Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A.
¿Debemos criticar el mal
cuando éste suceda en
nuestro medio?
B. ¿Cuál
es la mejor garantía
para saber si un
principio es la
expresión de la verdad?
C. ¿Cuál
es la misión de los
Espíritus?
D. ¿Cuál
es el objetivo de la
vida?
Texto para la lectura
394. Por
orden de Dios, los
Espíritus trabajan para
el progreso de todos,
sin excepción. Haced lo
mismo vosotros,
espíritas. No
atormentéis a nadie con
ninguna insistencia. La
persuasión no llegará a
los incrédulos sino por
vuestro desinterés, por
vuestra tolerancia y
vuestra caridad con
todos sin excepción.
Cuanto más modestos
seáis, tanto más
conseguiréis haceros
apreciar. (Cap. XXXI,
ítem VI, San Luis)
395. Os
hablaré de la firmeza
que debéis poseer en
vuestros trabajos
espíritas. Os aconsejo
que estudiéis de corazón
y que apliquéis a
vosotros mismos su
espíritu porque, como
San Pablo, seréis
perseguidos, no en carne
y hueso, sino en
espíritu. Nada temáis:
será una prueba que os
fortalecerá, si sabéis
entregarla a Dios, y más
tarde veréis vuestros
esfuerzos coronados por
el éxito. (Cap. XXXI,
ítem
VIII, Channing)
396.
Kardec insertó en el
ítem IX del capítulo
XXXI un mensaje que,
obtenido por uno de los
mejores médiums de la
Sociedad Espírita de
París, fue firmada por
Jesús, nombre que él
decidió conveniente no
reproducir. “De ninguna
manera dudamos que Él
pueda manifestarse
–explica Kardec-; pero
si los Espíritus
verdaderamente
superiores no lo hacen,
sino en circunstancias
excepcionales, la razón
nos impide creer que el
Espíritu puro por
excelencia responda al
llamado del primero que
se aparezca.” El mismo
mensaje aparecería más
tarde, con pequeños
cambios en el capítulo
VI, ítem 5, de El
Evangelio según el
Espiritismo, firmada por
El Espíritu de Verdad,
lo que llevó a mucha
gente a suponer que
Jesús y El Espíritu de
Verdad fuesen la misma
persona, pensamiento que
no es corroborado por
Kardec. En su libro
“Instrucciones Prácticas
sobre las
Manifestaciones
Espíritas”, capítulo II,
refiriéndose al nombre
alegórico de El Espíritu
de Verdad, el
Codificador escribió:
“yo supe después, por
otros Espíritus, que él
fue un distinguido
filósofo de la
antigüedad”. (Cap. XXXI,
ítem IX)
397.
Todos los hombres son
médiums, todos tienen un
Espíritu que les dirige
hacia el bien, cuando
saben escucharlo.
Escuchad esa voz
interior, ese buen genio
que os habla sin cesar,
y llegaréis
progresivamente a oír a
vuestro ángel de la
guarda, que desde lo
alto de los cielos os
tiende las manos.
Repito: la voz íntima
que habla al corazón es
la de los Espíritus
buenos y es desde este
punto de vista que todos
los hombres son médiums.
(Cap. XXXI, ítem X,
Channing)
398. El
Espíritu humano sigue su
marcha necesaria, imagen
de la gradación que
experimenta todo lo que
puebla el Universo
visible e invisible.
Todo progreso llega a su
hora: la de la elevación
moral ha sonado para la
Humanidad. (Cap. XXXI,
ítem
XI, Pedro Jouty)
399. Dios
me ha encargado
desempeñar una misión
con los creyentes a
quienes Él favorece con
el mediumnato. Cuantas
más gracias reciben
ellos del Altísimo, más
peligros corren y tanto
más grandes son esos
peligros, cuando se
originan en los favores
mismos que Dios les
concede. Las facultades
de que gozan los médiums
les atraen los elogios
de los hombres. Las
felicitaciones, las
adulaciones, he ahí el
escollo para ellos.
Rápido olvidan su
anterior incapacidad,
que deberían tener
siempre presente en el
recuerdo, y hacen más:
lo que sólo deben a
Dios, lo atribuyen a sus
propios méritos. ¿Qué
sucede entonces? Los
buenos Espíritus los
abandonan y ellos se
convierten en juguete de
los malos. Nunca me
cansaré de recomendaros
que os confiéis a
vuestro ángel de la
guarda, para que os
ayude a estar siempre en
guardia contra vuestro
más cruel enemigo, que
es el orgullo.
He
ahí vuestro principal
escollo. (Cap. XXXI,
ítem
XII, Juana de Arco)
400.
