Aquel día, Murilo no
tenía clase, estaba
lloviendo y no podía
salir de casa para jugar
allá fuera. El invierno
estaba llegando y hacía
frío. Entonces, él
andaba por la casa
preguntándose a sí mismo:
— ¿Qué voy a hacer hoy?
Era un día perezoso, de
esos que da ganas de no
hacer nada. Pero no para
Murilo, un chico
bastante activo.
Él entró en su cuarto,
pero nada encontró
interesante. Estaba
fastidiado con los
juegos y juguetes, que
eran sus viejos
conocidos. Todo estaba
en el mayor desorden,
sin embargo Murilo no se
interesó en arreglar
nada.
Fue para la sala y
conectó la televisión.
Nada vio de interesante,
sólo programas
vulgarales y dibujos
repetidos.
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Desconectó,
desanimado. |
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En ese momento, él vio
al gato de la familia,
que paseaba
despreocupado. Viendo al
animalto, Murilo se
interesó:
— ¡Felício! ¿Por dónde
andabas?
Y corrió para el lado
del bichinho, que,
conociendo al chico, se
escondió bajo un mueble.
Murilo se agachó y, con
dificultad, cogió al
gato, que miaba.
— Ah, ¿estabas
escondiéndote de mí?
¡Sólo quiero juguar un
poco contigo!
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Llevó al animalito para
el cuarto y, de repente,
pasando la mano por sus
pelos, tuvo una idea:
— Felício, tú estás muy
gordo y muy peludo. Voy
a dar un arreglo a eso.
El niño fue hasta el
armário, cogió una
tijera, mientras el gato
lo observaba, asustado.
Después, llegando cerca
del animalito, lo cogió
en brazos y
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se puso a cortarle los
lindos pelos.
El animal miaba,
intentando escapar. En
un descuido de Murilo,
él consiguió huir y se
escondió detrás del
armario, lugar en que el
niño no conseguía
cogerlo.
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Oyendo la madre llamar,
Murilo abrió la puerta y
salió corriendo. Era
hora del almuerzo.
Entonces, él se sentó,
comportándose. La madre,
que conocía al hijo,
preguntó:
— Hijo, tú andas con
cara de quien anduvo
“aparentando” de nuevo.
¿Qué es?
— ¡Nada, mamá! ¡No hice
nada!...
— Está bien. Entonces,
come.
Después de la comida,
Murilo se sentó en la
sala para ver la
televisión. De repente,
la madre vino de la
cozinha, con las manos
en la cintura.
— Murilo, ¿qué hiciste
con Felício?
— ¡Nada, madre! ¡Yo lo
juro!
Ella volvió con el gato
en los brazos,
mostrándolo al hijo:
— Entonces, ¿quién cortó
los pelos de él?
— ¡No fui yo, madre!...
Entonces, la señora
pidió que Murilo la
acompañara hasta el
cuarto de él. Allá, fue
fácil encontrar los
pelos caídos en el suelo
y la tijera que el niño
había usado para pelar
al gato. Muy enfadada,
ella lo recriminó:
— ¿Por qué hiciste eso
con el pobre animalito,
Murilo? ¡Ves cómo él
está, y justo ahora que
comenzó el frío! No
podemos dejarlo así,
hijo mío!
La madre arreglo una
manta vieja y la colocó
en la cesta de Felício,
que le gustó el
calorcito gustoso y se
quedó allí, enrollado.
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Después, la madre llamó
a Murilo y dijo: |
— Hijo mío, mentir es um
pésimo defecto. Además
de haber hecho mal a un
animalito, que depende
de nosotros y que debe
recibir nuestro cariño y
atención, aún mentiste.
Como la mentira tiene
las piernas cortar,
encontré en tu cuarto la
tijera y los pelos que
cortaste a Felício.
Ahora, los pelos de el
tardarán en crecer y el
pasará frío durante todo
el invierno. ¿Estás
contento?
— Mamá, yo no tenía la
intención de perjudicar
a Felício. ¡Como estaba
sin tener qué hacer,
tuve la idea de cortar
su pelo, que estaba muy
largo!
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— Hijo, cuando la gente
no tiene qué hacer, debe
buscar algo útil y bueno
para ocupar el tiempo,
no salir por ahí
haciendo cosas que
pueden perjudicar a los
otros. Coge tu caderno y
estudias, lee un libro,
barres el patio,
arreglas tu cuarto. Pero
no inventes cosas que
perjudiquen.
— Entendí eso ahora,
madre. ¿Pero, qué puedo
hacer por el Felício?
— Sólo cuidar de él,
dándole bastante cariño,
de modo que él pueda
volver a confiar en ti.
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¡Mañana llevaré a
Felício al veterinario
para hacer el corte e
igualar el pelo, que
está horrible! |
— Gracias, mamá. ¡Nunca
más voy a actuar sin
pensar, lo prometo!
Como si entendiera lo
que estaba ocurriendo,
Felício pasó por las
piernas de Murilo
haciéndole una caricia,
mostrando que no hubo
guardado rencor, que
continuaba estimándolo.
MEIMEI
(Recebida por Célia X.
de Camargo, em
Rolândia-PR, em
14/5/2012.)
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