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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 237 – 27 de Noviembre de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 29)
 

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Por qué existen las guerras?

B. ¿Cómo se explica que en las civilizaciones más adelantadas aún se encuentren, en algunos casos, criaturas tan crueles como los salvajes?

C. ¿Cuál es la posición espírita acerca de la pena de muerte?

D. Al aseverar: Quien a espada mata, a espada morirá, ¿no habría consagrado Jesús la ley del talión? La muerte impuesta al asesino ¿no constituiría, de esta manera, una aplicación de ese principio?

E. ¿Son los lazos de familia una ley de la naturaleza?

Texto para la lectura

426. La esclavitud temporal, que muchas veces resulta de la guerra, tiene el objetivo de abatir a los pueblos, para hacerlos progresar moralmente más rápido. (L.E., 744-a)

427. Aquél que suscita la guerra en beneficio propio es el gran culpable, y necesitará muchas existencias para expiar todos los crímenes de los haya sido causante, porque responderá por todos los hombres cuya muerte hubiera ocasionado para satisfacer su ambición. (L.E., 745)

428. El asesinato es un gran crimen a los ojos de Dios, pues aquél que quita la vida a su semejante corta el hilo de una existencia de expiación o de misión. (L.E., 746 y 750)

429. El grado de culpabilidad en los casos de asesinato puede variar mucho, porque Dios es justo y juzga más por la intención que por el hecho. (L.E., 747)

430. Sólo la necesidad puede excusar un crimen en legítima defensa. Pero si la persona agredida puede preservar su vida sin atentar contra la de su agresor, debe hacerlo. (L.E., 748)

431. El hombre no tiene la culpa de los asesinatos que comete durante la guerra, cuando está obligado por la fuerza; pero es culpable de las crueldades que cometa, y también le será tomado en cuenta el sentimiento de humanidad con que proceda. (L.E., 749)

432. El desarrollo intelectual no implica la necesidad del bien. Un Espíritu superior en inteligencia puede ser malo. Eso le sucede a aquél que ha vivido mucho sin mejorarse: Él lo sabe. (L.E., 751)

433. Cuando se une el sentimiento de crueldad al instinto de destrucción, siempre es resultado de una naturaleza mala. Si la destrucción a veces constituye una necesidad, jamás lo será con crueldad. (L.E., 752)

434. La crueldad dominante en los pueblos primitivos se explica así: en ellos, la materia prevalece sobre el Espíritu. Se entregan a los instintos del salvaje, y como no experimentan otras necesidades que las de la vida del cuerpo, sólo piensan en su conservación; es esto lo que, en general, los vuelve crueles. Además de eso, los pueblos de desarrollo imperfecto se mantienen bajo el dominio de Espíritus imperfectos que les son simpáticos, hasta que pueblos más adelantados destruyan o debiliten esa influencia. (L.E., 753 y 754)

436. Espíritus de un orden inferior y muy atrasados pueden encarnar entre hombres adelantados con la esperanza de progresar también. Pero si la prueba es demasiado pesada, predomina en ellos la naturaleza primitiva. Es así como se explica el hecho de encontrar en el seno de la más adelantada civilización a seres a veces tan crueles como los salvajes. (L.E., 755)

436. La Humanidad progresa. Esos hombres dominados por el instinto del mal y que están desubicados entre personas de bien desaparecerán gradualmente, como el mal grano se separa del bueno cuando es cernido. L.E., 756)

437. El duelo es un asesinato y una costumbre absurda, digna de los bárbaros, y cuando la persona sabe que sucumbirá en él, es un suicidio. El llamado pundonor que es invocado en los duelos, significa al mismo tiempo orgullo y vanidad, dos llagas de la Humanidad. (L.E., 757 a 759)

438. Hay más grandeza y verdadero honor en confesarse culpable si cometió alguna falta,  o en perdonar si se tiene la razón y, en todos los casos, en despreciar los insultos que no lo pueden afectar. (L.E., 759, comentario de Kardec)

439. La pena de muerte desaparecerá algún día de la legislación humana y su supresión señalará un progreso de la Humanidad. Cuando los hombres estén más esclarecidos, la pena de muerte será abolida en la Tierra. Pero esa época está todavía muy distante. (L.E., 760 y 763)

440. Imponer la muerte en nombre de Dios equivale a tomar el lugar de Dios en la administración de la justicia. Los que proceden así, demuestran cuán lejos están de comprender a Dios y lo mucho que tienen que expiar aún. (L.E., 765)

