Conocida
en la
antigüedad
como
melancolía,
la
depresión,
en
nuestro
tiempo,
ha sido
el gran
mal de
la
humanidad.
La mejor
terapia
para esa
enfermedad
milenaria
es la
del
amor, y
el mejor
terapeuta
es
Jesús.
Sin
embargo,
muchas
veces,
es
imprescindible
el
acompañamiento
médico y
espiritual
simultáneo.
El ser
humano
es un
compuesto
biopsicosocial
espiritual.
Por eso
aún, la
depresión
viene
siendo
atribuida
a cuatro
causas,
en
general,
asociadas:
biológica,
psicológica,
social y
espiritual.
A
continuación,
vamos a
observar
cómo
cada
causa se
manifiesta
y cuáles
terapéuticas
son
indicadas
para su
control.
1ª -
Causa
biológica
u
orgánica:
Se cree
que
algunas
personas
nazcan
genéticamente
con
deficiencia
orgánica.
Otras
adquieren
enfermedades
crónicas
que
también
llevan a
la
depresión,
como el
Sida, el
cáncer,
la
obesidad,
la
artritis
etc.
El
tratamiento,
en esos
casos,
debe ser
hecho
por un
psiquiatra,
que
buscará
suplir
la
deficiencia
de
serotonina
del
paciente,
con base
en
antidepresivos.
Esas
personas
necesitan,
también,
de un
acompañamiento
psicológico,
clínico
y, por
lo
tanto,
deben
seguir
con
rigor
las
recomendaciones
médicas.
2ª –
Causa
social:
El
sedentarismo,
la
soledad,
entre
otras
causas
sociales
pueden
llevar
la
persona
a
sentirse
despreciada
por la
sociedad
y pasar
a
sentirse
inútil,
desmotivada,
profundamente
triste.
El mejor
tratamiento
para la
melancolía,
en esos
casos,
es la
actividad
física.
La
caminata
diaria
de
treinta
minutos,
la
carrera
competitiva
o leve,
en
consonancia
con las
condiciones
físicas
y me
gusto
individual,
el
baile,
los
ejercicios
leves de
la
academia,
al menos
tres
veces a
la
semana,
son
óptimas
terapias
para
esas
personas.
Aun así,
si el
problema
se
agravara,
también
en ese,
como en
otros
casos,
la
terapia
psicológica
y/o
psiquiátrica
es
indispensable.
A veces,
es
necesario
saber
decir no
3ª –
Causa
psicológica:
la
muerte
de un
ser
querido,
la
pérdida
de un
buen
empleo,
la
separación
de una
pareja,
abusos
sexuales,
entre
otros
acontecimientos
pueden
llevar a
la
persona
a
disturbios
psicológicos.
Además
de esos,
hay
otros
problemas,
como el
estrés,
resultante
de
acumulo
de
actividades,
la
necesidad
de ser
aceptado,
el
perfeccionamiento
y la
ansiedad.
Cuando
una
pareja
se
separa,
en
especial
por no
tener
más
atracción
sexual
de un
compañero
o
compañera,
la
angustia
y las
consecuencias
provenientes
de tal
situación
pueden
hacerse
insoportables.
Los
reflejos
alcanzan,
inclusive,
a los
propios
hijos,
cuando
los hay.
Es por
eso que
existe
el
noviazgo,
para que
las
personas
se
conozcan
muy
bien,
antes de
asumir
una
relación
estable.
Aliado a
eso, es
preciso
saber
convivir,
teniendo
necesidad,
a veces,
de uno
de los
miembros
de la
pareja
renunciar
a
ciertos
caprichos,
en
beneficio
del
otro.
El
diálogo,
el
cambio
diario
de
afectos,
la
comprensión,
la
renuncia
y la
tolerancia,
entre
otras
cualidades
positivas,
provenientes
del
amor,
son
fundamentales
a una
vida
familiar
permanente.
Con
relación
al
estrés,
es
preciso
recordar
que no
podemos
asumir
compromisos
mayores
de lo
que
permitan
nuestras
fuerzas
realizar.
A
veces,
es
necesario
saber
decir
no, sin
con eso
herir u
ofender
a los
que nos
piden un
favor o
servicio.
Hay
personas
que, por
la
necesidad
sentida
de ser
aceptadas,
nada
rechazan,
aunque
no
siempre
se den
cuenta
de
atender
a lo que
le es
solicitado.
Con eso,
se
deprimen.
Otras
personas,
atentas
a las
recomendaciones
de Jesús
de ser
perfectas,
comienzan
a
compararse
con los
grandes
misioneros
y
santos.
Ahora,
cuando
Jesús
nos
recomienda:
“Sed
perfectos”,
Él sabe,
mejor
que
nadie,
cómo es
importante
dar “un
paso
cada
vez”,
pues si
corramos
mucho,
por
carreteras
accidentadas,
podremos
llevar
un peso
tan
grande
que
vengamos
a tener
dificultad
de
reargüirnos.
Cualquier
persona
puede
ser
víctima
de un
obsesor
Fue por
eso que
Kardec
escribió
esta
frase:
“Se
reconoce
el
verdadero
espírita
por su
transformación
moral y
por los
esfuerzos
que
emplea
para
domar
sus
inclinaciones
malas”
(KARDEC,
2008,
cap.
