“Conoceréis la verdad y
la verdad os liberará.”
- Jesús
“¿Qué
mundo es este?”
En los días actuales, no
es raro, que oigamos tal
indagación referente a
las atrocidades sufridas
por nuestra sociedad.
Atrocidades que han sido
informadas,
acostumbradamente por
los medios, como también
las no informadas por
tal vía, más las que
tomamos conocimiento en
nuestro día a día.
Hechos que nos hacen
infelices, generados por
pequeños y grandes
disturbios emocionales
y/o psíquicos, asolando
la población. Entre
ellos, destacando el
estado colérico, por
tratarse del factor
responsable por
numerosas desgracias
cometidas entre las
familias y en el medio
social.
Con la cólera en acción
tenemos muertes en pleno
tráfico automovilístico,
en locales destinados al
ocio, y, especialmente,
en los bares y
restaurantes; tenemos
las muertes en ambientes
escolares, en ambientes
de trabajo, en ambiente
familiar, y, en ancha
escala, en las vías
públicas y callejones
esparcidos por la
ciudad.
A cólera puede mostrarse
explicita o no. Su
manifestación, casi
siempre, está conectada
a las circunstancias
envolviendo intereses
personales. Puede
manifestarse en
cualquier tiempo u
ocasión, manteniéndose,
temporalmente, inmersa
en el amago del ser,
siendo “alimentada” a
través de pensamientos
de rabia,
desprecio, envidia,
amargura, rencor y
semejantes –
resentimientos que
pueden, en cualquier
momento, despertar la
“fiera” aprisionada por
el barniz de las
conveniencias personales
o sociales.
Tantos crímenes, tantas
intrigas, tantas
desgracias nacen de
pequeñas fricciones,
pequeños disgustos,
pequeños sinsabores que,
una vez cultivados,
llevan al ser humano a
comportarse y actuar
como un animal
enloquecido.
Tendremos que trabajar
mucho en la divulgación
del Espiritismo
Todo eso podría ser
evitado caso que el
código divino contenido
en El Evangelio según
el Espiritismo fuese
decodificado y
ampliamente propagado,
difundido entre las
masas.
Así, de ese modo
popularizado, pasando a
formar parte integrante
y activo en la conducta
del ser, reflejándose en
la sociedad terrena,
ciertamente la violencia
registrada en nuestros
días daría lugar a
comportamientos más
responsables y más
humanos. ¡Pero aún no es
así! Nosotros,
espíritas, tendremos que
trabajar mucho en el
ejercicio de la
divulgación del
Espiritismo y en la
vivencia de sus
enseñanzas. Hoy, tal vez
más que ayer, es preciso
divulgar y expandir esas
enseñanzas entre las
personas comunes de
nuestras relaciones – o
no.
Nunca se habló tanto de
Jesús como en estos
tiempos, pero, también,
nunca se estuvo tan
distante de Él y de Sus
enseñanzas como ahora.
El materialismo,
generando el consumismo
exagerado, es el gran
villano. Él invade las
iglesias, estimulando
las “ofrendas” a titulo
del “dad para recibir”,
donde algunos se
benefician
usando la miseria
espiritual y material de
otros. Invade los
hogares a través del
consumismo anchamente
estimulado por los
medios. Invade la vida
del ciudadano común,
eludido por las
apariencias del que
“quién tiene más es el
mejor y el más
aceptado”, no importando
tanto si el “tener” le
llegó a la manos por
medios lícitos o no.
Por estas y otras
razones, las personas no
vigilantes y distraídas
por las ilusiones
materialistas propician
ambientes mentales y
físicos extremadamente
favorables para que
Espíritus desordenados,
engañadores, vengadores,
usurpadores, y por eso
aún sufridores, “acosten
y rueden” en la
“confusión” de los
sentimientos
desvirtuados del bien,
de los valores morales
consagrados a la
vivencia del ser en
evolución.
Somos influenciados e
incluso conducidos por
los Espíritus
“¿Qué hacer?” Si
partiéramos del
principio que todo mal
nace de los sentimientos
contrarios al bien, la
respuesta es simple:
“Cultivar sentimientos
favorables al bien en
cualesquiera
circunstancias que se
nos presenten”. A partir
de ahí, una vez
abastecidos de los
conocimientos adquiridos
en la codificación
espírita, trabajemos
incesantemente en la
práctica de esas
enseñanzas y en su
divulgación. Sin
embargo, ese trabajo
requiere esfuerzo propio
y colectivo, cabiendo,
al movimiento espírita y
a los espíritas,
desarrollar métodos para
que estas enseñanzas
doctrinarias se expandan
en la masa popular,
buscando el
perfeccionamiento
espiritual del ser. Esto
resultará en la tan
anhelada PAZ. Para
tanto, es preciso buscar
APACIGUAR los tumultos
existentes en los
corazones. Tumultos
generados por
pensamientos menos
felices que hierven en
las mentes humanas y
que, por su parte,
acaban invitando a otras
mentes, tan o más
perturbadas en cuanto, a
convivir y a compartir
existencias. Debemos,
aún, tener en cuenta que
ese compartir ocurre
desde los hogares hasta
los ambientes de trabajo
y vía pública.
El Libro de los Médiums
nos detalla en su
capítulo 20 como somos
influenciados por los
Espíritus y aún
conducidos por estos, en
la rutina de nuestros
días. Esclarece aún que
esa influencia puede ser
positiva o negativa,
dependiendo del tenor de
nuestros pensamientos y
de la vibración emitida
por los mismos,
atrayendo
o repeliendo aquellos
que nos son afines.
