Las enseñanzas
de Jesús y la
salvación del
mundo
En su primer
mensaje pastoral
en el día 14 de
Marzo, hablando
a los cardenales
en la Capilla
Sixtina, el
nuevo Pontífice
de la Iglesia,
Papa Francisco,
pidió a todos
que la Iglesia
“camine” y “sea
edificada” sobre
bases sólidas,
porque, en caso
contrario, corre
el riesgo de
dejar de ser una
Iglesia para ser
rebajada a una
ONG de
beneficencia.
“Caminar,
construir y
difundir la
palabra de
Jesús”, he aquí
el desafío
propuesto.
“Nosotros
podemos caminar
cuanto queramos,
podemos
construir muchas
cosas, pero si
no profesamos
Jesucristo, la
cosa no anda”,
dijo el Papa.
No podía ser
mejor el inicio
del nuevo
papado, que, en
ese sentido,
presenta una
afinidad notable
con lo que hemos
aprendido en el
Espiritismo,
desde que
Kardec, luego en
la Introducción
d’ El
Evangelio según
el Espiritismo,
refiriéndose
a la enseñanza
moral traída por
Jesús, escribió:
“Delante de ese
código divino,
la propia
incredulidad se
dobla. Es
terreno donde
todos los cultos
pueden reunirse,
estandarte bajo
lo cual pueden
todos colocarse,
cualesquier que
sean sus
creencias, una
vez que jamás él
constituyó
asunto de las
disputas
religiosas, que
siempre y por
toda parte se
originaron de
las cuestiones
dogmáticas. A
propósito, si lo
discutiesen, en
él tendrían las
sectas
encontrado su
propia
condenación, así
que, en la
mayoría, ellas
se agarran más a
la parte mística
de que a la
parte moral, que
exige de cada
uno la reforma
de sí mismo.
Para los
hombres, en
particular,
constituye aquel
código una regla
de proceder que
abarca todas las
circunstancias
de la vida
privada y de la
vida pública, el
principio básico
de todas las
relaciones
sociales que se
fundamentan en
la más rigurosa
justicia. Y es,
finalmente y
antes de todo,
el camino
infalible para
la felicidad
venidera,
el
levantamiento de
una punta del
velo que nos
oculta la vida
futura”. (El
realce es
nuestro.)
Con el pasar de
los años, la
importancia de
la enseñanza
moral de Jesús y
la consecuente
evangelización
del ser humano
sólo fueron, en
el medio
espirita,
reafirmadas.
He aquí algunos
ejemplos:
¿Cuál la mayor
necesidad del
médium?
– “La primera
necesidad del
médium es
evangelizarse a
sí mismo antes
de entregarse a
las grandes
tareas
doctrinarias,
pues, de otra
manera, podrá
chocarse siempre
con el fantasma
del
personalismo, en
detrimento de su
misión.”
(Emmanuel, in
El Consolador,
cuestión 387.)
¿Existe
diferencia entre
doctrinar y
evangelizar?
– “Hay gran
diversidad entre
las dos tareas.
Para doctrinar,
basta el
conocimiento
intelectual de
los postulados
del Espiritismo;
para
evangelizar, es
necesaria la luz
del amor en el
íntimo. En la
primera,
bastarán la
lectura y el
conocimiento; en
la segunda, es
necesario vibrar
y sentir con el
Cristo. Por
estos motivos,
el doctrinador,
muchas veces no
es sino el
conducto de las
enseñanzas, pero
los sinceros
evangelizados
serán siempre el
depósito de la
verdad,
capacitados a
servir a las
necesidades de
otros, sin
privarse de la
fortuna
espiritual de sí
mismos”. (Ídem,
ibídem, cuestión
237.)
¿Debemos
nosotros, los
espiritistas,
practicar
solamente la
caridad
espiritual, o
también la
material?