XVII,
it. 4).
Él no
dijo que
debemos
santificarnos
de un
momento
a otro
y, sí,
que
debemos
esforzarnos
para ser
siempre
mejores.
La
ansiedad
es otra
dificultad
a ser
superada
por
nosotros
en el
combate
a la
causa
psicológica
de la
depresión.
Hay
personas
que
pasan de
una
actividad
a otra,
apenas
comienzan
la
anterior,
acabando
por
olvidar
o
concluir
con
retraso
o
imperfección
casi
todo lo
que
hacen.
Es
preciso
nos
autoconozcamos,
como
consta
en la
pregunta
919 de
El
Libro de
los
Espíritus,
a fin de
actuar
con
equilibrio
y buen
sentido
en todo
lo que
hagamos
en lo
cotidiano
de la
vida.
Debemos
tener
horario
para
todo:
para el
estudio,
para el
trabajo,
para los
ejercicios
físicos
y para
la
oración
y la
meditación.
Sin eso,
nuestra
vida
mental
se hace
un
“infierno”.
4ª –
Causa
espiritual.
Las
imperfecciones
morales
que
traemos
impresas
en
nuestro
campo
mental
nos
llevan a
despreciar
la
recomendación
de
Jesús:
“Orad y
vigilad,
para no
caer en
tentación”.
Tales
defectos
tienen
como
base
principal
el
egoísmo,
de donde
provienen
todas
las
demás
imperfecciones
de cada
uno de
nosotros,
como el
orgullo,
la
vanidad,
los
celos,
la
envidia,
la
codicia,
la
sensualidad
y las
pasiones
negativas.
Cualquier
persona
puede
ser
víctima
de un
obsesor,
pues,
según la
respuesta
de un
Espíritu
a Allan
Kardec,
“los
Espíritus
influencian
nuestros
pensamientos
y actos
mucho
más de
lo que
suponemos,
pues, de
ordinario,
son
ellos
los que
nos
dirigen”
(KARDEC,
2006, q.
459).
También
cualquier
persona
puede
tener,
siempre,
la
compañía
de los
buenos
Espíritus,
que
neutralizan
la
influencia
de los
malos.
Basta
pensar y
actuar
siempre
en el
bien.
“Sed
siempre
buenos y
sólo
tendréis
Espíritus
buenos a
vuestro
lado”
(KARDEC,
2009,
cap. 9,
it. 13).
Pero la
obsesión
puede
variar
del tipo
simple a
la
subyugación,
conforme
consta
en El
Libro de
los
Médiums
(Kardec,
2009,
cap. 9).
La
fascinación
es un
tipo de
obsesión
muy
peligrosa
En la
obsesión
simple,
la
persona
sabe que
está
bajo la
influencia
de un
“Espíritu
mentiroso”,
que “no
se
disfraza,
ni
disimula
de forma
alguna
sus
malas
intenciones
y su
propósito
de
contrariar”.
La
entidad
maléfica
puede
ser
alejada
por el
propio
obsesado,
modificando
sus
hábitos
mentales
negativos
y
poniendo
en Dios
toda su
confianza.
La
terapia
del amor
al
prójimo,
del
estudio
de las
obras
básicas
de Allan
Kardec y
de la
actuación
permanente
en el
bien es
altamente
eficaz,
tanto
para el
obsesor,
como
para el
obsesado,
propiciando
a ambos
su
elevación
moral.
La
fascinación
es un
tipo de
obsesión
mucho
más
peligrosa.
“Es una
ilusión
producida
por la
acción
directa
del
Espíritu
sobre el
pensamiento
del
médium y
que, de
cierta
forma,
paraliza
su
capacidad
de
juzgar
las
comunicaciones”
(KARDEC,
2009, p.
389, it.
239). El
fascinado
no se
cree
engañado,
por el
contrario,
cree
ciegamente
en el
Espíritu
que lo
obsesa y
repele a
aquellas
personas
que le
intentan
abrir
los
ojos. La
terapia
del
amor,
con
oraciones
y
desobsesión
a
distancia
son
recursos
pertinentes
a tal
caso.
Por fin,
la
subyugación
“paraliza
la
voluntad
de aquel
que la
sufre y
lo hace
actuar
contra
su
voluntad”.
Para
mayores
aclaraciones
sobre
ese
grave
asunto,
remitimos
al
lector
amigo al
cap.
XXIII de
El
Libro de
los
Médiums,
donde
podrá
esclarecerse
con más
profundidad.
Las
causas
de la
obsesión
pueden
variar
del
simple
deseo de
hacer el
mal a
una
venganza
a la
persona
que
ofendió
el
Espíritu
obsesor
en esa o
en otra
existencia
física.
Pero
además
de la
influencia
negativa
de los
Espíritus,
en
nuestras
mentes,
podemos
estar
sujetos
a las
influencias
morales
provenientes
de
nuestras
propias
conductas,
lo que
caracterizaría
la
llamada
auto-obsesión.
