Continuamos con el
estudio metódico de
“El Libro de los
Médiums”, de Allan
Kardec, la segunda
de las obras que
componen el
Pentateuco
Kardeciano, cuya
primera edición fue
publicada en 1861.
Las respuestas a las
preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final
del texto.
Preguntas para
debatir
A. Si
un médium posee
varias aptitudes
mediúmnicas, ¿cuál
debe cultivar?
B.
¿Qué precauciones
debe tomar un médium
para una buena
educación
mediúmnica?
C.
¿Qué es la
psicografía?
D.
¿Qué viene a ser la
psicografía
indirecta?
Texto para la
lectura
196.
Algunos sugieren
incluso una especie
de gimnasia que casi
disloca el brazo y
la cabeza del
candidato a médium;
sin embargo, no hay
ninguna prueba de su
eficiencia en el
desarrollo de la
mediumnidad, siendo
cierto sólo lo
siguiente: si no
existen rudimentos
de la facultad, nada
podrá producirlos,
ni siquiera la
electrización, que
ya fue empleada sin
éxito en tales
propósitos. (Ítem
208)
197.
En el médium
principiante, la fe
no es una condición
de rigor. Sin duda,
a la fe la secundan
los esfuerzos, pero
no es indispensable;
bastan la pureza de
intención, el deseo
y la buena voluntad.
(Ítem 209)
198.
El primer indicio de
una disposición para
escribir es una
especie de
estremecimiento en
el brazo y en la
mano. Poco a poco la
mano es arrastrada
por un impulso que
no logra dominar.
Muchas veces, sólo
traza rasgos sin
significado;
después, se dibujan
los caracteres cada
vez con más nitidez
y la escritura acaba
por adquirir la
rapidez de la
escritura corrida.
En todos los casos,
se debe dejar la
mano a su movimiento
natural y no ofrecer
resistencia, ni
impulsarla. Hay
personas que
escriben desde el
principio con
facilidad; otros
trazan rayas y hacen
verdaderos
ejercicios
caligráficos durante
mucho tiempo. Dicen
los Espíritus que es
para soltarles la
mano; pero puede ser
un Espíritu que se
divierte, o tratarse
de lo que Kardec
designa como
médium improductivo.
(Ítem 210)
199.
La escritura es
algunas veces
legible, las
palabras y las
letras bien
destacadas. Otras
veces sólo el médium
es capaz de
descifrarlas. Cuando
una palabra o una
frase es demasiado
ilegible, se pide al
Espíritu que
consienta
recomenzar, a lo que
Él generalmente
acepta de buena
voluntad. Cuando la
escritura es
habitualmente
ilegible, aún para
el médium, casi
siempre llega a
obtenerla más nítida
por medio de
ejercicios
frecuentes y lentos,
poniendo en ello una
fuerte voluntad y
rogando con fervor
al Espíritu que sea
más correcto. (Ítem
213)
200.
Todo lo que líneas
arriba se ha dicho,
se aplica a la
escritura mecánica.
Es la que todos los
médiums tratan de
alcanzar, pero el
mecanismo puro es
muy raro pues
frecuentemente la
intuición se
encuentra asociado a
él, más o menos. Al
tener conciencia de
lo que escribe, el
médium es
naturalmente llevado
a dudar de su
facultad, porque no
sabe si lo que sale
de su lápiz viene de
su propio Espíritu o
de otra persona.
Pero no tiene que
preocuparse con eso
en absoluto, sino
seguir. Si se
observa a sí mismo
con atención,
descubrirá
fácilmente en lo que
escribe una cantidad
de cosas que no
estaban en su mente
y que hasta son
contrarias a sus
ideas, prueba
evidente de que
tales cosas no
proceden de su
Espíritu. Continúe,
pues, y con la
experiencia se
disipará la duda.
(Ítem 214)
201.
Si al médium no le
fue concedido ser
exclusivamente
mecánico, todos los
intentos para llegar
a ese resultado
serán infructuosos.
Si sólo está dotado
de mediumnidad
intuitiva, se debe
contentar con ella,
pues le prestará
grandes servicios si
la sabe aprovechar.
Si después de
inútiles ensayos
efectuados
continuamente
durante algún
tiempo, no se
produce ningún
indicio de
movimiento
involuntario, el
médium no debe dudar
en escribir el
primer pensamiento
que le fuera
sugerido, sin
preocuparse si ese
pensamiento emana de
su Espíritu o de una
fuente diferente: la
experiencia le
enseñará a
distinguir. Es
frecuente además,
que suceda que el
movimiento mecánico
se desarrolle
posteriormente.
(Ítem 215)
202.
Cuando el médium
está formado, es un
gran error de su
parte creerse exento
de alguna
instrucción más,
porque sólo ha
vencido una
resistencia
material. Es allí
cuando empiezan las
verdaderas
dificultades y
necesita más que
nunca de los
consejos de la
prudencia y de
experiencia, si no
quiere caer en las
mil artimañas que le
prepararán. (Ítem
216)
203.
Una vez desarrollada
la facultad, es
esencial que el
médium no abuse de
ella, y recuerde que
le fue otorgada para
el bien y no para la
satisfacción de
vanas curiosidades.
Asimismo, conviene
que sólo la utilice
en las ocasiones
oportunas y no en
todo momento. Como
los Espíritus no
están a su
disposición a toda
hora, corre el
riesgo de ser
engañado por
mistificadores.
Bueno es que para
evitar ese mal,
adopte el sistema de
sólo trabajar en
días y horas
determinados, porque
así se entregará al
trabajo en
condiciones de mayor
recogimiento y los
Espíritus que lo
quieran ayudar, al
estar prevenidos, se
dispondrán mejor a
prestar esa ayuda.
