Actos de los Apóstoles
Quinto
libro del Nuevo Testamento
Lucas (Discípulo de
Pablo)
(Parte 1)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstoles. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. Conforme el libro Actos
de los Apóstoles, ¿cuántos
días permaneció Jesús con
sus apóstoles, después de la
resurrección?
2. Pedro y sus compañeros
escogieron un nuevo
discípulo para ocupar el
lugar dejado por Judas
Iscariotes. ¿Cuál era su
nombre y cómo fue él
escogido?
3. ¿Qué hechos ocurrieron en
el día de Pentecostés?
4. En un momento de rara
lucidez, Pedro comprendió el
significado de aquellos
hechos. ¿Qué dijo él,
entonces, a los compañeros
allí reunidos?
5. Un cojo de nacimiento fue
curado por Pedro a la puerta
del templo. ¿Cómo lo curó
Pedro? ¿Quién andaba con él?
¿Qué consecuencias tuvo ese
episodio?
Texto para la lectura
1. El libro de Actos de
los Apóstoles - Lucas
es, sin ninguna duda, el
autor de los Actos de los
Apóstoles, así como del
Evangelio que trae su
nombre. Parece que uno de
los principales intentos que
tuvo, cuando los escribió,
fue oponer esta genuina y
verdadera historia de las
acciones de Pedro y Pablo a
los Actos de los Apóstoles
que circulaban, en aquel
entonces, fingidos e
inventados por la malicia de
otros, en descrédito de la
religión cristiana. El
libro, escrito en Roma el
año 60 de nuestra era, nos
presenta un cuadro diáfano
de la primitiva Iglesia. Su
estilo sencillo,
restringidos a los hechos,
iluminado por una llama
interior de fervor
apostólico, hace de él una
lectura deliciosa. (N.R.:
Las propias editoras
católicas divergen con
relación a la época de
composición de este libro.
Según Ediciones Loyola, la
fecha más probable sería
entre los años 75 y 90. No
existe duda, sin embargo,
acerca de su verdadero
autor: Lucas, discípulo de
Pablo de Tarso. La referida
Editora dice, aún, que el
objetivo de Lucas, al
escribir este libro, fue
reanimar a los cristianos,
evocando el amor fervoroso
de las primitivas iglesias,
para que creyeran en la
acción del Paráclito, en una
época en que parecía que se
enfriaba el ardor inicial.)
(“La Biblia Sagrada”,
edición de Libros de Brasil
S.A., volumen I, pág. XXX.
Ver también “Biblia -
Mensaje de Dios. Nuevo
Testamento”, de LEB -
Ediciones Loyola, pág. 163.)
2. Jesús aparece a sus
discípulos por espacio de
cuarenta días - Jesús
fue visto aún por sus
discípulos por espacio de
cuarenta días, ocasión en
que les habló sobre el reino
de Dios y determinó que no
se ausentasen de Jerusalén,
esperando se cumpliera la
promesa del Padre, que él
les había hecho. “Porque, en
verdad -- aseveró el Maestro
--, Juan bautizó con agua,
pero vosotros seréis
bautizados con el Espíritu
Santo, no mucho después de
estos días.” Ellos entonces
indagaron: “¿Señor,
restaurarás tú, en este
tiempo, el reino a Israel?”
Él respondió: “No os
pertenece saber los tiempos
o las estaciones que el
Padre estableció por su
propio poder. Pero
recibiréis la virtud del
Espíritu Santo, que ha de
venir sobre vosotros; y me
seréis testigos, tanto en
Jerusalén como en toda Judea
y Samaria, y hasta los
confines de la tierra”.
Cuando el Señor decía esto,
ellos veían que el Maestro
fue elevado a las alturas, y
una nube lo recibió,
ocultándolo a sus ojos.
Estando los apóstoles con
los ojos fijos en el cielo,
mientras él subía, he ahí
que junto a ellos se
pusieron dos varones,
vestidos de blanco, que les
dijeron: “¿Varones galileos,
por qué estáis mirando para
el cielo? Jesús, que de
entre vosotros fue recibido
arriba en el cielo, ha de
venir así como para el cielo
lo visteis ir”. (Actos,
1:3 a 1:11.)
3. Los apóstoles y María
se reúnen en el cenáculo
- Los discípulos volvieron,
entonces, para Jerusalén,
descendiendo de la colina
que se llama Monte de los
Olivos, que queda a unos
ochocientos metros de
Jerusalén. Tras entrar en la
ciudad, subieron al piso de
arriba de la casa, donde
acostumbraban a quedar. (N.R.:
Según una tradición muy
antigua, se trata del
cenáculo en que Jesús habría
celebrado la Última Cena.)