La
terapia
para
esas
causas,
que
llevan a
la
depresión
del
desajustado
espiritual,
aún es
la
“terapia
del
amor”,
que se
hace por
medio de
los
tratamientos
desobsesivos
en los
centros
espíritas,
en los
llamados
“grupos
de
desobsesión”.
Para
tal,
cuando
el
desajustado
no es
capaz,
por sí
mismo,
de
identificar
o de
librarse
de las
influencias
negativas,
es
importante
que sus
familiares
o amigos
lo
conduzcan,
amorosamente,
a las
reuniones
de esos
grupos.
La mejor
terapia
es la de
la
voluntad
de
curarse
El
obsesado
debe
quedar
sentado,
o aún
acostado,
si
hubiera
acomodación
para
eso, en
una sala
destinada
a su
tratamiento
espiritual
y no
debe
tomar
parte,
de modo
alguno,
como
médium o
incluso
asistente
común a
la
reunión.
Es
alguien
en
tratamiento
espiritual,
no en
trabajo.
Concomitantemente,
al final
de la
reunión,
el
dirigente
del
grupo
debe
recomendar
su
acompañamiento
psiquiátrico,
una vez
que sus
órganos
psíquicos
y
físicos
pueden
también
estar
afectados.
Si el
paciente
no puede
comparecer
al grupo
mediúmnico,
su
tratamiento
desobsesivo
y
espiritual
puede
ser
hecho a
distancia.
Es de
mucha
utilidad,
en la
terapia
de las
depresiones
provenientes
de
desajustes
espirituales,
el
llamado
pase
terapia,
o sea,
el
tratamiento
por los
pases.
Otra
recomendación
útil, al
reequilibrio,
así como
al
mantenimiento
de
nuestra
salud
mental,
es la
práctica
semanal
del
culto
del
Evangelio
en el
hogar.
Imprescindible,
aún, es
el
estudio
permanente
de las
obras de
la
Codificación
Espírita
y de
obras
subsidiarias,
como las
psicografiadas
por
Divaldo
Pereira
Franco,
dictadas
por los
Espíritus
Joanna
de
Ângelis
y Manoel
Philomeno
de
Miranda,
fundamentales
al
reequilibrio
espiritual
de las
víctimas
de la
depresión.
En
ninguno
de los
cuatro
tipos de
depresión
citados
arriba,
el
enfermo
debe
dejar de
buscar
la
atención
médica
especializada,
principalmente
cuando
su
situación
se hizo
insoportable.
La mejor
terapia
es la de
la
voluntad
de
curarse.
Pero es
preciso
que la
persona,
o, en
los
casos
más
graves,
un amigo
o
pariente
busque
en Jesús
y en la
Doctrina
Espírita
los
soportes
para el
reequilibrio
biopsicosocial
espiritual
del
deprimido.
Eso
significa
esforzarse
para
tener
buenos
pensamientos,
buscar
incesantemente
el
trabajo
en el
bien,
mantener
su mente
ocupada
con
buenas
lecturas
e
ideales
elevados,
practicar
actividades
físicas
regularmente,
tales
como el
baile,
el
caminar
y los
ejercicios
corporales
saludables.
Sea
feliz,
pero no
exagere
en nada.
De ese
modo,
con toda
la
seguridad,
su
melancolía
estará a
camino
de la
cura.
Referências:
FEITOSA,
Nazareno.
Depressão:
causas,
consequências
e a
terapia
do amor.
Palestra
espírita.
CD s.d.
FRANCO,
Divaldo
Pereira.
Conflitos
existenciais.
Pelo
Espírito
Joanna
de
Ângelis.
Salvador,
BA:
Livraria
Espírita
Alvorada,
2005.
______.
Jesus
e o
evangelho
à luz da
psicologia
profunda.
Pelo
Espírito
Joanna
de
Ângelis.
Salvador,
BA:
Livraria
Espírita
Alvorada,
2000.
______.
Loucura
e
obsessão.
Pelo
Espírito
Manoel
Philomeno
de
Miranda.
12. ed.
Rio de
Janeiro:
Federação
Espírita
Brasileira,
2011.
_____.
Sexo
e
obsessão.
Pelo
Espírito
Manoel
Philomeno
de
Miranda.
8. ed.
Salvador,
BA:
Livraria
Espírita
Alvorada,
2013.
______.
A
obsessão:
instalação
e cura.
Organizada
por
Adilson
Pugliese.
3. ed.
Salvador,
BA:
Livraria
Espírita
Alvorada,
1998.
KARDEC,
Allan.
O
Evangelho
segundo
o
Espiritismo.
Tradução
de
Evandro
Noleto
Bezerra.
Rio de
Janeiro:
Federação
Espírita
Brasileira,
2008.
______.
O
Livro
dos
Espíritos.
Tradução
de
Evandro
Noleto
Bezerra.
Rio de
Janeiro:
Federação
Espírita
Brasileira,
2006.
Ed.
comemorativa.
______.
O
Livro
dos
Médiuns.
Tradução
de
Evandro
Noleto
Bezerra.
Rio de
Janeiro:
Federação
Espírita
Brasileira,
2009.
|