Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco Kardeciano,
que focalizará las cinco
principales obras de la
Doctrina Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente publicadas
por Allan Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Por
qué existen las guerras?
B. ¿Cómo
se explica que en las
civilizaciones más
adelantadas aún se
encuentren, en algunos
casos, criaturas tan
crueles como los
salvajes?
C. ¿Cuál
es la posición espírita
acerca de la pena de
muerte?
D. Al
aseverar: Quien a
espada mata, a espada
morirá, ¿no habría
consagrado Jesús la ley
del talión? La muerte
impuesta al asesino ¿no
constituiría, de esta
manera, una aplicación
de ese principio?
E. ¿Son
los lazos de familia una
ley de la naturaleza?
Texto para la lectura
426. La
esclavitud temporal, que
muchas veces resulta de
la guerra, tiene el
objetivo de abatir a los
pueblos, para hacerlos
progresar moralmente más
rápido.
(L.E.,
744-a)
427.
Aquél que suscita la
guerra en beneficio
propio es el gran
culpable, y necesitará
muchas existencias para
expiar todos los
crímenes de los haya
sido causante, porque
responderá por todos los
hombres cuya muerte
hubiera ocasionado para
satisfacer su ambición.
(L.E.,
745)
428. El
asesinato es un gran
crimen a los ojos de
Dios, pues aquél que
quita la vida a su
semejante corta el hilo
de una existencia de
expiación o de misión.
(L.E.,
746 y 750)
429. El
grado de culpabilidad en
los casos de asesinato
puede variar mucho,
porque Dios es justo y
juzga más por la
intención que por el
hecho.
(L.E., 747)
430. Sólo
la necesidad puede
excusar un crimen en
legítima defensa. Pero
si la persona agredida
puede preservar su vida
sin atentar contra la de
su agresor, debe
hacerlo. (L.E., 748)
431. El
hombre no tiene la culpa
de los asesinatos que
comete durante la
guerra, cuando está
obligado por la fuerza;
pero es culpable de las
crueldades que cometa, y
también le será tomado
en cuenta el sentimiento
de humanidad con que
proceda.
(L.E.,
749)
432. El
desarrollo intelectual
no implica la necesidad
del bien. Un Espíritu
superior en inteligencia
puede ser malo. Eso le
sucede a aquél que ha
vivido mucho sin
mejorarse: Él lo sabe.
(L.E., 751)
433.
Cuando se une el
sentimiento de crueldad
al instinto de
destrucción, siempre es
resultado de una
naturaleza mala. Si la
destrucción a veces
constituye una
necesidad, jamás lo será
con crueldad. (L.E.,
752)
434. La
crueldad dominante en
los pueblos primitivos
se explica así: en
ellos, la materia
prevalece sobre el
Espíritu. Se entregan a
los instintos del
salvaje, y como no
experimentan otras
necesidades que las de
la vida del cuerpo, sólo
piensan en su
conservación; es esto lo
que, en general, los
vuelve crueles. Además
de eso, los pueblos de
desarrollo imperfecto se
mantienen bajo el
dominio de Espíritus
imperfectos que les son
simpáticos, hasta que
pueblos más adelantados
destruyan o debiliten
esa influencia. (L.E.,
753 y 754)
436.
Espíritus de un orden
inferior y muy atrasados
pueden encarnar entre
hombres adelantados con
la esperanza de
progresar también. Pero
si la prueba es
demasiado pesada,
predomina en ellos la
naturaleza primitiva. Es
así como se explica el
hecho de encontrar en el
seno de la más
adelantada civilización
a seres a veces tan
crueles como los
salvajes.
(L.E.,
755)
436. La
Humanidad progresa. Esos
hombres dominados por el
instinto del mal y que
están desubicados entre
personas de bien
desaparecerán
gradualmente, como el
mal grano se separa del
bueno cuando es cernido.
L.E., 756)
437. El
duelo es un asesinato y
una costumbre absurda,
digna de los bárbaros, y
cuando la persona sabe
que sucumbirá en él, es
un suicidio. El llamado
pundonor que es invocado
en los duelos, significa
al mismo tiempo orgullo
y vanidad, dos llagas de
la Humanidad.
(L.E.,
757 a 759)
438. Hay
más grandeza y verdadero
honor en confesarse
culpable si cometió
alguna falta, o en
perdonar si se tiene la
razón y, en todos los
casos, en despreciar los
insultos que no lo
pueden afectar. (L.E.,
759, comentario de
Kardec)
439. La
pena de muerte
desaparecerá algún día
de la legislación humana
y su supresión señalará
un progreso de la
Humanidad. Cuando los
hombres estén más
esclarecidos, la pena de
muerte será abolida en
la Tierra. Pero esa
época está todavía muy
distante.
(L.E.,
760 y 763)
440.