441. La vida social está en la Naturaleza. Dios hizo al hombre para vivir en sociedad. El asilamiento absoluto es contrario a esa ley, porque todos deben concurrir al progreso ayudándose mutuamente. (L.E., 766 y 767)

442. El hombre debe progresar. Aislado, no puede hacerlo. Le falta el contacto con los demás hombres. En el aislamiento se embrutece y se marchita.  (L.E., 768 a 770)

443. Hacer mayor suma de bien que de mal, constituye la mejor expiación. Los que huyen del mundo para consagrarse a la tarea de socorrer a los desdichados se elevan, pues tienen el doble mérito de colocarse por encima de los goces materiales y de hacer el bien, obedeciendo la ley del trabajo. (L.E., 770-a y 771)

444. El silencio es útil, pues en el silencio pones en práctica el recogimiento, tu Espíritu se vuelve más libre y puedes entrar en comunicación con los Espíritus. Pero el voto de silencio es una tontería. (L.E., 772)

445. Entre los animales, los padres y los hijos dejan de reconocerse a partir de determinado momento, porque los animales viven la vida material y no la vida moral. La ternura de las madres por los hijos, entre los animales, tiene por principio el instinto de conservación de los seres que dio a luz. Luego que ellos pueden cuidar de sí mismos, la tarea de la madre está concluida; por eso los abandona para ocuparse de los que recién nacen. Pero ocurre de modo diferente entre los seres humanos. (L.E., 773 y 774)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Por qué existen las guerras?

La guerra es el resultado directo del predominio de la naturaleza animal sobre la naturaleza espiritual y del desborde de las pasiones. En el estado de barbarie, los pueblos sólo conocen el derecho del más fuerte. En la medida que el hombre progresa, la guerra se vuelve menos frecuente, porque él evita sus causas. La guerra desaparecerá de la faz de la Tierra cuando los hombres comprendan la justicia y practiquen la ley de Dios. Entonces, todos los pueblos serán hermanos. (El Libro de los Espíritus, preguntas742 a 745.)

B. ¿Cómo se explica que en las civilizaciones más adelantadas aún se encuentren, en algunos casos, criaturas tan crueles como los salvajes?

Del mismo modo que en un árbol cargado de frutos buenos se encuentran verdaderos engendros. Esas criaturas son salvajes que de la civilización sólo tienen lo exterior, lobos extraviados en medio de corderos. Espíritus de un orden inferior y muy atrasados pueden encarnar entre hombres adelantados, con la esperanza de progresar también. Pero si la prueba que enfrentan es demasiado pesada, predomina en ellos la naturaleza primitiva. (Obra citada, preguntas 753 a 756.)

C. ¿Cuál es la posición espírita acerca de la pena de muerte?

La pena de muerte es una equivocación que algún día desaparecerá y su supresión señalará un progreso para la Humanidad. Cuando los hombres estén más esclarecidos, será completamente abolida en la Tierra. (Obra citada, preguntas 760 a 765)

D. Al aseverar: Quien a espada mata, a espada morirá, ¿no habría consagrado Jesús la ley del talión? La muerte impuesta al asesino ¿no constituiría, de esta manera, una aplicación de ese principio?

Es necesario tener cuidado con tales ideas, dicen los inmortales. Mucho nos engañamos acerca de esas palabras, como respecto a otras. La ley del talión es la justicia de Dios. Es Dios quien la aplica. Todos nosotros sufrimos esa pena a cada instante, puesto que somos castigados en aquello que pecamos en esta existencia o en otra. Aquél que fue causa del sufrimiento de sus semejantes se encontrará en una situación en que sufrirá lo que haya hecho sufrir. Este es el sentido de las palabras de Jesús. En cuanto a la pena de muerte, se trata de un crimen que se aplica en nombre de Dios. Los que la imponen sobrecargan su responsabilidad por otros tantos asesinatos. (Obra citada, pregunta 764)

E. ¿Son los lazos de familia una ley de la naturaleza?

Sí. Hay en el hombre algo más que las necesidades físicas: hay la necesidad de progresar. Los lazos sociales son necesarios al progreso y los de la familia hacen más estrechos a los primeros; he ahí por qué constituyen una ley de la Naturaleza. El resultado de la relajación de los lazos de familia sería un recrudecimiento del egoísmo. (Obra citada, pregunta 774 y 775.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita