Guida era una niña que
le gustaba mucho de
ayudar a las personas.
No perdía ocasión de ser
útil. Poseía un corazón
generoso y a todos les
gustaba.
 |
Cierto día, ella supo
que su amigo, Miro
estaba enfermo y
quedaría muchos días sin
poder ir para la escuela.
Él andaba con sarampión,
enfermedad contagiosa, y
en virtud de eso tendría
que quedarse en la cama,
aislado.
Preocupada con el amigo,
Guida inmediatamente
pensó en una manera de
ayudarlo.
— ¿Qué puedo hacer por
él? No puedo visitarlo.
|
Ni llevarle
dulces y salados,
pues no sé lo
que puede comer.
|
Ella pensó bastante y al
día siguiente, despertó
con la respuesta a su
problema:
¡Ya sé! Voy a anotar, en
todas las materias, lo
que los profesores pasan
para los alumnos en la
clase y, después, en mi
casa, haré una copia
para Miro. Así, él podrá
estudiar, aún sin salir
de casa! ¿Que buena idea!...
Así, para tranquilizarlo,
Guida telefoneó para
saber cómo él lo estaba
pasando, y avisó a la
madre de él sobre lo que
estaba haciendo para
ayudar a Miro.
Agradecida, la madre
contó al hijo lo que su
compañera de clase se
proponía hacer para que
él pudiera continuar
estudiando, aún sin ir a
la escuela. Después
comentó:
— ¡Tu amiga Guida debe
ser una persona muy
especial, hijo mío!
Quedé conmovida con la
gentileza de ella.
— Ella es muy buena sí,
madre.
|
 |
Miro, sin embargo, que
no le gustaba mucho
estudiar, íntimamente
pensó: ¡Creí que iba a
quedarme sin ver libros
durante esos días!
Ahora, estoy obligado a
estudiar!
A partir del día
siguiente, a finales de
la tarde, Guida se
dirigía hasta la casa de
Miro y entregaba para la
madre de él todo el
material que había
copiado.
— ¡Gracias, Guida! Pero,
tú estás teniendo un
trabajo para copiar
todo, de modo a traer
para mi hijo!
La niña abrió una gran
sonrisa, respondiendo:
— No se preocupe, doña
Eunice. Finalmente,
estoy estudiando dos
veces y eso sólo podrá
ayudarme en las pruebas.
Cada día que Guida traía
sus textos, doña Eunice
aprovechaba para hablar
con ella, la invitaba
para tomar una merienda,
impresionada con su
constancia y
determinación.
Tras una semana, Miro
estaba mucho mejor y ya
pudo volver a las
clases.
Ese día, la niña volvió
molesta para casa.
Notando su tristeza, la
madre quiso saber lo que
había ocurrido, y Guida
contó:
— ¿Mamá, sabes como me
esforcé para ayudar a
Miro durante el periodo
que estaba enfermo, ¿no
es?
— ¡Claro, hija! Tú no
tenías tiempo para nada
más! ¡Pero mereció la
pena!
La niña pensó un poco y
dijo:
— No sé si mereció la
pena, mamá. ¿Crees que
Miro ni me lo
agradeció?...
La madre miró para la
hija, que andaba con
lágrimas prestas a
rodar, la abrazó con
inmenso cariño y
preguntó:
— ¿Por qué eso te
incomodó tanto, Guida?
— Esperaba por lo menos
un “muchas gracias” de
él, mamá.
— ¡Ah! Pero lo que tú
hiciste fue para recibir
una recompensa? — dijo
la madre.
— No, pero...
La señora miró firme
para la niña e indagó:
— Finalmente, ¿tú deseas
un agradecimento de Miro
o de Dios?
La chica abrió mucho los
ojos:
— ¡¿Como así, mamá?!...
— Mira, hija mía. Si
Miro te lo agradece, tú
ya recibiste lo que
deseabas. Si él no lo
agradecer, la recompensa
vendrá de Dios. ¿Qué
prefieres?
La niña pensó un poco,
después respondió
sorriente:
— ¡Prefiero la de Dios,
claro!
— Escogiste bien, hija
mía. Además de eso,
nunca sabemos el efecto
de ese gesto para Miro.
Más tarde, aunque sea de
aquí a muchos años, él
volverá a pensar en el
asunto, recordará todo
lo que ocurrió y
lamentará su ingratitud.
— Tienes razón, mamá.
Finalmente, lo que
realmente importa es que
adoré haber sido útil. Y
voy a continuar a hacer
lo que creo correcto,
aunque las personas no
lo reconozcan. ¡Es eso
que Jesus espera de
nosotros!
|
 |
La madrecita estuvo de
acuerdo, abrazando a la
hija con más amor,
agradecida a Dios por
haber podido socorrerla. |
MEIMEI
(Recebida por Célia X.
de Camargo, em
Rolândia-PR, em
17/6/2012.)
|