Allí estaban los once
apóstoles y todos rezaban
constantemente en la más
íntima unión, con algunas
mujeres y María, madre de
Jesús, y los
hermanos de él. Aquellos
días, Pedro se levantó en
medio de los hermanos, cuya
asamblea constaba de más o
menos ciento veinte
personas, y les dijo:
“¡Hermanos! Era necesario
que se cumpliera lo que el
Espíritu Santo había
anunciado por la boca de
David acerca de Judas, que
se volvió el guía de los que
prendieron a Jesús. Era él
uno de nosotros, porque
había sido escogido para
participar de nuestro
ministerio. Ese tal compró
un terreno con el salario de
su crimen y allí se
precipitó de cabeza para
bajo, se reventó por en
medio y se derramaron todas
las entrañas. Toda la
población de Jerusalén supo
de eso, tanto así que aquel
terreno fue llamado en su
lengua de Hacéldama, que
quiere decir ‘campo de
sangre’. Así está escrito en
el libro de los Salmos: ‘Quede
desierta su vivienda, y
nadie quiera vivir en ella’,
y aún: ‘Que otro reciba
su cargo’. Es preciso,
pues, que uno de aquellos
hombres que nos acompañaron
durante todo el tiempo en
que Jesús estuvo entre
nosotros y a nuestro frente,
desde el bautismo de Juan
hasta el día en que él fue
arrebatado de nosotros, se
haga con nosotros testimonio
de su resurrección”.
(Actos, 1:12 a 1:22.)
4. Crece el número de
seguidores de Cristo, y
ellos pasan a vivir en
comunidad - Tras oír las
palabras de Pedro, los
discípulos sintieron el
corazón despedazado y
preguntaron al apóstol Pedro
y a sus compañeros:
“¿Hermanos, qué debemos
hacer?” Pedro les respondió:
“Convertíos y cada uno pida
el bautismo en nombre de
Jesucristo, para conseguir
perdón de los pecados. Así,
recibiréis el don del
Espíritu Santo. Pues la
promesa fue hecha para
vosotros y vuestros hijos,
así como para todos aquellos
-- tan numerosos -- que se
hallan lejos de vosotros,
que Dios irá a llamar”.
“Salvaos de esa generación
perdida.” Los que acogieron
la palabra de Pedro
recibieron el bautismo, y
aquel día se adhirieron más
o menos tres mil personas.
Todos permanecían constantes
en la enseñanza de los
apóstoles, en la comunión
fraterna, en la ceremonia de
partir el pan y en las
oraciones. El temor se
apoderaba de todos y
numerosos prodigios y
milagros eran realizados por
los apóstoles. Los fieles
vivían todos unidos y tenían
todo en común. Vendían sus
propiedades y sus bienes,
repartiendo todo entre
todos, conforme la necesidad
de cada uno. Todos los días
se reunían en el Templo y
loaban a Dios y eran
estimados por todo el
pueblo. Y cada día el Señor
aumentaba el número de sus
seguidores con otras
personas que iban siendo
salvadas. (Actos, 2:37 a
2:47.)
5. Los apóstoles piden a
Dios les dé el poder de
curar los enfermos -
Tras ser aprisionados y, por
fin, sueltos, Pedro y Juan
buscaron a los suyos y les
contaron todo lo que los
jefes de los sacerdotes y
los ancianos les habían
dicho. Sabiendo de eso,
ellos aclamaron a Dios,
orando así: “¡Señor, tú eres
el creador del cielo, de la
tierra, del mar y de todo lo
que en ellos existe! Tú
dijiste por el Espíritu
Santo y por la boca de
nuestro Padre y tu servidor
David: ‘¿Por qué quedaron
furiosas las naciones y los
pueblos planearon cosas
absurdas? ¡Los reyes de la
tierra se revolvieron y los
gobernantes se aliaron
contra el Señor y contra su
Mesías!’ De hecho, en
esta ciudad, Herodes y
Pilatos se aliaron con los
paganos y la gente de Israel
contra tu santo Siervo
Jesús, que tenías ungido
para hacer todo lo que tu
poder y tu voluntad habían
decidido de antemano que
ocurriría. Y ahora, Señor,
presta atención a sus
amenazas, y ayuda a tus
servidores a anunciar tu
palabra asombradamente. A la
vez, extiende tu mano para
que se realicen curas,
milagros y grandes prodigios
en nombre de tu
santo ‘siervo’ Jesús”.
Cuando acabaron de hacer la
oración, el lugar donde
estaban reunidos tembló y
todos quedaron llenos del
Espíritu Santo y comenzaron
a anunciar valientemente la
palabra de Dios. (Actos,
4:23 a 4:31.)
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. Conforme el libro Actos
de los Apóstoles, ¿cuántos
días permaneció Jesús con
sus apóstoles, después de la
resurrección?
Jesús a ellos se manifestó
después de la crucifixión
durante cuarenta días.
(Actos, 1:1 a 1:3.)
2. Pedro y sus compañeros
escogieron un nuevo
discípulo para ocupar el
lugar dejado por Judas
Iscariotes. ¿Cuál era su
nombre y cómo fue escogido
él?
Fueron propuestos dos
nombres: José, llamado
Barsabás, que tenía por
sobrenombre Justo, y Matías.