– “La divisa
fundamental de
la codificación
Kardeciana,
formulada en el
‘fuera de la
caridad no hay
salvación’, es
bastante
expresiva para
que nos perdamos
en minuciosas
consideraciones.
Todo servicio de
la caridad
desinteresada es
un esfuerzo
divino en la
obra de la
fraternidad
humana y de la
redención
universal. Urge,
por lo tanto,
que los
espiritistas
sinceros,
esclarecidos en
el Evangelio,
busquen
comprender la
manera educativa
de los
postulados
doctrinarios,
reconociendo que
el trabajo
inmediato de los
tiempos modernos
es el de la
iluminación
interior del
hombre,
mejorándosele
los valores del
corazón y de la
conciencia.
Dentro de esos
imperativos, es
lícito que
encarezcamos la
excelencia de
los proyectos
educativos de la
evangelización,
de manera a
formar una
mentalidad
espirita
cristiana, con
la finalidad al
porvenir. No
podemos
despreciar la
caridad material
que hace del
Espiritismo
evangélico un
paradero de
consolación para
todos los
infortunados;
pero no podemos
olvidar que las
expresiones
religiosas
sectarias
también
organizaron las
edificaciones
materiales para
la caridad en el
mundo, sin
olvidar los
templos,
residencia para
ancianos, asilos
y monumentos.
Todavía, casi
todas sus obras
se desvirtuaron,
en razón del
olvido de la
iluminación de
los Espíritus
encarnados. La
Iglesia Romana
es un ejemplo
típico.
Señora de una
fortuna
considerable y
habiendo
construido
numerosas obras
tangibles de
asistencia
social,
siente hoy que
sus
edificaciones
son apenas de
piedra, por
eso que, en sus
establecimientos
suntuosos, el
hombre
contemporáneo
experimenta los
más dolorosos
desengaños. Las
obras de caridad
material
solamente
alcanzan su
forma divina
cuando miran la
espiritualización
del hombre,
renovándole los
valores íntimos,
porque,
reformada la
criatura humana
en Jesucristo,
tendremos en la
Tierra una
sociedad
transformada,
donde el hogar
genuinamente
cristiano será
naturalmente el
asilo de todos
los que sufren”.
(Ídem, ibídem,
cuestión 255.)
(Los realces son
nuestros.)
No fue, pues,
otro el motivo
por lo cual el
siempre
respetado y
querido Dr.
Bezerra de
Menezes, en
mensaje
psicografada por
Francisco
Cândido Xavier,
que abre el
libro El
Espíritu de la
Verdad,
afirmó: “Para
extinguir la
llaga de la
ignorancia que
alberga la
miseria; para
disipar la
sombra de la
codicia, que
genera la
ilusión; para
exterminar el
monstruo del
egoísmo, que
promueve la
guerra; para
anular el gusano
del desespero,
que promueve la
locura, y para
remover el
atolladero del
crimen, que
ocasiona el
infortunio, la
única medicina
eficiente es el
Evangelio de
Jesús en el
corazón humano.
Seamos, así,
valerosos,
extendiendo la
Doctrina
Espirita que lo
desentraña de la
letra, en la
construcción de
la Humanidad
Nueva,
irradiando la
influencia y la
inspiración del
Divino Maestro,
por la emoción y
por la idea, por
la directriz y
por la conducta,
por la palabra y
por el ejemplo
y, parafraseando
el concepto
inolvidable de
Allan Kardec,
alrededor de la
caridad,
proclamemos a
los problemas
del mundo:
“Fuera del
Cristo no hay
solución”.
Las
consideraciones
arriba,
establecidas por
el Papa
Francisco y por
Kardec, Emmanuel
y Bezerra, son
pruebas
evidentes de que
el nuevo
Pontífice
católico inicia
su misión
asistido por
Bienhechores
Espirituales
que, bajo la
dirección de
Jesús, se
preocupan
realmente con
los destinos del
hombre y del
mundo donde
vivimos.
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