Evangelio:
Fraternidad y
Paz
La frase que da
título a este
texto es el tema
del III Congreso
Espírita del
Distrito
Federal, que se
realizará del 17
al 19 de abril
próximo.
(Sobre el
mencionado
evento, leed la
entrevista de
Paulo Maia da
Costa, que es
uno de los
relieves de la
presente
edición.)
No podría haber
escoja mejor.
De hecho, los
momentos por que
pasamos en
Brasil y fuera
de él indican
con clareza que
es necesario que
tengamos una
mayor atención
para las
lecciones
contenidas en el
Evangelio,
introduciéndolas
en las
conversaciones y
en los hábitos
de familia, si
es que deseamos
que el ideal de
fraternidad y
paz sea un día
realidad en el
mundo donde
vivimos.
En el ítem 12
del cap. XIII
d’ El Evangelio
según el
Espiritismo,
de Allan
Kardec, se
encuentra
importante
mensaje firmado
por el Espíritu
de San Vicente
de Paulo, donde
extraemos el
trecho abajo:
“Quisiera yo que
dieran más
interés, más fe
a las lecturas
evangélicas.
Desprecian, sin
embargo, ese
libro, lo
consideran
repertorio de
palabras huecas,
una carta
cerrada; dejan
en el olvido ese
código
admirable.
Vuestros males
provienen todos
del abandono
voluntario que
dispensáis a ese
resumen de las
leyes divinas.
Leed las páginas
centelleantes de
la devoción de
Jesús, y
medítalas.” –
San Vicente de
Paulo
(Espíritu).
Esa advertencia
influenció
ciertamente el
codificador de
la doctrina
espírita cuando,
después de haber
publicado la
primera edición
de la obra
arriba, atendió
a una
interesante
cuestión
suscitada por
los lectores al
respecto de la
oración indicada
para las preces
por la mañana y
por la noche,
practica
sugerida en el
mismo libro por
el Espíritu de
Monod.
Según Kardec,
suscriptores
diversos de la
Revista Espírita
le escribieron
para decir que
no habían
encontrado en el
libro El
Evangelio según
el espiritismo
la
indicación de la
oración especial
para que sea
dicha por la
mañana y por la
noche.
La oración
sugerida por
Kardec fue la
conocida Oración
Dominical, que
él recomendó
expresamente
como siendo la
más indicada
para las preces
por la mañana y
por la noche.
En la secuencia
de su respuesta,
el codificador
sugirió entonces
que una vez por
semana – por
ejemplo, en el
domingo – se
podría consagrar
a la oración un
tiempo más
largo, a eso
agregando la
lectura de
algunos pasajes
del Evangelio y
de algunas
buenas
instrucciones
dictadas por los
Espíritus.
(Cf. Revista
Espírita de
1864, pág. 234.)
Esa sugerencia
de Kardec fue,
como sabemos, el
embrión en el
medio espírita
del llamado
Culto del
Evangelio en el
Hogar, o
simplemente
Evangelio en el
Hogar, una
práctica que
fuera
introducida en
la comunidad
cristiana por
Jesús, como Neio
Lúcio narra en
el cap. 1 del
libro Jesús
en el Hogar,
obra mediúmnica
psicografada por
Francisco
Cândido Xavier.
El relato de
Neio Lúcio,
publicado
anteriormente en
esta revista,
puede ser visto
pulsándose en
http://www.oconsolador.com.br/ano6/299/correiomediunico.html/.
En la parte
final del texto
escrito por Neio
Lúcio, Jesús
justificó con
enorme clareza
por qué el
Evangelio no
puede quedarse
apartado de las
reflexiones de
quien vive en el
mundo. He aquí,
de acuerdo con
tal relato, las
palabras dichas
por Jesús:
“La cuna
doméstica es la
primera escuela
y el primer
templo del alma.
La casa del
hombre es la
legítima
exportadora de
caracteres para
la vida común.
Si el negociante
no selecciona la
mercancía, si el
ebanista no
consigue hacer
un barco sin
aficionar la
madera a sus
propósitos,
¿cómo esperar
una comunidad
segura y
tranquila sin
que el hogar se
perfeccione? La
paz del mundo
empieza bajo las
tejas a que nos
acogemos. Si no
aprendemos a
vivir en paz,
entre cuatro
paredes, ¿cómo
aguardar la
armonía de las
naciones? Si no
nos habituamos a
amar el hermano
más prójimo,
asociado a
nuestra lucha de
cada día, ¿cómo
respetar el
Eterno Padre que
nos parece
distante?”
(Jesús en el
Hogar, de Neio
Lúcio, cap. 1.)
Acepta la
propuesta, Jesús
invitó los
familiares del
apóstol Pedro a
la conferencia
edificante y a
la meditación
elevada,
desenrolló los
escritos de la
sabiduría y
abrió, en la
Tierra, en la
casa de su
querido
discípulo, el
primer culto
cristiano en el
hogar.
¿Delante de ese
hecho y de
tantas
manifestaciones
acerca de la
importancia del
Evangelio y de
su influencia en
la vida,
continuaremos
indiferentes a
él?
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