Kardec y las
discordias entre
hermanos
En el
advenimiento de
más una Navidad,
recordemos uno
de los más
oportunos
testimonios
dejados por
Jesús, que
aseveró, cierta
vez, que sus
verdaderos
discípulos
serían conocidos
por mucho se
amaren.
Esa frase parece
tener pasado
inadvertida a
muchas personas
que, que
valiéndose de su
propia condición
de cristianos,
llegaron a
combatir o
perseguir
compañeros con
cuyas ideas no
concordaban. La
persecución a
los hugonotes
(1) fue de eso
un expresivo
ejemplo, como
también lo fuera
toda la
persecución
hecha por la
iglesia a los
llamados
herejes.
¿Estará el
movimiento
espirita exento
de problemas de
ese orden?
Antes de tratar
de la cuestión,
examinaremos la
frase dicha por
Jesús: “Mis
discípulos
verdaderos serán
conocidos por
mucho se
amaren”.
La
interpretación
del texto
llévanos a las
consideraciones
abajo.
Si los que se
dicen discípulos
del Cristo no se
aman, no son
ellos, en
verdad,
discípulos. Si
insisten en
decirse
discípulos, no
lo son
verdaderos, o
sea, se trata de
falsos
discípulos.
En una conocida
clasificación de
los espiritas,
publicada en
El Libro de los
Médium,
Kardec se valió
de la
denominación
“espiritas
cristianos” para
designar los
verdaderos
espiritas, es
decir, los que
conocen,
estudian,
aceptan y, más
de que eso,
practican las
enseñanzas
espiritas,
movidos siempre
por el deseo del
bien y teniendo
por faro de sus
acciones la
caridad.
Juntando los dos
pensamientos –
la afirmativa de
Jesús y el
análisis hecho
por Kardec –
podremos
concluir que, si
no existir el
sentimiento de
amor, de
respeto, de
fraternidad
entre dos
espiritas, no
pueden, tanto
uno cuanto el
otro, merecer
el título de
“discípulo del
Señor” ni el
cualitativo de
“verdadero
espirita” y, por
lo tanto, de
“espirita
cristiano”.
Como el
movimiento
espirita es
formado por
personas
situadas en los
más diferentes
niveles
evolutivos, es
evidente que no
se encuentra él
exento de los
desentendimientos
y de las riñas
que deparamos, a
veces, en las
instituciones
espiritas más
conceptuadas,
algo que no
ocurre sólo en
nuestra ciudad o
en nuestro País,
pero en
diferentes
lugares.
Kardec se
refirió, cierta
vez, a esos
conflictos en
discurso
pronunciado en
las reuniones
generales de los
espiritas de
Lión y Burdeos.
(Cf.“Viaje
Espirita en
1862”, Editora
El Clarín, pp.
76 a 105.)
Dice, entonces,
el Codificador
del Espiritismo:
“Si, entre
vosotros, hay
disidencias,
causas de
antagonismos, si
los grupos que
deben todos
marchar para un
objetivo común,
estuvieran
divididos, yo lo
lamento, sin
preocuparme con
las causas, sin
examinar quien
cometió los
primeros errores
y me coloco, sin
hesitar, del
lado de aquel
que tuviera más
caridad, o sea,
más abnegación y
verdadera
humildad, pues
aquel a quien le
falta la caridad
está siempre
errado, asistido
así por
cualquier
especie de
razón, pues Dios
maldice quien
dice a su
hermano: racca”
( Obra
mencionada, pág.
101).
El consejo del
Codificador en
casos tales es
muy claro y
viene a
propósito en
esta hora
difícil en que
desacuerdos
diversos se
tienen
averiguados en
nuestro medio.
“Sofocad las
discordias”, nos
propone él.
“Seáis vosotros
posible fundiros
en una única y
misma familia y
daros
mutuamente, del
fondo del
corazón y sin
pensamiento
premeditado, el
nombre de
hermanos”. (Ídem
íbidem.)
Un óptimo regalo
de Navidad, para
nosotros y para
nuestros
hermanos, sería
la difusión de
los pensamientos
aquí examinados,
que tiene por
base la exacta
dimensión de lo
que representan
en nuestra vida
las enseñanzas
morales de Jesús
contenidos en el
Evangelio, que
constituyen, en
una feliz frase
de Kardec, el
camino infalible
de la felicidad
esperada.
(1) Designación
despectiva que
los católicos
franceses dieron
a los
protestantes,
especialmente a
los calvinistas,
y que estos
adoptaron.
P.ext,
protestante.
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