Imponer la muerte en
nombre de Dios equivale
a tomar el lugar de Dios
en la administración de
la justicia. Los que
proceden así, demuestran
cuán lejos están de
comprender a Dios y lo
mucho que tienen que
expiar aún. (L.E., 765)
441. La
vida social está en la
Naturaleza. Dios hizo al
hombre para vivir en
sociedad. El asilamiento
absoluto es contrario a
esa ley, porque todos
deben concurrir al
progreso ayudándose
mutuamente. (L.E., 766 y
767)
442. El
hombre debe progresar.
Aislado, no puede
hacerlo. Le falta el
contacto con los demás
hombres. En el
aislamiento se embrutece
y se marchita.
(L.E., 768 a 770)
443.
Hacer mayor suma de bien
que de mal, constituye
la mejor expiación. Los
que huyen del mundo para
consagrarse a la tarea
de socorrer a los
desdichados se elevan,
pues tienen el doble
mérito de colocarse por
encima de los goces
materiales y de hacer el
bien, obedeciendo la ley
del trabajo. (L.E.,
770-a y 771)
444. El
silencio es útil, pues
en el silencio pones en
práctica el
recogimiento, tu
Espíritu se vuelve más
libre y puedes entrar en
comunicación con los
Espíritus. Pero el
voto de silencio es
una tontería. (L.E.,
772)
445.
Entre los animales, los
padres y los hijos dejan
de reconocerse a partir
de determinado momento,
porque los animales
viven la vida material y
no la vida moral. La
ternura de las madres
por los hijos, entre los
animales, tiene por
principio el instinto de
conservación de los
seres que dio a luz.
Luego que ellos pueden
cuidar de sí mismos, la
tarea de la madre está
concluida; por eso los
abandona para ocuparse
de los que recién nacen.
Pero ocurre de modo
diferente entre los
seres humanos. (L.E.,
773 y 774)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Por
qué existen las guerras?
La guerra
es el resultado directo
del predominio de la
naturaleza animal sobre
la naturaleza espiritual
y del desborde de las
pasiones. En el estado
de barbarie, los pueblos
sólo conocen el derecho
del más fuerte. En la
medida que el hombre
progresa, la guerra se
vuelve menos frecuente,
porque él evita sus
causas. La guerra
desaparecerá de la faz
de la Tierra cuando los
hombres comprendan la
justicia y practiquen la
ley de Dios. Entonces,
todos los pueblos serán
hermanos.
(El Libro
de los Espíritus,
preguntas742 a 745.)
B. ¿Cómo
se explica que en las
civilizaciones más
adelantadas aún se
encuentren, en algunos
casos, criaturas tan
crueles como los
salvajes?
Del mismo
modo que en un árbol
cargado de frutos buenos
se encuentran verdaderos
engendros. Esas
criaturas son salvajes
que de la civilización
sólo tienen lo exterior,
lobos extraviados en
medio de corderos.
Espíritus de un orden
inferior y muy atrasados
pueden encarnar entre
hombres adelantados, con
la esperanza de
progresar también. Pero
si la prueba que
enfrentan es demasiado
pesada, predomina en
ellos la naturaleza
primitiva.
(Obra
citada, preguntas 753 a
756.)
C. ¿Cuál
es la posición espírita
acerca de la pena de
muerte?
La pena
de muerte es una
equivocación que algún
día desaparecerá y su
supresión señalará un
progreso para la
Humanidad. Cuando los
hombres estén más
esclarecidos, será
completamente abolida en
la Tierra.
(Obra citada, preguntas
760 a 765)
D. Al
aseverar: Quien a
espada mata, a espada
morirá, ¿no habría
consagrado Jesús la ley
del talión? La muerte
impuesta al asesino ¿no
constituiría, de esta
manera, una aplicación
de ese principio?
Es
necesario tener cuidado
con tales ideas, dicen
los inmortales. Mucho
nos engañamos acerca de
esas palabras, como
respecto a otras. La ley
del talión es la
justicia de Dios. Es
Dios quien la aplica.
Todos nosotros sufrimos
esa pena a cada
instante, puesto que
somos castigados en
aquello que pecamos en
esta existencia o en
otra. Aquél que fue
causa del sufrimiento de
sus semejantes se
encontrará en una
situación en que sufrirá
lo que haya hecho
sufrir. Este es el
sentido de las palabras
de Jesús. En cuanto a la
pena de muerte, se trata
de un crimen que se
aplica en nombre de
Dios. Los que la imponen
sobrecargan su
responsabilidad por
otros tantos asesinatos.
(Obra citada, pregunta
764)
E. ¿Son
los lazos de familia una
ley de la naturaleza?
Sí. Hay
en el hombre algo más
que las necesidades
físicas: hay la
necesidad de progresar.
Los lazos sociales son
necesarios al progreso y
los de la familia hacen
más estrechos a los
primeros; he ahí por qué
constituyen una ley de
la Naturaleza. El
resultado de la
relajación de los lazos
de familia sería un
recrudecimiento del
egoísmo. (Obra
citada, pregunta
774 y
775.) |