Continuamos con el
estudio metódico de
“El Libro de los
Médiums”, de Allan
Kardec, la segunda
de las obras que
componen el
Pentateuco
Kardeciano, cuya
primera edición fue
publicada en 1861.
Las respuestas a las
preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final
del texto.
Preguntas para
debatir
A.
¿Pueden los animales
ser médiums?
B.
¿Cuáles son las
principales
variedades en que se
dividen los médiums?
C.
¿Cómo son los
médiums imperfectos?
D.
¿Cómo son los buenos
médiums?
Texto para la
lectura
187.
Los buenos médiums
son los médiums
serios, modestos,
consagrados y
seguros. Los médiums
consagrados son los
que comprenden que
el verdadero médium
tiene una misión que
cumplir y debe,
cuando sea
necesario,
sacrificar sus
gustos, hábitos,
placeres, tiempo y
hasta sus intereses
materiales, en bien
de los demás. Los
médiums seguros son
los que además de la
facilidad de
ejecución, merecen
la mayor confianza
por su carácter y
por la naturaleza
elevada de los
Espíritus que los
asisten. Son, por
ello, los menos
expuestos a ser
engañados por los
Espíritus. (Ítem
197)
188.
Se puede obtener la
escritura con la
ayuda de canastas y
tablitas, o
directamente con la
mano, que es el
medio más fácil y el
más recomendable. El
proceso es simple.
Consiste únicamente
en que la persona
tome un lápiz y un
papel y se coloque
en la posición de
quien escribe, sin
cualquier otra
preparación. (Ítem
200)
189.
Se recomienda al
psicógrafo evitar
todo lo que pueda
molestar el
movimiento de la
mano. Incluso, es
preferible que ésta
no se apoye sobre el
papel. La punta del
lápiz debe acercarse
a éste lo suficiente
para trazar algo,
pero no tanto que
ofrezca resistencia.
Es indiferente que
se use pluma o
lápiz. (Ítems 201 y
202)
190.
El deseo de todo
aspirante a médium
es poder conversar
con los Espíritus de
las personas que le
son queridas. Pero
debe moderar su
impaciencia porque
la comunicación con
un Espíritu
determinado ofrece
muchas veces
dificultades
materiales que la
hacen imposible para
el principiante.
Para que un Espíritu
pueda comunicarse es
necesario que entre
él y el médium haya
relaciones
fluídicas, que no
siempre se
establecen de manera
instantánea. (Ítem
203)
191.
Así, antes de pensar
en obtener
comunicaciones de
tal o cual Espíritu,
es importante que
el aspirante lleve a
efecto el desarrollo
de su facultad, para
lo cual debe hacer
un llamado general y
dirigirse
principalmente a su
ángel de la guarda.
No hay para esto
ninguna fórmula
sacramental. La
evocación debe ser
hecha en nombre de
Dios, y la manera
más importante para
hacerla es con calma
y recogimiento,
sumada al deseo
ardiente y la firme
voluntad de
conseguir el
objetivo. (Ítems 203
y 204)
192.
La soledad, el
silencio y el
alejamiento de todo
lo que pueda causar
distracción
favorecen el
recogimiento. No
debe haber
impaciencia ni deseo
febril. Si la
primera tentativa no
diera resultado, se
puede renovar el
intento todos los
días, por diez o
quince minutos, como
máximo cada vez,
durante quince días,
un mes, dos meses y
hasta más si fuera
necesario. Kardec
dice haber conocido
médiums que sólo se
formaron después de
seis meses de
ejercicios, mientras
que otros
consiguieron
escribir fluidamente
desde la primera
vez. (Ítem 204)
193.
Para evitar
tentativas inútiles,
se puede consultar,
a través de otro
médium, a un
Espíritu serio y
adelantado, que
podrá esclarecer si
el aspirante posee
la facultad de
psicografía para
desarrollar. (Ítem
205)
194.