Tales influencias
ocurren en todos los
lugares por donde
transitamos,
especialmente en
aquellos que nos
posibilitan el ejercicio
de la buena y saludable
convivencia, familiar o
social. Pero no basta
tener el conocimiento y
mantengamos “la candela
bajo del celemín”. Es
preciso que la gran luz
se expanda e ilumine
mentes y corazones.
Es preciso atraer a las
masas para el estudio de
la doctrina espírita
Sería interesante que el
movimiento espírita
tomara medidas centrando
despertar el interés
general de la población,
buscando atraer a las
masas populares para el
estudio de la doctrina.
Un ejemplo podría ser el
de promover ferias de
libros y audio libros,
ferias que podrían ser
organizadas en plazas
públicas, donde los
visitante
serían invitados y
estimulados a reunirse
junto a los
organizadores y
participantes del evento
con el propósito de,
unidos, hacer
vibraciones dirigidas en
pro de la paz. La
atmósfera terrena y los
Espíritus trabajadores
de la Siembra de Cristo
piden con mayor
intensidad movimientos
como estos, y cabe al
movimiento espírita
promoverlos con “fe,
esperanza y caridad”.
Para confirmar, veamos
lo que nos dice Erasto
en el mensaje “Misión de
los Espíritas”,
constante el cap. 20,
ítem 2, del Evangelio
según el Espiritismo,
abajo transcrito:
“... id a predicar y
enseñar el dogma nuevo
de la reencarnación y de
la elevación de los
Espíritus, según el buen
o mal desempeño de sus
misiones y la manera de
por qué soportaron sus
pruebas terrenas... Oh,
verdaderos adeptos del
Espiritismo: ¡vosotros
sois los elegidos de
Dios!
Id y predicad la palabra
divina.
Es llegada la hora
en que debéis sacrificar
vuestros hábitos,
vuestros trabajos,
vuestras futilidades,
para su propagación. Id
y predicad: los
Espíritus elevados están
con vosotros. Hablaréis,
ciertamente, a las
personas que no querrán
escuchar la palabra de
Dios, porque esa palabra
los invita
incesantemente al
sacrificio. Predicaréis
el desinterés a los
avarientos, la
abstinencia a los
disolutos, la
mansedumbre a los
tiranos domésticos y a
los déspotas: ¡palabras
perdidas, bien sé, pero
que importa! Es
necesario regar con
vuestro sudor el terreno
en que debéis sembrar,
porque él no
fructificará, no
producirá, sino bajo los
esfuerzos incesantes
de la pala y del
rastrillo evangélicos.
¡Id y predicad! Sí,
vosotros todos, hombres
de buena fe, que tenéis
conciencia de vuestra
inferioridad, al
contemplar en el
infinito los mundos
espaciales, partí en
cruzada contra la
injusticia y la
iniquidad. Id y
aniquilad el culto del
becerro de oro, que día
a día más se expande.
¡Id, que Dios os
conduce!
“Id y predicad”, este es
el consejo que nos vino
de Erasto
“Id y predicad, que
las poblaciones atentas
recibirán con alegría
vuestras palabras de
consolación, de
fraternidad, de
esperanza y de paz.
(...) el pastor sabrá
defender sus ovejas
contra los verdugos
inmoladores. Id, hombres
que sois grandes ante
Dios, y que, más felices
que Tomás, creéis sin
querer
ver y aceptáis los
hechos de la
mediumnidad, aún cuando
nada conseguisteis
obtener por vosotros
mismos. ¡Id: el Espíritu
de Dios os guía!
¡Marchad, pues, para
adelante, grandiosa
falange de la fe! Y los
pesados batallones de
los incrédulos se
desvanecerán delante de
vosotros, como las
nieblas de la mañana a
los primeros rayos del
Sol. La fe es
la virtud que transporta
montañas, dijo Jesús...
Partid, pues, llenos de
coraje, para remover
esas montañas de
iniquidades que las
generaciones futuras no
deben conocer, sino como
pertenecientes a la edad
de las leyendas, de la
misma manera como sólo
imperfectamente conocéis
los periodos anteriores
a la civilización
pagana. Sí, las
revoluciones morales y
filosóficas van
eclosionando en todos
los puntos del globo. Se
aproxima la hora en que
la luz divina brillará
sobre los dos mundos.
Id, pues, llevando la
palabra divina a los
grandes, que la
desdeñarán; a los
sabios, que desearán
probarla; y a los
simples y pequeñitos,
que la aceptarán,
pues, principalmente
entre los mártires del
trabajo, en esta
expiación terrena,
encontraréis entusiasmo
y fe. ¡Id! Que estos
recibirán jubilosos,
agradeciendo y loando a
Dios, la consolación
divina que le ofrezcáis;
y, bajando la frente,
rendirán gracias por las
aflicciones que la
Tierra les reservó.
¡Ármese de decisión y
coraje vuestra falange!
¡Manos a la obra! ¡El
arado está listo, la
tierra preparada: arad!
Id y agradeced a Dios la
gloriosa tarea que os
concedió. ¡Pero,
cuidado, que entre los
llamados para el
Espiritismo, muchos se
desviaron de la senda!
¡Atentos, pues, en
vuestro camino, y buscad
la verdad!”
Ese es sólo uno de los
mensajes contenidos en
las obras edificantes de
Kardec, que solicita,
estimula y espera de
nosotros, espíritas, el
mayor empeño en favor
del esclarecimiento de
las mentes humanas.
Esclarecimientos venidos
de la Espiritualidad
Mayor, por los cuales se
alcanzará el
perfeccionamiento
espiritual de la
criatura humana.
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