Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco Kardeciano,
que focalizará las cinco
principales obras de la
Doctrina Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente publicadas
por Allan Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para debatir
A. Las
almas que deben unirse
¿están predestinadas a
esa unión desde su
origen? ¿Tiene cada uno
de nosotros, en algún
lugar del Universo, su
mitad, a la cual se
unirá algún día
inevitablemente?
B. ¿Puede
el Espíritu acordarse de
todo lo que hizo en la
existencia corporal, así
como de sus existencias
anteriores?
C. ¿Se
modifican las ideas de
los Espíritus en la vida
espiritual?
D. El día
de la conmemoración de
los difuntos ¿significa
algo especial para los
Espíritus? ¿Van ellos
también a los
cementerios ese día?
E. La
unión de un Espíritu con
determinado cuerpo ¿es
decidida antes o sólo en
el último momento?
Texto para la lectura
166. El
afecto que dos seres
mantuvieron en la Tierra
continúa en el mundo de
los Espíritus, si se
basa en una verdadera
simpatía. Los afectos
entre los Espíritus son
más sólidos y duraderos
que en la Tierra, porque
no están subordinadas al
capricho de los
intereses materiales y
del amor propio.
(L.E., 297)
167. La
igualdad de los grados
de elevación propicia la
afinidad necesaria para
la simpatía perfecta
entre los Espíritus.
(L.E., 302)
168. Los
Espíritus que hoy no son
simpáticos lo serán
algún día. Al
perfeccionarse, el
Espíritu que hoy se
encuentra en una esfera
inferior llegará a la
esfera donde se
encuentra el otro.
(L.E., 303)
169. Dos
Espíritus simpáticos
pueden dejar de serlo,
si uno de ellos es
perezoso.(L.E.,303-a)
170. Es
necesario rechazar la
idea de que dos
Espíritus creados el uno
para el otro, deben
reunirse inevitablemente
un día en la eternidad,
después de haber
permanecido separados
durante un espacio de
tiempo más o menos
largo. (L.E., 303-a,
comentario de Kardec)
171. El
Espíritu ve y comprende
mucho mejor que cuando
vivía en el cuerpo, la
finalidad de la vida
terrena. Entiende la
necesidad de purificarse
para llegar al infinito
y sabe que en cada
existencia se libera de
algunas impurezas.
(L.E., 306-b)
172. El
sentimiento que el
Espíritu experimenta al
mirar su cuerpo en
descomposición, es casi
siempre de indiferencia,
como por una cosa a la
que ya no da
importancia.
(L.E.,
309-a)
173. El
Espíritu se siente feliz
por ser recordado, pero
es el pensamiento el que
lo atrae hacia nosotros
y no los objetos que de
él conservamos. (L.E., 311)
174. Los
Espíritus conservan el
recuerdo de los
sufrimientos que
soportaron durante su
última existencia, y ese
recuerdo les hace
apreciar mejor la
felicidad que pueden
disfrutar como
Espíritus.
(L.E.,
312)
175. Sólo
los Espíritus inferiores
añoran los gozos que
perdieron al dejar la
Tierra. Para los
Espíritus elevados, la
felicidad eterna es mil
veces preferible a los
placeres efímeros del
planeta.
(L.E.,
313)
176.
Aquél que en la Tierra
inició grandes trabajos
con una finalidad útil,
y fueron interrumpidos
por la muerte, no
lamenta haberlos dejado
sin acabar porque ve que
otros están destinados a
concluirlos.
(L.E., 314)
177. Los
Espíritus juzgan bajo
otro punto de vista los
trabajos de arte y
literatura producidos
por ellos en la
existencia corporal y,
según su elevación, a
menudo censuran lo que
más admiraban.
(L.E., 315)
178. Para
los Espíritus elevados,
la patria es el
Universo. En la Tierra,
es aquella donde tienen
mayor número de personas
que les son simpáticas.
(L.E., 317)
179. Los
Espíritus de un orden
elevado, por lo general,
hacen en la Tierra
estadías de corta
duración. Los Espíritus
de un orden intermedio,
pasan con más frecuencia
por aquí, aunque
consideran las cosas
desde un punto de vista
más elevado que durante
la encarnación. Los
Espíritus vulgares son
en cierta manera los que
permanecen aquí, y
constituyen la masa de
la población del entorno
del Mundo Invisible.
Conservan, con poca
diferencia, las mismas
ideas, los mismos
gustos, y las mismas
tendencias que tenían
cuando encarnados; toman
parte en nuestras
reuniones, asuntos y
diversiones. Al no poder
satisfacer sus pasiones,
disfrutan con quienes se
entregan a ellas, y las
incitan en esas
personas. (L.E., 317,
comentarios de Kardec)
180. Las
ideas de los Espíritus
se modifican mucho en la
vida espiritual, a
medida que ellos se
desmaterializan. Poco a
poco, la influencia de
la materia disminuye, y
ven las cosas con más
claridad; es entonces
cuando buscan los medios
para mejorarse. (L.E.,
318)
181. El
asombro que el Espíritu
manifiesta al reingresar
al mundo espiritual es
efecto del primer
momento de la turbación
que sigue al despertar.
Más tarde, reconoce
perfectamente su estado,
a medida que recupera el
recuerdo del pasado y se
borra la impresión de la
vida terrestre. (L.E.,
319)
182.