(Ítem 217)
204.
Si a pesar de todas
las tentativas la
facultad mediúmnica
no se revelara de
modo alguno, el
aspirante deberá
renunciar a ser
médium, como
renuncia al canto
quien reconoce que
no tiene voz. Esto
no quiere decir que
estará privado de la
asistencia de los
Espíritus. La
mediumnidad
constituye un medio
para que los
Espíritus se
expresen, pero no un
medio exclusivo de
ser atraídos. Los
que nos tienen
afecto se encuentran
a nuestro lado,
seamos médiums o no,
y pueden ayudarnos
por medio de la
inspiración. (Ítem
218)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. Si
un médium posee
varias aptitudes
mediúmnicas, ¿cuál
debe cultivar?
Es
raro que la facultad
de un médium esté
rigurosamente
circunscrita a un
sólo género; el
médium puede, pues,
tener varias
aptitudes, pero hay
siempre una
predominante y es
ésta la que debe
esforzarse por
cultivar, si es
útil. Constituye un
grave error querer
forzar de cualquier
manera el desarrollo
de una facultad que
no se posee; es
necesario
desarrollar aquellas
de las cuales se
reconocen los
gérmenes hasta que,
haciéndose evidente
la facultad
predominante, deberá
el médium dedicarse
a ella de manera
especial. Al
limitarse a su
especialidad, el
médium puede
volverse un
excelente intérprete
y obtener cosas
grandes y hermosas,
mientras que
ocupándose de todo,
no obtendrá nada
bueno.
(El
Libro de los
médiums, ítem 198)
B.
¿Qué precauciones
debe tomar un médium
para una buena
educación
mediúmnica?
Es un
punto indiscutible:
sin las debidas
precauciones, se
puede perder el
fruto de las más
hermosas facultades.
La primera medida
consiste en que el
médium, con una fe
sincera, se coloque
bajo la protección
de Dios pidiéndole
la asistencia de su
ángel de la guarda.
Éste es siempre
bueno, mientras que
los Espíritus
familiares pueden
ser ligeros o
incluso malos. La
segunda precaución
es dedicarse a
reconocer, por todos
los indicios que da
la experiencia, la
naturaleza de los
primeros Espíritus
que se comunican y
de los cuales es
siempre prudente
desconfiar. Si estos
indicios fueran
sospechosos, es
necesario hacer un
llamado ferviente al
ángel de la guarda y
rechazar con todas
las fuerzas al
Espíritu malo,
probándole que no se
es su juguete, a fin
de desalentarlo. Es
indispensable el
estudio previo de la
teoría, si se quiere
evitar los
inconvenientes que
son inseparables de
la inexperiencia; al
respecto, el médium
debe examinar con
redoblada atención
los capítulos sobre
Obsesión e Identidad
de los Espíritus de
El Libro de los
Médiums. Además
del lenguaje,
podemos considerar
como pruebas
infalibles de la
inferioridad de los
Espíritus todos los
signos, figuras,
emblemas inútiles o
pueriles y toda la
escritura extraña,
irregular, deformada
a propósito, de
tamaño exagerado, o
que adopte formas
ridículas e
inusitadas. Una vez
desarrollada la
facultad, es
esencial que el
médium no abuse de
ella; así, es
necesario servirse
de ella sólo en los
momentos oportunos y
no a cada instante.
Al no estar los
buenos Espíritus
constantemente a sus
órdenes, el médium
corre el riesgo de
ser engañado por los
Espíritus
mistificadores. Se
debe por lo tanto,
establecer para ese
efecto, días y horas
determinadas, porque
entonces el médium
tendrá disposiciones
más concentradas y
los Espíritus que
quisieran acudir se
encontrarán
prevenidos.
(Obra citada, ítems
211 y 217.)
C.
¿Qué es la
psicografía?
Es el
nombre que se da a
la comunicación
espírita a través de
la escritura, que
puede ser directa o
indirectamente, pero
siempre con la
intervención de un
médium. De todos los
medios de
comunicación, la
escritura manual es
la más sencilla, la
más cómoda y sobre
todo la más
completa. Además, es
la facultad más
susceptible de ser
desarrollada
mediante el
ejercicio.
(Obra citada, ítems
152 a 156, y 178.)
D.
¿Qué viene a ser la
psicografía
indirecta?
Llamamos psicografía
indirecta a la
escritura así
obtenida, por
oposición a la
psicografía directa
o manual obtenida
por el mismo médium.
El fenómeno sucede
de la siguiente
manera: El Espíritu
extraño que se
comunica obra sobre
el médium; bajo esa
influencia, éste
dirige maquinalmente
el brazo y la mano
para escribir; la
mano obra sobre la
cestita y la cestita
sobre el lápiz. Así
pues, no es la
cestita la que se
vuelve inteligente;
ella es un
instrumento dirigido
por una inteligencia
y no es más, en
realidad, que un
portalápiz, un
apéndice de la mano,
un intermediario
entre la mano y el
lápiz. En este
proceso, el medio
más cómodo imaginado
por los hombres fue
la llamada
cestita de pico,
en la cual un lápiz
era fijado. Más
tarde, se suprimió
ese apéndice y el
médium pasó a
escribir tomando el
lápiz directamente
con la mano. Por ser
el medio más simple
y el más cómodo,
dado que no exige
ninguna preparación
material anterior,
la escritura manual
también llamada
involuntaria o
automática, es la
forma usual adoptada
por los médiums
psicógrafos de los
tiempos modernos.
(Obra
citada, ítems 154 y
157.)
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