Objetivos del
Año Nuevo
Es común,
siempre que se
inicia un nuevo
año, hacerse un
balance de lo
que ocurrió en
el periodo
recién terminado
y de los
objetivos a
conquistar en
los doce meses
siguientes.
Hay los que, en
ocasiones como
esa, se prenden
más a los
objetivos
materiales de la
existencia,
siendo de número
reducido
aquellos que –
al lado de esas
preocupaciones
- cuidan también
de los aspectos
metafísicos o
espirituales de
la experiencia
humana.
En tales
momentos es
importante
acordarnos de
las finalidades
de nuestra
presencia en el
mundo. El motivo
es simple: si no
llevamos en
consideración
¿el por qué de
nuestro pasaje
por la Tierra,
como establecer
las metas que
serán atingidas?
Ya fue dicho
aquí, por más de
una vez, que
nuestro pasaje
por la
experiencia de
la reencarnación
tiene como
finalidad, en
última
instancia, el
progreso. No
solamente el
progreso
individual, pero
el mejoramiento
colectivo, en lo
cual estamos
inseridos.
El asunto es
enfocado en la
cuestión 132
d´El Libro de
los Espíritus,
en que Allan
Kardec indagó:
¿Cuál el
objetivo de la
encarnación de
los Espíritus”?.
Los inmortales
contestaron:
“Dios les impone
la encarnación
con el fin de
hacerlos llegar
a la perfección.
Para unos, es
expiación; para
otros, misión.
Pero, para
alcanzaren esa
perfección,
tienen que
sufrir todas las
vicisitudes de
la existencia
corporal: en eso
es que está la
expiación. Busca
aún otro fin la
encarnación: lo
de poner el
Espíritu en
condiciones de
soportar la
parte que le
toca en la obra
de la creación.
Para ejecutarla
es que, en cada
mundo, utiliza
el Espíritu un
instrumento, de
armonía con la
materia esencial
de ese mundo, a
fin de ahí
cumplir, de
aquel punto de
vista, los
órdenes de Dios.
Es así que,
concurriendo
para la obra
general, él
propio se
adelanta.
Terminada una
experiencia
reencarnatoria,
se hace
necesaria la
evaluación,
señalándose,
entonces, los
huecos a
rellenar, los
vicios a
combatir, el
trabajo a
realizar en la
experiencia
siguiente.
Abel Gomes, en
mensaje
psicografado por
el médium
Francisco
Cândido Xavier,
alude al hecho,
como el lector
puede conferir
en el libro
Hablando a la
Tierra,
págs. 34 y
siguientes.
“En la
existencia del
cuerpo,
empezamos o
reempezamos
determinada
tarea. Mucho más
allá de la
tumba,
continuamos la
buena obra
encetada o somos
esclavos del
malo que
practicamos en
la Tierra”, he
aquí uno de los
trechos del
mensaje.
“Gran parte de
semejantes
restantes de la
lucha humana –
informa Abel
Gomes –
estacionan en
los propios
hogares en que
desencarnaron,
atados a las
lágrimas, a los
desvaríos o a
los pensamientos
de amargura e
indignación, de
tristeza o
indisciplina de
aquellos que les
compartieron las
experiencias, y
se nutren, como
vampiros
naturales, en el
organismo
domestico.”
Según Abel
Gomes, los
deberes
cumplidos en el
seno domestico
significan
ingreso en el
apostolado por
la redención
humana. “Los
pocos hombres y
mujeres que se
ausentan del
mundo,
conservando una
consciencia
tranquila para
con los
parientes y
encariñados,
penetran, de
inmediato, en
misiones más
amplias en el
auxilio a la
Humanidad.”
Llamamos, sin
embargo, la
atención del
lector para
estas tres
importantes
informaciones
que Abel Gomes
insirió en el
citado mensaje:
-
Ni todos se
retiran de
la Tierra en
posición de
héroes.
-
La perfecta
sublimación
es obra de
los siglos
incesantes.
-
La pérdida
de los
minutos debe
ser
considerada
como siendo
la más
lamentable y
ruinosa de
todas.
Considerando las
advertencias
arriba, cuidemos
para que 2012 no
reedite los
equívocos de los
años anteriores,
pero que sea un
año provechoso
en que nuestra
caminata en el
rumbo de la
sublimación no
sufra percances
o desvíos por
nuestra propia
culpa.
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