en él.
Tras esto, él descendió, con
su madre, sus hermanos y sus
discípulos, a Cafarnaún y,
estando próxima la pascua de
los judíos, subió a
Jerusalén, hallando en el
templo a los que vendían
bueyes, ovejas, palomos y
los comerciantes. El Maestro
hizo un látigo de cuerdas y
lanzó a todos fuera del
templo, esparciendo el
dinero de los cambistas y
derribando las mesas. Los
judíos le preguntaron: “¿Qué
señal nos muestras para
hacer esto?” Jesús les
respondió: “Derribad este
templo, y en tres días lo
levantaré”. Los judíos
replicaron: “¿En cuarenta y
seis años fue edificado este
templo, y tú lo levantarás
en tres días?” Jesús les
hablaba, sin embargo, del
templo de su cuerpo. Por
eso, cuando él resucitó de
entre los muertos, sus
discípulos se acordaron de
que él hubo dicho esto, y
creyeron en la Escritura y
en la palabra que el Maestro
había dicho. (Juan, 2:1 a
2:22.).
6. Jesús no vino para
condenar, sino para salvar
el mundo - Tras
responder a la pregunta de
Nicodemos, Jesús quedó
sorprendido con la
ignorancia de él acerca de
la lección contenida en esta
frase: “Necesario os es
nacer de nuevo”. Y
añadió: “¿Si os hablé de
cosas terrestres, y no
creísteis, como creeréis, si
hablaros de las celestiales?
Ahora, nadie subió al cielo,
sino el que descendió del
cielo, el Hijo del hombre,
que está en el cielo. Y,
como Moisés levantó la
serpiente en el desierto,
así importa que el Hijo del
hombre sea levantado; para
que todo aquel que en él
cree no perezca, sino que
tenga la vida eterna. Porque
Dios amó el mundo de tal
manera que dio a su Hijo
unigénito, para que todo
aquel que en él cree no
perezca, pero tenga la vida
eterna. Porque Dios envió a
su Hijo al mundo, no para
que condenara el mundo, sino
para que el mundo fuera
salvo por él. Quién cree en
él no es condenado; pero
quién no cree ya está
condenado, por cuanto no
cree en el nombre del
unigénito Hijo de Dios. Y la
condena es esta: Que la luz
vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que
la luz, porque sus obras
eran malas. Porque todo
aquel que hace el mal
aborrece la luz, y no viene
para la luz, para que sus
obras no sean reprobadas.
Pero quien practica la
verdad viene para la luz, a
fin de que sus obras sean
manifiestas, porque son
hechas en Dios”. (Juan,
3:12 a 3:21.)
7. El Padre ama el Hijo y
todo entregó en sus manos
- Juan Bautista,
respondiendo a sus
discípulos, se refirió a
Jesús, diciendo: “Es
necesario que él crezca y
que yo disminuya. Aquel que
viene del cielo es sobre
todos;
aquel que viene de la tierra
es de la tierra y habla de
la tierra. Aquel que viene
del cielo es sobre todos”. Y
añadió: “Aquel que aceptó su
testimonio, ese confirmó que
Dios es verdadero. Porque
aquel que Dios envió habla
las palabras de Dios; pues
no le da Dios el Espíritu
por medida. El Padre ama al
Hijo, y todas las cosas
entregó en sus manos. Aquel
que cree en el Hijo tiene la
vida eterna; pero aquel que
no cree en el Hijo no verá
la vida, sino la ira de Dios
sobre él permanece”.
(Juan, 3:30 a 3:36.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. El Evangelio de Juan
comienza hablando en el
Verbo que andaba con Dios y
que también era Dios.
¿Quién, según Juan, es el
Verbo que se hizo carne y
habitó entre nosotros?
El Verbo se hizo carne es
una alusión directa a Jesús
de Nazaret. (Juan, 1:1 a
1:15.)
2. ¿En qué lugar Juan
Bautista comenzó su misión y
anunció la venida de Jesús?
En Betania, del otro lado
del Jordán. (Juan, 1:19 a
1:28.)
3. ¿Cómo, según Juan
evangelista, los primeros
apóstoles de Jesús
conocieron al Maestro?
Juan Bautista andaba con dos
de sus discípulos cuando vio
pasar a Jesús. Él, entonces,
les dijo: He ahí aquí el
Cordero de Dios. Los dos
discípulos lo oyeron decir
esto y siguieron a Jesús.
Era Andrés, hermano de Simón
Pedro, uno de los dos que
oyeron aquello de Juan y
habían seguido a Jesús.
Andrés dijo, entonces, a su
hermano Simón: Hallamos al
Mesías (que, traducido, es
Cristo) y lo llevó a Jesús.
Mirando para él, Jesús dijo:
Tú eres Simón, hijo de
Jonás; tú serás llamado
Cefas (que quiere decir
Pedro). Al día siguiente,
yendo a Galilea, Jesús halló
a Felipe, y le dijo:
Sígueme. Felipe era de
Betsaida, ciudad de Andrés y
de Pedro. (Juan, 1:35 a
1:51.)
4. ¿Qué enseñanza trasmitió
Jesús a Nicodemo?
Nicodemos, que era príncipe
entre los judíos, fuera a
hablar de noche con Jesús, y
le dijo: Rabí, bien sabemos
que eres Maestro, viniendo
de Dios; porque nadie puede
hacer estas señales que tú
haces, si Dios no fuera con
él. Jesús respondió, y le
dijo: En verdad, en verdad
te digo que aquel que no
naciera de nuevo, no puede
ver el reino de Dios. Le
dijo Nicodemos: ¿Cómo puede
un hombre nacer, siendo
viejo? ¿Puede, posiblemente,
volver a entrar en el
vientre de su madre, y
nacer? Jesús respondió: En
verdad, en verdad te digo
que aquel que no naciera del
agua y del Espíritu, no
puede entrar en el reino de
Dios. Lo que es nacido de la
carne es carne, y lo que es
nacido del Espíritu es
espíritu. No te maravilles
de lo que he dicho: Os es
necesario nacer de nuevo.
(Juan, 3:1 a 3:11.)
5. ¿Qué respuesta dio Juan
Bautista a los que le
dijeron que Jesús estaba
también bautizando y todos
iban a estar con él?
Juan aún no había sido
lanzado en la prisión cuando
le llegó la noticia de que
Jesús estaba bautizando y
todos iban a estar con él.
Juan les respondió diciendo:
El hombre no puede recibir
cosa alguna, si no le fuera
dada del cielo. Vosotros
mismos me sois testigos de
que dije: Yo no soy Cristo,
pero soy enviado delante de
él. Aquel que tiene la
esposa es el esposo; pero el
amigo del esposo, que le
asiste y lo oye, se alegra
mucho con la voz del esposo.
Así, pues, ya este mí gozo
está cumplido. Es necesario
que él crezca y que yo
disminuya. (Juan, 3:22 a
3:30.)