Cuando el Espíritu llega
a cierto grado de
perfección, ya no tiene
la vanidad terrestre y
comprende la futilidad
de todas esas cosas. Es
de esa manera que ellos
ven los honores que les
tributan en la Tierra.
(L.E., 326)
183. El
Espíritu, con mucha
frecuencia, asiste a su
propio entierro; pero
algunas veces no se da
cuenta de lo que pasa,
si todavía se encuentra
en estado de turbación. (L.E.,
327)
184. Casi
siempre el Espíritu
asiste a las reuniones
de sus herederos. Es
entonces cuando ve
cuánto valían las
muestras de
consideración que le
hacían. (L.E., 328)
185. Los
Espíritus presienten la
época de su
reencarnación como el
ciego siente el fuego al
que se aproxima. Saben
que deben volver a tomar
un cuerpo, como sabemos
que debemos morir un
día, pero ignoran cuándo
sucederá. (L.E., 330)
186. Con
seguridad, la
reencarnación es una
necesidad de la vida
espírita, como la muerte
es una necesidad de la
vida corporal.
(L.E., 330-a)
187. Hay
Espíritus que no piensan
en su reencarnación, ni
la comprenden; esto
depende de la elevación
de cada uno. Para
algunos, la
incertidumbre en que se
encuentran en relación
al futuro es un castigo.
(L.E., 331)
188. El
Espíritu puede adelantar
el momento de la
reencarnación
solicitándolo, y puede
también retrasarlo si
retrocede ante la
prueba, porque entre los
Espíritus también
existen los indiferentes
y cobardes.
(L.E., 332)
189. El
Espíritu, aunque se
sintiese feliz en la
erraticidad, no puede
prolongar
indefinidamente este
estado. Tarde o
temprano, siente la
necesidad de progresar;
todos deben elevarse,
puesto que éste es el
destino de todos. (L.E.,
333)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. Las
almas que deben unirse
¿están predestinadas a
esa unión desde su
origen? ¿Tiene cada uno
de nosotros, en algún
lugar del Universo, su
mitad, a la cual se
unirá algún día
inevitablemente?
No. No
existe unión particular
y predestinada entre dos
almas. La unión que
existe es la de todos
los Espíritus pero en
grados diferentes, según
la categoría que ocupan,
es decir, según la
perfección que hayan
adquirido. Cuanto más
perfectos son, más
unidos están. La
expresión mitades
eternas es inexacta.
Si un Espíritu fuese la
mitad de otro, separados
los dos, estarían ambos
incompletos.
(El Libro
de los Espíritus,
preguntas 297, 298, 299,
300 y 301.)
B. ¿Puede
el Espíritu acordarse de
todo lo que hizo en la
existencia corporal, así
como de sus existencias
anteriores?
Sí.
Habiendo vivido muchas
veces en la Tierra,
recuerda lo que fue como
hombre y muchas veces se
ríe con pena de sí
mismo. Pero este
recuerdo del pasado le
viene poco a poco, cual
imagen que surge
gradualmente de la
bruma, a medida que fija
su atención en él. El
Espíritu se acuerda de
las cosas según las
consecuencias que de
ellas resultan para su
estado como Espíritu
errante. Con respecto a
las existencias
anteriores, todo su
pasado transcurre ante
su vista, como a un
viajero los trechos del
camino que recorrió.
Pero no se acuerda, de
ninguna manera, de todos
sus actos. Los recuerda
conforme a la influencia
que tuvieron en la
creación de su estado
actual.
(Obra
citada, preguntas
304, 305,
306, 307 y 308.)
C. ¿Se
modifican las ideas de
los Espíritus en la vida
espiritual?
Sí.
Sufren grandes
modificaciones, a medida
que el Espíritu se
desmaterializa. Algunas
veces, puede permanecer
largo tiempo imbuido en
las ideas de la Tierra;
pero poco a poco la
influencia de la materia
disminuye y ve las cosas
con más claridad. Es
entonces cuando busca
los medios para
mejorarse.
(Obra citada, preguntas
317 a 319.)
D. El día
de la conmemoración de
los difuntos ¿significa
algo especial para los
Espíritus? ¿Van ellos
también a los
cementerios ese día?
Los
Espíritus acuden al
llamado de los que les
dirigen sus pensamientos
desde la Tierra, tanto
ese día como en otro día
cualquiera. En ese día,
en mayor número, se
reúnen en los
camposantos, porque
también es mayor el
número de personas que
los llaman con el
pensamiento en tales
lugares. Pero cada
Espíritu va allá sólo
por sus amigos y no por
la multitud de los
indiferentes.
(Obra
citada, preguntas 320,
321, 322 e 323.)
E. La
unión de un Espíritu con
determinado cuerpo ¿es
decidida antes o sólo en
el último momento?
El
Espíritu reencarnante es
siempre designado de
antemano. Habiendo
escogido la prueba a la
que quiere someterse,
pide reencarnar. Como
resultado de esta
elección, puede también
escoger el cuerpo que
tendrá, por cuanto las
imperfecciones que éste
presente serán pruebas
para el Espíritu, que le
ayudarán en su progreso
si vence los obstáculos
que le opongan. Sin
embrago, no siempre le
es permitida esta
elección.
(Obra
citada, preguntas 334,
335, 336, 337 e 338.)
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