Las muertes
colectivas
y sus
causas
Hace 18 días que
la nación
acompañó,
incrédula, los
desdoblamientos
del desastre
aéreo ocurrido
en Santos (SP)
en la mañana del
día 13 de
agosto, donde
siete personas
que ocupaban la
aeronave
accidentada
perecieron,
entre ellas el
ex gobernador
Eduardo Campos,
de Pernambuco,
candidato a
presidente de la
República.
Las muertes
colectivas
causan siempre
conmoción y
suscitan en
todas las
personas
reflexiones
innúmeras, como,
por ejemplo, la
fragilidad de la
vida humana y
ése – para
muchos –
verdadero
misterio que
hace con que
personas tan
jóvenes dejen
nuestra esfera,
mientras
ancianos
atornillados a
un lecho de
hospital, sin
ninguna
esperanza de
curación,
persisten por
aquí.
El episodio
levantó, como
preveíamos, una
vieja cuestión
que acabó
llegando hasta
nosotros:
_ ¿Qué hay en la
literatura
espírita al
respecto de
muertes
colectivas?
Quien primero
trató del
asunto, por todo
lo que nos
figura, fue
Emmanuel en una
obra escrita en
1940 y publicada
en el año
siguiente por la
Editora de la
FEB. He aquí la
cuestión que le
fue propuesta y
su respuesta:
250. ¿Cómo se
procede la
probación
colectiva? –
En la probación
colectiva se
averigua la
convocación de
los Espíritus
encarnados,
participantes
del mismo
débito, con
referencia al
pasado
delictuoso y
obscuro. El
mecanismo de la
justicia, en la
ley de las
compensaciones,
funciona
entonces
espontáneamente,
a través de los
representantes
del Cristo, que
convocan los
comparsas en la
deuda del
pretérito para
los rescates en
común, razón por
qué, muchas
veces, tituláis
“dolorosa
causalidad” las
circunstancias
que reúnen las
criaturas más
dispares en el
mismo accidente,
que les ocasiona
la muerte del
cuerpo físico o
las más variadas
mutilaciones, en
el cuadro de sus
compromisos
individuales.
(El Consolador,
obra
psicografada por
el médium
Francisco
Cândido Xavier.)
En 1957, en el
cap. 18 del
libro Acción
y Reacción,
también
psicografado por
Francisco
Cândido Xavier,
André Luiz se
refirió al tema.
En el libro es
relatado el caso
Ascânio y Lucas,
acerca de los
cuales el
instructor Druso
dijo el
siguiente:
“Hace treinta
años, disfruté
el convivio de
dos
bienhechores, a
cuya abnegación
mucho debo en
este aterrizaje
de luz. Ascânio
y Lucas,
Asistentes
respetuosos en
la Esfera
Superior, nos
integraban en el
equipo de
mentores
valerosos y
amigos…
Cuando los
conocí en
persona, ya
habían se pasado
varios lustros
en el amparo a
los hermanos
perdidos y
sufridores.
Cultos y
ennoblecidos,
eran compañeros
infatigables en
nuestras mejores
realizaciones.
Ocurre, sin
embargo, que
después de
largos decenios
de lucha, en las
peleas de la
fraternidad
santificante,
suspirando por
el ingreso en
las esferas más
elevadas, para
que les
expandiesen los
ideales de
santidad y
belleza, no
demostraban la
necesaria
condición
específica para
el vuelo
anhelado.
Totalmente
absortos en el
entusiasmo de
enseñar el
camino del bien
a los
semejantes, no
cogitaban de
cualquier buceo
en el pretérito,
por eso que,
muchas veces,
cuando nos
fascinamos por
el esplendor de
las cimas, ni
siempre nos
resta
disposición para
cualquier
revista a las
nieblas del
valle… De esa
manera, pasaron
a desear
ardientemente la
ascensión,
sintiéndose algo
desencantados
por la ausencia
de apoyo de las
autoridades que
les no
reconocían el
mérito
imprescindible.”
(Acción
y Reacción, obra
psicografada por
el médium
Francisco
Cândido Xavier.)
Druso dijo
entonces que,
llamados ambos a
examen detenido,
técnicos del
Plano Superior
les recondujeron
la memoria a
periodos más
retrocedidos en
el tiempo.
Diversas fichas
de observación
fueron
extraídas,
entonces, del
campo
mnemotécnico, a
manera de las
radioscopias de
los actuales
servicios
médicos en el
mundo y, a
través de ellas,
importantes
conclusiones
surgieron a
flote.
Ascânio y Lucas
poseían, de
hecho, créditos
extensos,
adquiridos en
casi cinco
siglos
sucesivos; no
obstante, cuando
la gradual
auscultación
alcanzó el siglo
XV, algo surgió
que les impuso
dolorosa
meditación:
“Arrebatadas al
archivo de la
memoria y a
dolerles
profundamente en
el espíritu,
después de la
operación
magnética a que
nos referimos,
reaparecieron en
las fichas
mencionadas las
escenas de
ominoso delito
por ambos
cometido, en
1429, luego
después de la
liberación de
Orleáns, cuando
formaban en el
ejército de
Joanna
d’’Arc.
Hambrientos de
influencia junto
a los hermanos
de armas, no
hesitaron en
asesinar dos
compañeros,
arrojándolos del
alto de una
fortaleza en el
territorio de
Gátinais, sobre
fosos inmundos,
emborrachándose
en las honrarías
que les
valieron, más
tarde,
torturantes
remordimientos
más allá del
sepulcro”.
En este punto,
inquiridos se
deseaban
proseguir en el
sondaje
singular,
respondieron
negativamente,
prefiriendo
liquidar la
deuda, antes de
nuevas
inmersiones en
el pasado.
Ascânio y Lucas
suplicaron, así,
el retorno al
campo de los
hombres, donde
rescatarían el
débito aludido.
Como podían
escoger el
género de
probación, en
razón de los
recursos morales
guardados en el
mundo íntimo,
optaron por
tareas en el
campo de la
aeronáutica, a
cuya evolución
ofrecieron sus
vidas.
Hacía dos meses
– informó Druso
– que los dos
amigos habían
desencarnado, en
virtud de un
accidente aéreo,
teniendo
sufrido, de esa
manera, a pedido
de ellos, la
misma caída
mortal que
infligieron a
los compañeros
de lucha en el
siglo XV.
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