Doctor Xavier y
el aborto
Fue en Marzo de
1858 que el tema
aborto apareció
por primera vez
en la Revista
Espirita, cuando
Kardec reprodujo
un diálogo
mantenido con
Dr. Xavier,
médico
recientemente
desencarnado,
cuyas palabras a
respecto del
aborto serían
aprovechadas por
el Codificador
en la redacción
de las
cuestiones 358 y
359 que integran
la segunda y
definitiva
edición d’ El
Libro de los
Espíritus,
publicada en
Marzo de 1860.
Sabemos desde
entonces que, en
la visión
espirita, el
abortamiento de
un niño debe ser
evitado, excepto
en el hipótesis
en que la
continuación de
la gestación
pueda ofrecer
riesgo a la vida
de la
embarazada.
El fundamento de
la restricción
espirita al
aborto se
encuentra en el
trecho adelante
colocado en
negrita,
constante de la
respuesta dada a
la cuestión 358:
“Una madre, o
quién quiere que
sea, cometerá
crimen siempre
que quitar la
vida a un niño
antes de su
nacimiento,
por eso que
impide un alma
de pasar por las
pruebas a que
serviría de
instrumento o
cuerpo que
estaba
formándose.”
Al interrumpir,
sin motivo
justo, la
gestación, quien
así actúa
“impide un alma
de pasar por las
pruebas” a
que,
evidentemente,
se sometió
cuando de la
elaboración de
su programación
reencarnatoria.
En la respuesta
dada a la
cuestión 360 del
mismo libro, el
respeto a la
continuidad del
embarazo se
acentúa de
manera
evidente.
Veamos ese
texto:
360. ¿Será
racional tenerse
para con un feto
las mismas
atenciones que
se dispensan al
cuerpo de un
niño que vivió
algún tiempo?
“Ved en todo eso
la voluntad y la
obra de Dios. No
tratéis, pues,
con desatención
las cosas que
debéis respetar.
¿Por qué no
respetar las
obras de la
Creación, que
han quedado
truncas,
algunas veces
por voluntad
mismo del
Creador?
Todo ocurre
según los
designios y
nadie es llamado
a juzgar.”
(Esta negrita es
nuestra)
La recomendación
contenida en el
texto trascrito
se aplica por
entero a las
situaciones en
que se considera
que el feto
pueda presentar
alguna
deficiencia,
como ocurre en
los casos de
anencefalia y
retraso mental.
Los años se
pasaron y muchas
informaciones
procedentes del
mundo espiritual
reforzaron la
idea que debemos
inicialmente al
Dr. Xavier. Así
es que en el
cap. 9 de la
parte tercera
del libro
Obsesión/Desobsesión,
editado en
1981 por la
Federación
Espirita
Brasileña, Suely
Caldas Schubert
comenta tres
comunicaciones
mediúnmicas
relacionadas con
el aborto y sus
consecuencias.
La primera es de
un médico que,
en cuanto
encarnado, se
dedicó a esa
práctica. Luego,
el abortamiento
– excepto cuando
realizado para
salvar la vida
de la embarazada
puesta en
peligro – es
considerado un
crimen a los
ojos de Dios y
nada hay que lo
justifique,
aunque la ley de
los hombres lo
autorice. El
médico
desencarnado, se
presentó, por lo
tanto,
extremamente
perturbado y se
decía perseguido
por varios
Espíritus.
Acusándose a sí
mismo de
criminal, estaba
aterrorizado con
sus actos. El
arrepentimiento
ya le había
llegado, pero él
demostraba mucho
miedo de sus
perseguidores,
entre los cuales
se contaban
algunas de las
víctimas de su
bisturí.
El segundo
comunicante era
una mujer que
había muerto
durante la
realización de
un aborto.
Atormentada por
el remordimiento
de esa acción,
nutría un odio
especial por el
médico que la
atendiera, a
quien ahora
perseguía,
deseosa de
venganza.
La tercera
entidad a
comunicarse era
también una
mujer que
cometiera un
aborto en su
última
existencia en la
Tierra. Siendo
pobre y luchando
con muchas
dificultades
para la
manutención de
los hijos, ella
se desorientó al
embarazarse y
buscó una forma
de abortar aquel
que sería el
sexto hijo.
Practicado el
crimen, el
arrepentimiento
le fue terrible
e inmediato,
pues jamás ella
se perdonó por
ese gesto y, de
esa manera,
sufrió
doblemente al
cargar por el
resto de sus
días el peso del
remordimiento.
Su existencia
fue larga y
difícil.
Enfrentó las
asperezas y
dificultades de
la vida y, al
fin de larga
molestia,
desencarnó.
El mundo
espiritual le
reservó, sin
embargo, una
sorpresa. Al
desencarnar, se
encontró con el
Espíritu del
hijo desechado y
grande fue su
conmoción al
averiguar que él
era un ente muy
querido de su
corazón,
compañero de
luchas del
pasado, que
renacería en su
hogar con la
finalidad
precipua de
ayudarla a
tornar menos
amargos sus
días.
Espíritu de
cierta elevación
moral, él hacía
mucho que le
había perdonado
la actitud
infeliz, pero
ella jamás se
conformó con el
acto practicado
y ahora, en el
mundo
espiritual,
tomara para sí
la tarea de
socorrer a las
personas
tendentes a
cometer el mismo
error, para
mostrarles que
el destino es
construcción
individual y que
el aborto, lejos
de ser solución
para las
dificultades de
la vida, será
siempre el
agravamiento de
nuestros males,
cuando no la
puerta que se
cierra para
nuestros mejores
amigos.
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