¡Médiums! Aprovechad esa
facultad que Dios ha
tenido a bien
concederos. Tened fe en
la mansedumbre de
nuestro Maestro; poned
siempre en práctica la
caridad; no os canséis
jamás de ejercitar esa
virtud sublime, así como
la tolerancia. Estén
siempre vuestras
acciones en armonía con
vuestra conciencia y
tendréis en ello un
medio seguro de
centuplicar vuestra
felicidad en esta vida
pasajera y de preparar
para vosotros mismos una
existencia mil veces aún
más apacible.
(Cap.
XXXI, ítem XIII, Pascal)
401.
Todos los médiums,
indudablemente, están
llamados a servir a la
causa del Espiritismo en
la medida de sus
facultades, pero muy
pocos son los que no se
dejan atrapar en las
artimañas del amor
propio. Las grandes
misiones sólo a los
hombres escogidos son
confiadas y Dios mismo
los coloca, sin que
ellos lo busquen, en el
medio y en la posición
en que puedan prestar
una ayuda eficaz. En la
esfera modesta y oscura
donde muchos se
encuentran ubicados, los
médiums pueden prestar
grandes servicios,
ayudando a la conversión
de los incrédulos,
prodigando el consuelo a
los afligidos. Si de
allí debieran salir,
serán conducidos por una
mano invisible que les
preparará los caminos, y
serán puestos en
evidencia, por así
decirlo, a pesar suyo.
(Cap. XXXI,
ítem
XV, El Espírito de
Verdad)
402. Se
han burlado de las mesas
giratorias, nunca se
burlarán de la
filosofía, de la
sabiduría y de la
caridad que brillan en
las comunicaciones
serias. Aquellas fueron
el vestíbulo de la
ciencia. Jamás será
demasiado incitaros a
que hagáis del vuestro,
un centro serio. Que en
otro lugar se hagan
demostraciones físicas,
que en otros lugares
se observe, que en otros
lugares se escuche: que
entre vosotros, se
comprenda y se ame.
(Cap. XXXI,
ítem
XVIII, San
Luis)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A.
¿Debemos criticar el mal
cuando éste suceda en
nuestro medio?
Sin duda
alguna, ése es un
derecho y además un
deber. Pero si la
intención del crítico es
realmente buena, debe
emitir su opinión con
decoro y benevolencia,
abiertamente y no a
escondidas. El hecho se
aplica a las reuniones,
cuando entran en el mal
camino. Si la opinión de
las personas sensatas y
bien intencionadas no es
secundada, ellas deben
retirarse, porque no se
concibe que quien no
tiene ninguna segunda
intención permanezca en
una sociedad donde se
hacen cosas que no le
convienen.
(El Libro
de los Médiums, ítem
337.)
B. ¿Cuál
es la mejor garantía
para saber si un
principio es la
expresión de la verdad?
La mejor
garantía de que un
principio es la
expresión de la verdad
es cuando éste es
enseñado y revelado por
diferentes Espíritus,
por médiums que no se
conozcan unos a otros y
en diferentes lugares, y
cuando además es
confirmado por la razón
y sancionado por la
adhesión del mayor
número. Sólo la verdad
puede poner raíces a una
doctrina; un sistema
erróneo bien puede
reclutar algunos
adherentes, pero como le
falta la primera
condición de la
vitalidad, sólo tiene
una existencia efímera;
he ahí por qué no hay
que inquietarse: él se
mata por sus propios
errores, y caerá
inevitablemente ante el
arma poderosa de la
lógica.
(Obra
citada, cap. XXXI,
ítem
XXVIII.)
C. ¿Cuál
es la misión de los
Espíritus?
La misión
de los Espíritus no es
resolver las cuestiones
de la ciencia, ni
ahorrar a los hombres el
trabajo de las
investigaciones, sino
hacerlos mejores, porque
es de ese modo que la
Humanidad adelantará
realmente. (Obra
citada, cap. XXXI, ítem
XVII.)
D. ¿Cuál
es el objetivo de la
vida?
Dios
quiere que los Espíritus
vuelvan hacia los
intereses del alma. El
perfeccionamiento moral
del hombre, he ahí el
fin y el objetivo de la
vida. El Espíritu humano
sigue una marcha
necesaria, imagen de la
gradación que
experimenta todo lo que
puebla el Universo
visible e invisible.
Todo progreso llega a su
hora: la de la elevación
moral ha llegado para la
Humanidad; ella no
tendrá su apogeo en los
días que vivimos, pero
asistimos a su aurora.
(Obra citada, cap. XXXI,
ítem XI.)
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