Un procedimiento que
con frecuencia da
buen resultado
consiste en emplear,
como auxiliar, a un
buen médium
escribiente,
flexible, ya
formado. Apoyando él
la mano, o los
dedos, sobre la mano
del que desea
escribir, es raro
que éste último no
lo haga
inmediatamente. Este
ejercicio es muy
útil cuando es
posible emplearlo,
puesto que, repetido
a menudo y
regularmente, ayuda
a vencer el
obstáculo material y
provoca el
desarrollo de la
facultad. Algunas
veces basta que el
médium ya formado
magnetice, con esa
intención, la mano y
el brazo de aquél
que quiere escribir.
(Ítem 206)
195.
Otro método que
también puede
contribuir
poderosamente al
desarrollo de la
facultad consiste en
reunir a cierto
número de personas,
todas animadas por
el mismo deseo y
unidas en la misma
intención. Hecho
esto, todas
simultáneamente,
guardando absoluto
silencio y en
religioso
recogimiento,
intentarán escribir,
evocando cada una a
su ángel de la
guarda o a cualquier
Espíritu simpático.
O, sino, una de
ellas podrá dirigir,
por todos los
presentes, una
evocación a los
buenos Espíritus en
general, que
descubrirán en los
asistentes el
instrumento que les
convenga. Este medio
debe ser empleado
sobre todo en los
grupos espíritas en
los que faltan
médiums, o que no
los tengan en número
suficiente. (Ítem
207)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A.
¿Pueden los animales
ser médiums?
No;
los fenómenos
mediúmnicos no
pueden producirse
sin el concurso
consciente o
inconsciente de los
médiums, y es sólo
entre los
encarnados,
Espíritus de
naturaleza idéntica
a los seres
invisibles, que
podemos encontrar a
los médiums.
(El Libro de los
Médiums, ítem 236.)
B.
¿Cuáles son las
principales
variedades en que se
dividen los médiums?
Las
principales
variedades son:
médiums de efectos
físicos; médiums
sensitivos o
impresionables; los
auditivos; los
parlantes; los
videntes; los
sonámbulos; los
curadores; los
pneumatógrafos; los
escribientes o
psicógrafos.
(Obra citada, ítem
159.)
C.
¿Cómo son los
médiums imperfectos?
Pueden ser
clasificados en
médiums obsesados,
fascinados,
subyugados,
frívolos,
indiferentes,
presuntuosos,
orgullosos,
susceptibles,
mercenarios,
ambiciosos, de mala
fe, egoístas y
envidiosos. El
orgullo y el
egoísmo, las dos
llagas de la
Humanidad, pueden
hacer que se pierdan
las facultades más
preciosas, a través
de la vanidad, la
envidia, el
resentimiento, la
especulación y todas
las imperfecciones
que ellas pueden
generar en la
criatura humana.
(Obra
citada, ítems 195 y
196.)
D.
¿Cómo son los buenos
médiums?
Pueden clasificarse
en médiums serios,
modestos,
consagrados y
seguros. Los médiums
serios se valen de
su facultad para el
bien y para las
cosas verdaderamente
útiles. Los médiums
modestos no se
atribuyen ningún
mérito por las
comunicaciones que
reciben y no se
consideran al abrigo
de las
mistificaciones;
lejos de huir de los
consejos acerca de
su facultad, los
solicitan. Los
médiums consagrados
comprenden que el
verdadero médium
tiene una misión que
cumplir y debe,
cuando sea
necesario,
sacrificar sus
gustos, hábitos,
placeres, su tiempo
y hasta sus
intereses
materiales, en bien
de los demás. Los
médiums seguros son
los que, además de
la facilidad de
ejecución, merecen
la mayor confianza
por su carácter y
por la naturaleza
elevada de los
Espíritus que los
asisten, y están
menos expuestos a
ser engañados.
(Obra
citada, ítem 197.)
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