Dios… ¿Será qué
Tú existes?
Gracias a un
bellísimo
montaje hecho
por un cofrade
de Minas Gerais,
están
difundiendo en
las redes
sociales un
bello video
formado con la
oración titulada
“Dios”, de autor
desconocido, en
la cual el autor
dice haber
buscado Dios por
toda parte y,
después de haber
dudado de su
existencia y
tras incesante
búsqueda, revela
como Lo
encontró. Como
música de fondo,
el autor del
video insirió la
linda canción
Best That You
Can Do, de
Christopher
Cross, uno de
los hits de la
década de 1980,
que el lector,
caso quiera,
puede oírla
pulsando en este
enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=FqTkxFJHrNw
Dice así el
texto de la
oración:
Dios…
Llevé tanto
tiempo
buscándote
No sabía dónde
estabas, miraba
al infinito y no
Te veía.
Y pensaba
conmigo mismo:
¿será qué Tú
existes?
No me contentaba
con la búsqueda
y proseguía,
Intentaba
encontrarte en
las religiones y
en los templos;
Tú también no
estabas.
Te busqué a
través de los
sacerdotes y
pastores;
También no te
encontré.
Me sentí sólo,
vacío,
desesperado y
descreí.
Y en la
descreencia Te
ofendí,
Y en la ofensa
tropecé,
Y en el tropiezo
caí,
Y en la caída me
sentí débil.
Débil, busqué
socorro.
En el socorro
encontré amigos,
En los amigos
encontré cariño,
En el cariño yo
vi nacer el
amor,
Con amor yo vi
un mundo nuevo
Y en el mundo
nuevo resolví
vivir…
Lo que recibí,
resolví donar.
Donando alguna
cosa, mucho
recibí
Y en recibiendo
me sentí feliz.
Y al ser feliz,
encontré la paz.
Y teniendo la
paz fue que vi
Que dentro de mí
es que Tú
estabas
Y sin buscarte
fue que Te
encontré.
La reacción de
las personas que
ven el video
citado ha sido,
en general, de
gran emoción, de
rara alegría, de
contentamiento
inusitado, no
sólo por la
belleza de la
melodía, sino,
sobre todo, por
el mensaje
contenido en la
oración que
acabamos de
leer.
Cuando lo vimos,
nos acordamos de
inmediato, con
emoción, de un
momento
semejante,
narrado en una
de las obras de
Manoel Philomeno
de Miranda,
psicografada por
Divaldo Franco.
Nos referimos al
libro En los
Bastidores de la
Obsesión, en
que, en el
capítulo 16,
sellando el
encuentro con
Teofrastus, su
amado de quien
fuera apartada
por los tristes
acontecimientos
del periodo
inquisitorial,
la joven Ana
María (la
misma Henriette
de los episodios
de Ruán) le
dice: “Aprendí,
cuando estudiaba
el Evangelio, en
niña, en Ruán,
este concepto
que nunca
olvidé: ‘Cuando
yo buscaba Dios
fuera de mí, no
Lo encontraba;
cuando lo
buscaba dentro
de mí, Lo tenía
perdido; resolví
amar y ayudar mi
prójimo y me
deparé conmigo,
con Dios y con
mi hermano’.
Buscando a Jean
y ayudándolo,
nos
encontraremos
los tres en la
felicidad…”
Que las dos
experiencias
contenidas en la
oración
transcrita y en
el testimonio de
Ana María puedan
ayudarnos
también a
encontrar a
Dios, ese Padre
amoroso que, en
verdad, sólo
desea el bien a
sus criaturas,
aunque ni
siempre lo
percibimos.
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