Ellos entonces oraron en
estos términos: Oh Señor,
que conoces los corazones de
todos, nos muestra cuál de
estos dos escogiste para
tomar en este ministerio y
apostolado el lugar de Judas
que se trasvió. Lo echaron a
suerte y cayó el nombre de
Matías, que fue incorporado
a los once apóstoles.
(Actos, 1:23 a 1:26.)
3. ¿Qué hechos ocurrieron en
el día Pentecostés?
El día de Pentecostés
estaban todos conformemente
en el mismo lugar, cuando de
repente vino del cielo un
sonido, como de un viento
vehemente e impetuoso, y
llenó toda la casa en que
estaban sentados. Y fueron
vistas por ellos lenguas
repartidas, como de fuego,
las cuales se posaron sobre
cada uno de ellos y todos
fueron llenos del Espíritu
Santo y comenzaron a hablar
en otras lenguas. Cuando
aquel sonido ocurrió, se
juntó a una multitud, que
estaba confusa, porque cada
uno los oía hablar en su
propia lengua. Y todos se
pasmaban y se maravillaban,
diciendo unos a los otros:
¡Pues qué! ¿No
son galileos todos esos
hombres que están hablando?
¿Cómo, pues, los oímos, cada
uno, en nuestra propia
lengua en que nacimos?
Partos y medos, elamitas y
los que habitan en
Mesopotamia, Judea,
Capadocia, Punto y Asia,
Frigia, Panfília, Egipto y
partes de Libia, junto a
Cirene, y forasteros
romanos, tanto judíos como
prosélitos, cretenses y
árabes, todos nosotros hemos
oído en nuestras lenguas
hablar de las grandezas de
Dios. (Actos, 2:1 a
2:13.)
4. En un momento de rara
lucidez, Pedro comprendió el
significado de aquellos
hechos. ¿Qué dijo él,
entonces, a los compañeros
allí reunidos?
Mientras todos se
maravillaban y estaban
parados, diciendo unos para
los otros: ¿Qué quiere esto
decir? Y otros, mofándose,
decían: Están llenos de
mosto, Pedro, poniéndose en
pie con los once, levantó su
voz, y les dijo: Hombres
judíos, y todos los que
habitáis en Jerusalén, os
sea
esto notorio, y escuchad mis
palabras. Estos hombres no
están embriagados, como
vosotros pensáis, siendo la
tercera hora del día. Pero
esto es lo que fue dicho por
el profeta Joel: Y los
últimos días ocurrirá, dice
Dios, que de mi Espíritu
derramaré sobre toda la
carne, y vuestros hijos e
hijas
profetizaran, vuestros
jóvenes tendrán visiones y
vuestros viejos tendrán
sueños; y también de mi
Espíritu derramaré sobre mis
siervos y mis siervas
aquellos días, y ellos
profetizarán. Y haré
aparecer prodigios arriba,
en el cielo, y debajo en la
tierra. (Actos, 2:14 a
2:36.)
5. Un cojo de nacimiento fue
curado por Pedro a la puerta
del templo. ¿Cómo lo curó
Pedro?
¿Quién estaba con él?
¿Qué consecuencias tuvo ese
episodio?
La cura ocurrió así: El cojo
pidió que le dieran una
limosna. Pedro, que andaba
con Juan, le dijo: Mira para
nosotros. Y añadió: No tengo
plata ni oro; pero lo que
tengo eso te doy. En nombre
de Jesucristo, el Nazareno,
levántate y anda. Y,
tomándolo por la mano
derecha, lo levantó, e
inmediatamente sus pies y
articulaciones se afirmaron.
Y, saltando, él se puso en
pie, anduvo y entró con
ellos en el templo, andando,
saltando y loando a Dios,
delante de todo el pueblo,
que lo vio andar y loar a
Dios. Pegándose el cojo a
Pedro y Juan, todo el pueblo
corrió atónito para junto a
ellos, al alpendre llamado
Salomón. Cuando Pedro vio
esto, dijo al pueblo:
Hombres israelitas, ¿por qué
os maravilláis de esto? ¿Por
qué miráis tanto para
nosotros, como si por
nuestra propia virtud o
santidad hiciéramos andar a
este hombre? El Dios de
Abrahán, de Isaac y de
Jacob, el Dios de nuestros
padres,
glorificó a su hijo Jesús, a
quién vosotros entregasteis
y ante la cara de Pilatos
negasteis, habiendo él
determinado que fuera
soltado. Pero vosotros
negasteis al Santo y al
Justo, y pedisteis que se os
diese un hombre homicida. Y
matasteis al Príncipe de la
vida, al cual Dios resucitó
de entre los muertos, de lo
que nosotros somos testigos.
Poco después, estando él
hablando al pueblo,
sobrevinieron los
sacerdotes, con el capitán
del templo y los saduceos, y
lanzaron mano a ellos y los
detuvieron en la prisión
hasta el día siguiente, pues
ya era tarde. (Actos, 3:1
a 3:26; 4:1 a 4:23.)